Según Fontana:
“El estado-nación es una forma de estado, esto es de poder, que se disfraza de nación, esto es de conciencia.”. (…) “El problema es que la nación no tiene una traducción política propia que la permita convertirse en una forma de ejercicio del poder. Pertenece a la dimensión de la conciencia y, para encarnar en la realidad, necesita asociarse al estado y engendrar con él ese híbrido que llamamos el “estado- nación” o, más frecuentemente, la “nación-estado” (pero me parece que es mejor poner los dos componentes por el orden de su importancia real, y está claro que lo primero es el estado)”
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