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Ponerse ropa cómoda, no muy apretada, abrigada y que permita libertad de movimiento.
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Elegir una habitación con una temperatura agradable, poca luz y una cama o sillón cómodo. También puedes utilizar una colchoneta colocada en el piso.
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Pon música relajante y suave a un volumen moderado. Las mejores melodías para realizar estos ejercicios son de Mozart, Vivaldi, Bach, Haydn y otros temas de música clásica.
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Sientate en una posición cómoda en el sillón, cama o en la colchoneta que escogiste. Si lo haces con el papá tú debes recostarte sobre su pecho de manera que pueda abrazarte por atrás.
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Cierra los ojos y haz un par de inspiraciones profundas por los labios entreabiertos, así como un suspiro. Continúa respirando profunda y uniformemente, concéntrate en el ritmo de tu respiración, en tus sensaciones corporales, en tus sentimientos o en una imagen que tenga que ver contigo misma, no te quedes dormida, concentra la atención totalmente y en forma activa en la música. Luego exhalas lento y sigues respirando profundo.
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Una vez que estás consciente de todo tu cuerpo y ya tomaste el ritmo de la respiración concéntrate en lo que sientes tanto en tu cuerpo como en tus sentimientos.
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Ahora centrate en tus pies, toma consciencia de que existen y están ahí, la presión que sientes en ellos, tus talones, los dedos, los tobillos. Ahora doblas los dedos hacia la planta de los pies. Haz fuerza con los dedos hacia abajo. Mantén la contracción y vas soltando poco a poco con cada respiración. Contráelos y suéltalos según el ritmo de la respiración, cuando inhalas los contraes, mientras exhalas los sueltas.
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Respira lentamente mientras te relajas y aflojas. Con cada respiración Te hundes en un estado de relajación perfecta. No te duermas sigue alerta, pero relajada.
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Ahora es el turno de tus piernas y muslos. Toma consciencia de ellos, tensa cada músculo, mantén la tensión y relajas con cada respiración. Inhala y exhala. Relájate y déjate ir. Debes contraer el músculo mientras inhalas y soltarlo cuando exhalas. Recuerda continuar con el ejercicio según el ritmo pausado de tu respiración.
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Continúa con este proceso de contraer y soltar cada músculo de tu cuerpo en sentido ascendente, siguiendo el ritmo de tu respiración. Cuando llegue el turno de la cabeza toma conciencia de tu cara y cada uno de sus músculos. Tensa cada uno por separado y sueltas con cada respiración, céntrate en los párpados, la boca y la mandíbula.