De todo esto es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal político, y que el insocial por naturaleza y no por azar es o un ser inferior o un ser superior al hombre. Como aquel a quien Homero vitupera: Sin tribu, sin ley, sin hogar. Porque el que es tal por naturaleza es también amante de la guerra, como una pieza aislada en el juego de damas.
La razón por la cual el hombre es un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier animal gregario, es evidente: la naturaleza, como decimos, no hace nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene palabra. Pues la voz es el signo del dolor y del placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos a otros.
Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad.
La Política. Aristóteles
Según Aristóteles aquello que permite manifestar lo conveniente y lo perjudicial es:
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