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Había una vez un parque que durante el ( invierno, hojas, verano, sol ) había estado triste. Los árboles estaban sin hojas, no había hierba, los niños y las niñas iban poco porque hacía frío, las flores estaban dormidas bajo la tierra (los niños y las niñas se situarán sentados en el suelo, con los brazos alrededor de las piernas y la cabeza escondida, todo lo escondida que puedan). Pero un buen día el sol calentó un poco más, empezó a salir la hierba, los árboles echaron hojas y las flores despertaron (los niños y las niñas levantan la cabeza y se frotan los ojos). Unas nubes juguetonas, que pasaron por el cielo, vieron al sol y le preguntaron que por qué no se escondía detrás de ellas. Entonces el sol les contó que había llegado la primavera y a las plantas les hacía falta calor para crecer. Las nubes, que sabían que las plantas también necesitan agua, decidieron regarlas un poco. Se pusieron a bailar y cayó agua sobre el parque. Las flores al sentir el agua se estiraron un poco y salieron de la tierra (los niños y las niñas se ponen de rodillas y estiran los brazos). Cuando el jardinero, que cuidaba el parque, vio que habían nacido las flores, todos los días las regaba y el sol siguió calentando. Así, las flores se pusieron grandes y abrieron sus pétalos (los niños y las niñas se ponen de pie y se estiran todo lo que pueden). El parque estaba ya alegre.