El plan fue pedirle a Hefestos (el Vulcano de los romanos), quien era un "hacelotodo", a que hiciera una mujer lindísima y éste, sin mucho ruego, materializó los deseos del jefe olímpico. La muchacha realmente era un perfecto modelo de hermosura. Los dioses del Olimpo, al verla quedaron maravillados por su belleza, y cada uno le fue dando regalos que iban guardando en una caja, sin que ella lo supiera. Atenea le dio sabiduría, Afrodita, amor y así cada cual le fue entregando regalos. Hermes, el dios de los bromistas, ladrones y mentirosos le dio puras cosas malas: la envidia, la mentira, enfermedades, ira, etc. Dado que los dioses le habían otorgado dones, ella tomó el nombre de Pandora que en griego significa "Todos los regalos". Mercurio, el mensajero de Zeus, le hizo entrega formal del regalo a Prometeo, diciéndole que el gran dios del Olimpo se sentía muy orgulloso de él y es por eso que le enviaba este presente. Prometeo agradeció el gesto y cuando se hubo retirado Hermes, apartó a la mujer a un lado de su casa y no quiso tener nada que ver con ella, ya que como "individuo que presiente las cosas" (que es lo que al fin y al cabo significa el nombre Prometeo), pensó que era una trampa que le había puesto Zeus.