La disciplina, valor, prontitud en la obediencia y exactitud en el servicio son virtudes fundamentales del militar.

Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas.
La flexibilidad para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de las Fuerzas Armadas, es virtud fundamental del militar que obliga a todos por igual.

Las ordenes, son los mandatos relativos al servicio que un militar da a un subordinado, en forma adecuada y dentro de las atribuciones que le correspondan, para que lleve a cabo en todos los casos, una actuación
concreta.

La moral de victoria, el valor, la acometividad, la serenidad y el espíritu de lucha, son cualidades que ha de poseer todo combatiente.

En el ejercicio de la autoridad, mantendrá sus órdenes con determinación, empeñándose en ellas si la evolución de los acontecimientos aconseja variarlas.

El homenaje a los héroes que la forjaron y a todos los que entregaron su vida por España es un deber de gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de su obra, es tradición de los ejércitos.

La disposición permanente para defender a España, incluso con la entrega de la vida cuando fuera necesario. Es el primer y más fundamental deber del militar.

La disciplina, tiene su expresión en el acatamiento a la Constitución y su manifestación colectiva en el cumplimiento de las órdenes recibidas.

El militar guardará y hará guardar como norma fundamental del Estado a la Constitución.

El jefe de una sección velará por que se cumpla la normativa establecida para conservación y control del armamento, material y equipo del que esté dotada la unidad.

La única causa por la que se puede ejercer el mando con carácter interino es por cese del titular.

El jefe de pelotón, responsable de la disciplina de su unidad, sancionará de inmediato cualquier comportamiento que considere inadecuado, ya que simplemente advertir o corregir puede potenciar
este tipo de comportamientos.

La redacción y actualización del Libro de Organización de las unidades alojadas en una base corresponde al jefe de la base.

El personal en la reserva no podrá suceder en el mando cuando se haya determinado que el puesto en cuestión requiera ser ocupado por personal en servicio activo.

Todo jefe podrá delegar parte de sus atribuciones, cuando lo considere conveniente para el servicio, en sus subordinados, sobre los cuales recaerá la responsabilidad última.

Las instalaciones militares, denominadas así genéricamente, pueden ser: acuartelamientos, organismos y establecimientos.

El jefe de compañía debe conocer las cualidades y aptitudes de sus subordinados, para poder asignarles los cometidos y puestos más adecuados.

El principal órgano de apoyo al mando en una jefatura se denomina Estado Mayor o, en su caso, Plana Mayor, según corresponda.

Cuando la sucesión del mando sea con carácter accidental no podrá ser anotada en la hoja de servicios del interesado.

Cada unidad dispondrá de un Libro de Normas de Régimen Interior (LNRI) que establecerá, entre otras, las normas relativas al régimen de vida de la unidad.

El único acto de régimen interior con un horario fijo es el izado de Bandera.

Las carpetas de órdenes para cada guardia serán actualizadas periódicamente por los componentes de los diferentes turnos de esas guardias en el relevo de las mismas.

En el LNRI se establecerá el procedimiento para recibir al jefe de la instalación y, entre el personal participante en ese acto se encontrará, al menos, el jefe de la guardia de seguridad, que informará de la novedades habidas durante su guardia.

La orden de unidad o instalación se publicará diariamente y su difusión será en formato impreso, no pudiéndose usar otro formato.

El LNRI establecerá los horarios de uso del servicio de alimentación, para ajustarlo a las necesidades de las unidades que se alojan en la instalación.

Los actos de régimen interior tenderán a crear hábitos de orden y disciplina, estando presididos por los principios de seguridad, sencillez y eficacia.

La redacción y, en su caso, actualización del LNRI corresponderá al jefe de la instalación, quien lo firmará y
aprobará.

Dentro del horario habitual de trabajo, podrá incluirse tiempo para actividades dedicadas a la formación y promoción profesional del personal.

El jefe de instalación, coordinando con los jefes de las unidades alojadas, fijará el horario general de la misma, el de utilización de locales e infraestructuras de uso general y el de los actos comunes.