La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a [blank_start]responsabilidad[blank_end]. Sus actos estarán siempre [blank_start]refrendados[blank_end] en la forma establecida en el artículo [blank_start]64[blank_end], careciendo de validez sin dicho refrendo, salvo lo dispuesto en el artículo 65, 2.