Una paciente depresiva monopolar en su primera fase nos decía: "No sé qué me pasa que nada me entusiasma, yo no era así antes. Me gustaba salir los fines de semana, incluso yo le proponía panoramas a mi marido. Ahora él me propone, por ejemplo ir al cine, y yo no le encuentro ningún atractivo, y empiezo a pensar; ¿voy al cine?, no qué lata, esa película ya sé de qué se trata, ¿me quedo en la casa?, tampoco, no sé qué hacer acá, me voy a aburrir, ¿y si mejor fuera al cine?, ¿pero y valdrá la pena salir con este frío? Antes yo me entusiasmaba al tiro". La incapacidad de entusiasmarse, lleva a la dificultad de elegir una de entre varias opciones, buscando a través de racionalizaciones el sentido de la actividad que ya ha perdido su atractivo. Esta es la fuente de la indecisión depresiva.
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