Created by Juampi Acuña
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INTRODUCCIÓNEn esta vida que nos ha tocado vivir estamos aprendiendo continuamente, y en una materia como la gestión del riesgo, en la que todos somos alumnos, el objetivo se me presentaba complicado desde el principio. Y es que, efectivamente, todos somos gestores del riesgo, porque esoes algo que hacemos cada minuto, incluso, inconscientemente, desde el mismo momento en que nacemos; porque la vida, al fin y al cabo, es eso, riesgo. Desde el instante en que somos concebidos hasta que morimos, el riesgo está presente en nuestras vidas, y todas las situaciones de incertidumbre y ansiedad que genera son, al mismo tiempo, una fuente inagotable de enseñanzas.Reconozco que he sido un privilegiado por todo lo que he podido hacer y aprender durante estos años, y ése es el motivo por el que ahora siento la obligación, tal vez estimulado por mi vocación pedagógica tras tantos años dedicados a la enseñanza, de corresponder y compartir algunas de las lecciones obtenidas. Pero, como decíamos, la vida es riesgo en sí misma, y por ello muchos de vosotros podréis aportar vuestras experiencias,porque, por desgracia, estoy convencido de que seremos muchos los que quedaremos marcados por el estigma del accidente, ya sea de tráfico, de trabajo o en el medio natural.Con estos planteamientos tenía claro que este libro debía ser algo vivo, activo y compartido.Por ello, aunque inicialmente me planteé seleccionar varios accidentes de montaña famosos y desglosarlos intentando descubrirsus causas, enseguida supe que no me quedaba más remedio que exponer mis propias experiencias y, por ende, mis errores. Eso sí sería, cuando menos, objetivo; porque yo sí había estado ahí, en cada accidente. Lo otro no dejaría de ser un ejercicio incompleto de interpretación personal.Desnudándome así, soy consciente de que asumo ciertos riesgos y de que me enfrentaré a multitud de juicios sumarísimos, pero al final el veredicto que se emita en esta particular sentencia sólo pretende hacer recapacitar a cada uno sobre sus comportamientos pasados, presentes y futuros. Losdemás ya tenemos cada uno suficiente con nuestra propia condena.Todos podemos sufrir un accidente, ya sea en el coche, en la calle, en el hogar, en el trabajo, en nuestro tiempo libre, o dondequiera que sea, el sitio es lo de menos; y por ello este libro interesa a todo el mundo, porque leyéndolo estoy seguro que más de una vez nos sentiremos identificados odescubriremos actitudes y comportamientos propios de los que no éramos conscientes, o porque simplemente todos, más tarde o más temprano, podemos encontrarnos en situaciones similares.El medio natural que nos rodea es la mejor Escuela Primaria que podemos tener, pero no distingue entre alumnos aventajados, aplicados o mediocres, y en ocasiones puede parecernos duro y exigente. Este entorno en el que vivimos no se adapta a nuestras capacidades, somos nosotros los que debemos acudir a él con humildad y con la mente abierta, y como no lo hagamos, podemos sufrir su castigo. La naturaleza es sabiay camaleónica, unas veces se viste de maestra y otras de juez, y a veces, te pasa su factura... Pero al mismo tiempo también es generosa, y las satisfacciones y enseñanzas obtenidas son su mejor recompensa. Es una auténtica Escuela de la Vida, porque al fin y al cabo el hombre, aunque en ocasiones lo olvide, es parte de la naturaleza. Por eso las experiencias y las lecciones que se extraen del contacto íntimo con ella son tanvaliosas y apreciadas. Es tarea nuestra el aplicar posteriormente lo aprendido al terreno particular de juego de cada uno, comprobarsu validez, y adaptarnos a cada entorno específico, ya sea en el medio natural, en la montaña, las pistas de esquí, los ríos o el mar; o en ambientes artificiales como nuestro hogar, la oficina, el taller o la mina.En un lado del banquillo nos sentamos todos aquellos que bien sea por experimentar el contacto de la naturaleza, buscar un momento de esparcimiento, vivir una aventura intensa, huir del estrés diario, mantenernos en forma, o cualquier otra razón, escapamos en cuanto podemos al medio natural en autobús, bicicleta, kayak, parapente, en zapatillas o con la mochila. En definitiva, todos aquellos a los que va dirigido estelibro. Y esto, en otras palabras, significa lo siguiente:los que hemos sufrido algún accidente, aquellos que lo tendrán, los que piensan que no lo tendrán, y espero que así sea, y todos los que pueden tener responsabilidad en caso de accidente.• Los alpinistas y los senderistas.• Los guías de montaña y sus clientes.• Los responsables de escuelas, colegios, clubes o federaciones, y sus instructores.• Los profesores (léase alumnos aventajados)y sus alumnos.• Los padres y los hijos.• Los empresarios y sus empleados.• Los fabricantes.• Los juristas.• La Administración.• Y podéis añadir a vuestra propia lista a quien queráis, con nombre y apellidos.En el otro lado, la Madre Naturaleza y sus implacables reglas. Te propongo que te enfrentes a la lectura de este libro con tranquilidad. Y que tomestus notas. Como en toda sentencia, comenzaremos con unos Antecedentes de Hecho. En este caso los hechos van a ser experiencias propias, incidentes y accidentes, acontecimientos que me marcaron y que caracterizaron los diferentes procesos de aprendizaje por los que he pasado hasta el momento.Empezaremos por mis primeros pasos en el medio natural, seguiremos por los cursos formativos realizados y terminaremos con la fasemás experimentada como profesor y jefe de expediciones. En todas ellas expondré aquellos accidentes que he considerado más ejemplares,y sin entrar a fondo en las causas que los provocaron, juntos extraeremos las lecciones aprendidas más importantes basándonos en los errores cometidos. Te animo a que analices los casos que tú conozcas e intentes descubrir elementos de similitud en los mismos. Al final de esta parte y cuando mentalmente estés asimilando lo leído, ten presente lo que Oliver Wendell Holmes, un conocido poeta y escritor estadounidense,nos legó: el joven conoce las reglas, pero el viejo las excepciones.En los Fundamentos de Derecho analizaremos los aspectos teórico-prácticos de la Gestión del Riesgo. Las ideas, los principios que habremos remarcado en la parte anterior, los completaremos a continuación. Digiérelos, rebátelos, coméntalos, repásalos y sobre todo recuérdalos. Extrae lo que te parezca más importante y trata de quedarte con ello. No te preocupes si dentro de unos días, meses o años, los ves de otra manera; estarás,estamos, en la inacabable senda del saber... Aristóteles decía que los grandes conocimientos generan las grandes dudas; así que tampoco es tan malo si nos surge alguna... La sentencia la promulgaremos cada uno por separado. Yo dictaré la sentencia de mis accidentes. Tú debes tener el valor de promulgar la de los tuyos. Pero no te sientas víctima, ni te fustigues con el látigo de la culpabilidad.Te adelantaré una pista que nos dejó otro filósofo, San Agustín, hace muchos años: conviene matar al error, pero salvar alos que van errados. Y finalmente, un último consejo. En esta sentencia no malgastes tus energías preparando un recurso, admite el veredicto tanto si tu corazón y la razón te dicen que el resultado es de inocencia como de culpabilidad.Lo que sí te agradecería es que medites tus comportamientos anteriores, tu manera actual de afrontar y realizar tus actividades, y que luego busquemos juntos la manera de compartir nuestras impresiones y nos concentremos en cómo hacerlas llegar a los demás.Ésas serán nuestras lecciones aprendidas, ésa será nuestra mejor recompensa, y en eso... sí que merece la pena desgastarse.Un proverbio inglés dice que un tropezón puede prevenir una caída. Si además de evitarte algún tropezón con su lectura he conseguido que leas y releas este libro con tranquilidad, que una vez que tropieces, porque volverás a tropezar, no te quepa ninguna duda, analices el porqué del traspiés; que además te hayas convertido en un inquieto e incansable técnico de prevención de accidentes, que seas capaz de movilizar a los que te rodean, que les mentalices y que trates de evitarles esos tropezones, entonces amiga, amigo mío, habremos conseguido entre todos hacer un mundo un poco más seguro.Porque como muy bien dijo Albert Einstein, que probablemente sabía mucho más que tú y que yo: La vida es muy peligrosa. No por las personasque hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa. Y yo me niego. Y espero que tú, también...Texto citado de: Gestión del riesgo en montaña y en actividades al aire libre, Alberto Ayora , ISBN: 978-84-9829-209-1, Editorial: Ediciones Desnivel, Plaza de edición: Madrid, Fecha de la edición: Febrero 2011.
PELIGROS EN EL MONTAÑISMO:El montañismo, como deporte, es inevitablemente mencionado como una actividad de alto riesgo, esto sin tener en cuenta que para practicarlo se necesita cierto grado de preparación previa tanto en lo físico como en lo técnico y lo psicológico. Pero hay muchísimas más personas en la montaña que realizan alguna actividad de riesgo sin los conocimientos previos necesarios y que se exponen a ese mismo riesgo con mayor. El riesgo que para una persona preparada implica una posibilidad de algún incidente, para el no preparado se convierte en peligro que probablemente terminaría en un accidente serio. La diferencia está precisamente en la actitud. La naturaleza, el medio, las montañas, las cavernas, tienen características definidas que no pueden ser cambiadas por la presencia del hombre. Lo que sí puede ser cambiado es el mismo hombre en la misma situación. A estos dos aspectos se les conoce comúnmente como peligros objetivos y peligros subjetivos.PELIGROS OBJETIVOS Los peligros objetivos son procesos y condiciones naturales que existen independientemente de la presencia del ser humano. Se conocen como peligros objetivos aquellos que vienen dados por las características del medio, los terrenos inestables o expuestos, los desprendimientos y caídas de piedras y los agentes atmosféricos, terremotos. El entorno natural de la montaña es cambiante y tiene fuerzas más poderosas de las que el hombre puede imaginar al ver las montañas "inanimadas". Nada podemos hacer para evitar que sucedan, pero debemos aprender a reconocer los lugares y momentos potencialmente peligrosos para tratar de no estar allí cuando éstos se den. Algunos de estos peligros son: temporales de nieve, temperaturas extremas, oscuridad, viento, lluvia, niebla, caída de rocas, altitud, grietas, precipicios, cornisas inestables, animales y plantas peligrosos, ríos etc. Por esto es tan importante reconocer el medio previamente antes de entrar en él para evitar los peligros reales que allí existen. Sin embargo, existen peligros objetivos que son impredecibles y para los cuales nadie puede estar preparado. Por ejemplo un terremoto, que puede provocar caída de árboles, aludes, etc. Para evitarlos es esencial el conocimiento. Si es temporada de lluvias, sería impensable ir a la montaña sin equipo para protegerse. De esta manera, los peligros objetivos representan sólo el 20% en los reportes de accidentes en montaña. Con el conocimiento se evita estar en el lugar inadecuado en el momento inadecuado. Salir simplemente de campamento sin el conocimiento del medio al que se va a estar expuesto representa un riesgo inminente y esto es precisamente lo que conduce a hablar del otro peligro: el "subjetivo". PELIGROS SUBJETIVOS Los peligros subjetivos tienen su origen en las actuaciones personales y son los más comunes: falta de planificación, equipo inadecuado, desconocimiento de la zona, un cálculo incorrecto en los horarios a cubrir, no tomar en cuenta los cambios atmosféricos, la inexperiencia, y las limitaciones de las capacidades física y técnica, falta de sensatez. A esto habría que añadir un enorme desconocimiento de lo que es la montaña, combinado con un cierto romanticismo que lleva a hacer creer que todo irá bien, "tal como en la ciudad". El orgullo, el exceso de confianza, el miedo y otros factores que se originan dentro de uno mismo son también causa de accidentes, es decir: son un peligro, si no son bien conocidos. En pocas palabras, los peligros subjetivos son siempre errores cometidos por uno mismo y representan el 80% de los accidentes reportados. CONOCER Para evitar estos peligros es necesario el conocimiento de la técnica, de la montaña, de las limitaciones físicas propias y saber hasta dónde se es capaz de llegar y de un montón de aspectos que sería largo enumerar. Sin embargo, no basta con el mero conocimiento. Hace falta algo más: sentido común, ese ingrediente que es capaz de hacernos dar la vuelta para ir montaña abajo en el momento adecuado. Los montañistas son responsables no sólo de su seguridad sino también de la de aquellos que estén involucrados, sea por que forman parte de su grupo o simplemente porque estén cerca de una situación de peligro. Es común observar que las personas con poco conocimiento de técnica y falta de información del entorno al que van, provoquen accidentes como por ejemplo aludes y caídas de roca que ponen en riesgo todos los cercanos a esa zona.
DECÁLOGO PARA DISMINUIR LOS RIESGOS DE MONTAÑA 1. -Evitar los riesgos. Ésta es la primera medida y una de las más efectivas. Cualquier actividad humana comporta un riesgo, pero a veces el no hacer nada es el mayor riesgo. El objetivo en montaña no es tanto eliminar los riesgos, sino encontrar el nivel correcto de exposición. ¿Cuándo y cómo se utiliza? Principalmente en la “fase de diseño”, donde puede actuarse sobre los elementos que generan los riesgos. En montaña y en cualquier lugar esto se traduce en una PLANIFICACIÓN. ¿Existe un Plan de Prevención de accidentes de montaña? 2. -Evaluar los riesgos que no se puedan eliminar. Exige identificar aquellos riesgos que están presentes en el medio, analizar las causas que los originan, valorar la tolerabilidad del riesgo y determinar qué medidas son las más adecuadas para su control. Casi nada. ¿Y esto cómo se consigue? Con INFORMACIÓN y FORMACIÓN fundamentalmente. La nueva norma ISO 31000 de “Gestión del riesgo” propone una buena metodología válida para cualquier organización. 3. -Combatir los riesgos en su origen. Las medidas de control anteriormente definidas también tienen su orden de implementación. Siempre es preferible actuar, sobre el origen del riesgo, en segundo lugar sobre el medio de transmisión y por último sobre el receptor. ¿Por qué? Porque actuando sobre el origen podemos eliminar o aislar el riesgo y en los sucesivos estadios disminuir la probabilidad de su ocurrencia y reducir sus consecuencias. Y recordemos: únicamente el 15% de los montañeros rescatados en el Pirineo aragonés son originarios de la comunidad aragonesa. ¿Se hace prevención en el resto de las CCAA para evitar los accidentes en la montaña aragonesa? 4. -Adaptar el trabajo a la persona. Reformulemos este principio porque es importante: “Adaptar las actividades de montaña a las personas que las van a realizar”. Atañe fundamentalmente en lo que respecta a la elección de la actividad, pero también a la validación de los programas, la selección de los procedimientos, el estado y elección de los lugares de actividad, o el correcto uso de los equipos y materiales a utilizar. En definitiva, a la previsibilidad e inevitabilidad de un posible accidente. O dicho de otra forma. ¿Cómo podría responder YO ante un tribunal en caso de accidente? La gestión de riesgos implica a TODOS y debe adaptarse a las circunstancias locales. "Problemas locales, requieren soluciones locales" 5. -Tener en cuenta la evolución de la técnica. Pero sin restar importancia al factor humano, y siempre teniendo en cuenta dos aspectos fundamentales; a saber: Cualquier modificación introducida en los sistemas puede ser fuente de nuevos riesgos y que los sistemas complejos generan accidentes confusos, y a la par, igualmente complejos. La gestión del riesgo es un proceso DINÁMICO y CONTINUO. No termina nunca. 6. -Sustituir lo peligroso por lo que entraña poco o ningún peligro. No olvidemos que aunque muchos accidentes parecen explicarse analizando lo que ha sucedido en la montaña, en realidad nacen en una oficina, en la barra de un bar o en el hogar. A igualdad de eficacia, hay que realizar actividades que impliquen menos riesgos. La primera pregunta que nos vamos a hacer todos en caso de accidente es ¿POR QUÉ? Tenemos que tener claro desde el principio que objetivos buscamos. Mejor aún: ¿qué BENEFICIOS esperamos de la actividad? Y como sociedad deberíamos ser conscientes de los beneficios que nos aportan las actividades en la naturaleza. Un breve recordatorio: Los datos que ha dado a conocer el reciente estudio ALADINO (acrónimo de Alimentación, Actividad física, Desarrollo Infantil y Obesidad) inciden en un grave problema de salud. Casi la mitad de los niños evaluados alcanzan un exceso de peso: el 45,2%. De estos, un 26,1% registra sobrepeso y un preocupante 19,1%, obesidad. 7. -Planificar la prevención integrándola en la organización de la empresa. Marco de referencia inexcusable para nuestros gobernantes y todos aquellos con responsabilidades. Esta planificación exige en primer lugar ESTABLECER EL CONTEXTO, y sin datos fiables es imposible establecerlo. Todavía no nos ponemos de acuerdo en las estadísticas qué es un accidente de montaña o un accidente en montaña. Seguimos metiendo en el mismo saco un rescate con motivo de un esguince de tobillo que el rescate de un grupo de 20 menores en un tres mil. Y la diferencia no es sólo cuantitativa sino cualitativa. Debemos crear un Observatorio de Seguridad de Nieve y Montaña, y mejor si es a nivel nacional; en el que participen todos los actores implicados, con criterios de clasificación unificados, que proporcione datos precisos, con personal dedicado al análisis de los mismos, y que facilite la información necesaria para la toma de decisiones y la planificación de políticas de prevención. 8. -Adoptar medidas que antepongan la protección colectiva a la individual. Hay que mejorar la seguridad de las infraestructuras y de los programas de actividades. Y hay que promover medidas concretas tanto colectivas como individuales. ¿Cómo? Mediante inspecciones y auditorías de seguridad; destinando recursos, humanos y económicos, para la corrección de las deficiencias; y actuando sobre los “puntos negros” e “imprudentes”. Tal vez de forma paralela o después de aplicar todas estas medidas, podríamos implementar medidas sancionadoras. 9. -Dar las debidas instrucciones a los trabajadores. ¿Con qué objeto? Porque sólo aquellos que hayan recibido la formación e información suficiente deben poder acceder a las zonas de riesgo. No hacen falta barreras. Hace falta EDUCACIÓN DE MONTAÑA, cultura del riesgo en todos los niveles, que se traduzca en un comportamiento prudente y respetuoso con el medio. Al igual que en la circulación, deben existir campañas masivas y permanentes de los medios de comunicación; haciendo llegar los beneficios de las actividades en la naturaleza, y mensajes de seguridad para educar al ciudadano y disuadirle de comportamientos temerarios. Y este último principio no está en la Ley de Prevención. Probablemente porque es tan viejo como la Humanidad. Es la ley de la supervivencia, la dualidad ensayo y error. La diferencia entre el éxito y el fracaso, y la explicación de porqué como seres humanos hemos llegado hasta aquí. 10.- Aprender de los sucesos acaecidos, estudiarlos e incorporar las mejoras. Las “Lecciones aprendidas” (“Retour d’experience”, “Lessons learned”) entendidas como el análisis de las causas desencadenantes de un accidente, mediante una metodología que analiza todos los elementos implicados, favorables y desfavorables, técnicos o de comportamiento. Permiten definir las líneas de mejora para profundizar en las buenas prácticas, y transmitirlo posteriormente a todos los actores y las generaciones venideras. Es una de las paradojas del riesgo en esta sociedad actual. Buscamos con anhelo la seguridad y a la vez nos arriesgamos. Razón y emoción. Por eso cuando se produce un accidente somos incapaces de analizar el porqué y de decir claramente sus causas. Simplificamos, generalizamos y desviamos nuestra conciencia hacia esa excusa mediocre y llena de ambigüedad que es la de la mala suerte. “Lo que hacemos esculpe nuestro cerebro”. Creo firmemente que si entre todos damos unos tímidos pasos en el campo de la PREVENCIÓN, construiremos una sociedad más segura. Pero lo primero es creer en ello. Son las creencias las que determinan las motivaciones, sentimientos y conductas seguras. A todos los niveles.Texto citado de: Gestión del riesgo en montaña y en actividades al aire libre, Alberto Ayora , ISBN: 978-84-9829-209-1, Editorial: Ediciones Desnivel, Plaza de edición: Madrid, Fecha de la edición: Febrero 2011.
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