4. EL ESPACIO Y EL TIEMPO DE LA MEMORIA.

Donde las sociedades han inscrito en el espacio físico, para fomentar el recuerdo de hechos que se pretenden preservar del olvido.

PIERRE NORA: creo el término “lugares de memoria” para designar a aquellos sitios que, en ausencia de una memoria espontánea de las gentes, inducen la evocación a través de alguna inscripción o monumento.

Lo atribuye a un fenómeno moderno aunque se sabe que los romanos y después el cristianismo ya lo usaron, inculcando símbolos que permitieran a los fieles conocer y recordar momentos de la vida de Cristo.

Estudia Francia, desde su Revolución que lleno de placas y memoriales señalando momentos destacados. “Se habla tanto de memoria, porque no hay memoria. (…) Hay lugares de la memoria porque ya no hay ámbitos de la memoria”

Es un cambio en la estructura y transmisión de la memoria y también del uso político de la misma. Necesidad de crear identidad nacional unificada en países que han vivido guerras civiles, lo reconstruyen como conflictos contra fuerzas externas, aunque haya otras versiones de la historia más locales o propias de un grupo o clase social.

Cartel explicativo Placas monumentos, estatuas...

Así como las más cotidianas que conforman la tradición oral de familias y grupos humanos, también tienen sus lugares de memoria, cuyos territorios físicos de rememorización no están señalizados de un modo tan visible.

Construidos con materiales imperecederos implican una apropiación del espacio público para consolidar y difundir una información a través de un símbolo.

Así el acto de colocar una placa puede analizarse desde el punto de vista del recuerdo de su contenido, como del propio acto legitimador que supone el que los poderes establecidos permitan o incluso propicien su colocación.

Diferentes motivos por los que se llega a esa inscripción de la memoria, pero en todo caso se encuentran profundamente relacionados con las estructuras de poder que lo hacen posible y utilizan este medio para perpetuarse ideológicamente.

Diferentes motivos por los que se llega a esa inscripción de la memoria, pero en todo caso se encuentran profundamente relacionados con las estructuras de poder que lo hacen posible y utilizan este medio para perpetuarse ideológicamente.

Existe una estrecha relación entre regímenes políticos y sus símbolos espaciales, hasta el punto de que todo cambio en los primeros implica una transformación de los segundos.

Los espacios aparecen marcados con materiales efímeros: cruces de madera, flores en caminos, fotos en altares familiares, detalles apenas perceptibles para un ojo no avisado.

La marcación espacial sirve para pacificar a través de la narrativización y la representación monumental el recuerdo de un suceso doloroso para la comunidad.

Los lugares en los que habita la memoria son activados a través de las conmemoraciones y aniversarios

PAUL RICOEUR: DEBER DE MEMORIA: el deber de hacer justicia, mediante el recuerdo, a otro distinto de sí.

Este dolor de las victimas se ha convertido en una obligación ética, la exhibición demasiado explícita de las heridas sociales puede perpetuar el sufrimiento, como recordaba HAYNER.

Este dolor de las victimas se ha convertido en una obligación ética, la exhibición demasiado explícita de las heridas sociales puede perpetuar el sufrimiento, como recordaba PAUL RICOEUR

HAYNER: DEBER DE MEMORIA: el deber de hacer justicia, mediante el recuerdo, a otro distinto de sí.

Honrar a las víctimas a través del reconocimiento público del daño que sufrieron, sin despertar a la vez el daño colateral de un recuerdo demasiado vivo que impida superar el duelo.

Esta estrategia viene siendo utilizada desde antiguo por el arte fúnebre, plagado de alegorías de la muerte.