La información tiene valor porque nos ayuda a tomar decisiones. Podríamos decir que el valor de la información para la toma de una decisión determinada es igual a la pérdida producida por tomar la decisión errónea (la decisión contraria a la que tomaríamos si tuviéramos la información perfecta) por la probabilidad de que dicha pérdida se produzca. Es decir, lo más que estoy dispuesto a pagar por una información es lo que podría dejar de ganar si tuviera la información perfecta multiplicado por la probabilidad de esa pérdida.
Se establece así una relación jerárquica entre datos, información y conocimiento, la cual puede ser entendida como un arreglo (Figura 1). Si el objetivo es tomar mejores decisiones, para ello se recopilan muchos datos, posteriormente se asocian generando información y por último, se sacan conclusiones que apoyan la toma de decisiones.
Es paradójico cómo el esfuerzo en obtener y analizar información depende mucho más de la facilidad de obtención de dicha información que del valor que la información tiene.
El valor de la información importa. Conviene pararnos a medirlo, aunque sea intuitivamente, para que los esfuerzos de obtener información se adecuen al valor que dicha información proporciona.
Obtener la información necesaria de manera iterativa. Si disponemos de poca información, pequeñas cantidades de información, normalmente obtenidas con pocos recursos, proporcionan un alto valor. Es decir, necesitamos menos cantidad de información que la que creemos, ya que el mayor valor se obtiene al principio de la medición. Lo importante es encontrar las variables adecuadas que necesitamos medir.
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