Las lesiones por quemaduras constituyen una de las patologías que con mayor frecuencia ocupan las consultas de urgencia, siendo la variedad de trauma que más frecuentemente deja en el paciente graves y permanentes secuelas, y dependiendo de la magnitud de la injuria, puede constituir uno de los más formidables desafíos para el médico de urgencia, el intensivista y el cirujano especialista en lo que se refiere a lograr la sobrevivencia del paciente.
GENERALIDADES
Las lesiones por quemaduras podemos clasificarlas la mayoría de las veces dentro de los traumas prevenibles, y constituyen una condición absolutamente no deseada por el paciente y su familia, pero las conductas rutinarias de la dinámica familiar establecen permanentes condiciones para que ocurran. Un estudio realizado en pacientes quemados que requirieron hospitalización, realizado en nuestro servicio en 1991, reveló que estos se concentran en los dos primeros años de vida, cuando no existe conciencia de riesgo, y por ende, son consecuencia de las acciones de los adultos que desconocen cómo sus actividades cotidianas exponen al niño.
Rubrica: : Quemaduras en mano por escaldadura
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Atención inmediata al paciente quemado
La atención inicial al paciente quemado es la actitivad que con mayor frecuencia es delegada en las enfermeras, ya que generalmente ellas son expertas en la atención de la superficie corporal, problema originado en las universidades, las cuales otorgan al manejo de esta patología un tiempo y una calidad de formación decrementales en la carrera de medicina. La principal fuente de errores radica, entonces, en la subestimación del problema por parte de los médicos de urgencia.
Describiremos ahora la secuencia esperada de acciones y actitudes que debe asumir el médico de urgencia una vez que recibe un quemado. Esta secuencia debe ser conseguida sin hacer preestimaciones rápidas de superficie quemada, principal fuente de errores en el manejo del paciente, ya que es muy fácil subestimar y enviar el paciente a control ambulatorio.
MANEJO DE QUEMADURAS
Asegurar la sobrevida del paciente
Lo primero es cerciorarse de que la vía aérea esté permeable. Es posible que el niño al sufrir la quemadura realice una inspiración refleja y aspire un cuerpo extraño. Si nos fijamos en que el paciente pueda llorar o hablar, o que movilice aire sin dificultad, y examinamos la faringe para descartar la presencia de cuerpos extraños, secreciones u hollín, podremos excluir la posibilidad de que el paciente sufra daños permanentes que ni siquiera dependen directamente de la lesión por quemadura.
Luego vamos a comprobar que haya ventilación eficiente. Es tan simple como observar que haya buena incursión respiratoria, que la ventilación sea sin dificultad, y que el murmullo vesicular sea simétrico en ambas bases pulmonares.
Luego comprobaremos que haya perfusión adecuada. Para eso es muy confiable la evaluación del llene capilar del lecho ungueal, y fundamental la estimación de la saturación de la hemoglobina con un oximonitor de pulso.
Debemos asegurarnos, también, de que no haya ningún grado de déficit neurológico. Cualquier grado de compromiso de conciencia se debe a shock hipovolémico hasta que se demuestre lo contrario. Sólo ocasionalmente hay causa paralela.