¿QUÉ ES EL MIEDO?

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Nos convertimos en lo que pensamos. La mente lo es todo. El miedo es inevitable, el sufrimiento que produce, es opcional. Los temores se curan aprendiendo a disfrutar de la vida, mirando hacia el futuro con ilusión y viviendo el presente de forma equilibrada y compasiva
Isidro Esparza Marín
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Isidro Esparza Marín
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¡QUÉ ES EL MIEDO?

QUÉ ES EL MIEDO?   30 AGO 2017   John, varón de 35 años, estaba trabajando en las Torres Gemelas el día 11 de septiembre del 2011. Se encontraba en la “segunda torre”. Bajó las escaleras a la velocidad del rayo, consiguió salir del edificio y permaneció varias horas entre los escombros. Al darse cuenta de que había resistido a un ataque terrible, buscó a otros supervivientes entre las ruinas. Percibió y sintió la muerte dejando cadáveres a sus pies, mientras gritaba desesperado y buscaba restos de vida. Varios de sus compañeros fallecieron ese día. Meses después no era capaz de estar a oscuras, tenía pesadillas recurrentes en las que se levantaba sudando y chillando y no fue capaz de subirse a un avión hasta muchos años después. Su mente se bloqueaba con facilidad, y su cuerpo se tensaba con pequeños sonidos, imágenes o recuerdos de aquel día. John precisó terapia durante años para superar su angustia, su trauma y su miedo atroz.   Los psiquiatras y psicólogos para tratar el miedo, no solo acudimos al punto de partida, sino que precisamos entender la fisiología del cerebro y estudiar qué mecanismos se han alterado ante los sucesos traumáticos.   Empecemos por el principio: el miedo nos acompaña desde el nacimiento. La manera en la que gestionamos esa emoción nos define en nuestro desarrollo como personas. El miedo se puede convertir en nuestro gran enemigo y perturbar nuestra percepción de la vida. Decía Tito Livio, “el miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”. El temeroso percibe su entorno como algo hostil, que le altera y le convierte en un ser vulnerable a todo. Por tanto, segunda idea clave: no es cuestión de eliminar la emoción miedo, sino de saber que existe y aprender a gestionarlo de forma correcta.   El miedo es una emoción clave y fundamental en nuestro equilibrio interior y en nuestra supervivencia. Uno precisa tener miedo a ciertas cosas para no lanzarse a todo tipo de periplos y aventuras sin medida. Cualquier ser humano posee temores en su vida; los valientes y los triunfadores también, pero saben gestionarlo. Los grandes desafíos poseen un componente de incertidumbre: nada grande comienza sin un poco de miedo.   La gestión de las emociones es el gran éxito y la puerta de entrada al equilibrio personal y al bienestar emocional. Cuando el miedo realiza un golpe de estado y se vuelve el amo y señor del comportamiento, nos encontramos ante un problema. En estos casos, la vulnerabilidad de la persona que lo padece aumenta y cualquier estimulo por pequeño que sea puede producir una descarga que altera química y fisiológicamente el organismo. Y ahí surge la ansiedad, el miedo patológico que bloquea e impide hacer una vida normal.     ¿COMO FUNCIONA EL CEREBRO? ¿ QUÉ SUCEDE EXACTAMENTE?  El centro del miedo se encuentra en la amígdala cerebral, lugar pequeño pero que posee una gran relevancia en nuestra vida y comportamiento. La amígdala, según estudios recientes, está activa desde el final del embarazo. Tiene una gran capacidad para almacenar recuerdos emotivos y reacciona dependiendo de las emociones que surgen. Ante el estrés, un susto o una amenaza se activa el sistema nervioso simpático. El cortisol (hormona liberada por las glándulas suprarrenales) segrega, nos pone alerta y nos prepara para huir, luchar o sobrevivir. El cortisol, y la adrenalina, revolucionan el organismo, activando el corazón para poder llevar sangre a la musculatura (para poder salir corriendo) quitándosela, por ejemplo, a la zona intestinal (en ese momento no necesitamos comer; por eso la angustia bloquea el apetito). Si vivimos esa amenaza de forma constante, si nos sentimos estresados a menudo, si nuestros pensamientos negativos toman el mando de nuestra vida, el cortisol se cronifica (“intoxicación por cortisol“) y se va produciendo un deterioro progresivo del organismo a nivel del tejido óseo (mayor facilidad de fracturas), muscular (roturas fibrilares o contracturas) y de la piel, acelerándose el envejecimiento. Si la angustia sentida es muy potente, se producen cambios a nivel cognitivo. Un ejemplo claro; la actividad en la corteza prefrontal (zona encargada de resolver problemas) disminuye, y por tanto nos cuesta ver con claridad las diferentes opciones. La respuesta que surge es, con frecuencia, la más primitiva, impulsiva y menos racional. Siempre me ha impactado que haya personas que paguen dinero por ir al cine a ver películas de terror. Hace poco leí un artículo sobre cómo ciertas situaciones de miedo producen placer e incluso pueden reducir la ansiedad. El gran Alfred Hitchcock– que padecía una fobia irracional a la policía según cuentan- ha sido uno de los grandes artífices de este género. Él definía un concepto: el “miedo controlado“. Esto significa que cuando uno ve una escena de miedo es consciente de que se encuentra fuera de la pantalla. Por muy terrible, angustioso y terrorífico que sea el argumento, horas después se encontrará en la calle tomando algo, en su casa, con su familia o descansando. Su cerebro actúa durante el miedo o el susto segregando la hormona miedo, el cortisol, pero al estar “controlado“, su emoción puede pasar del pánico a la risa hasta con cierta facilidad. No todo el mundo puede disfrutar del “miedo controlado”. Lo fundamental es ser consciente de que esa escena no es real. Por eso no se recomienda inducir miedo a niños como base de la educación, ya que si aquello por lo que se asustan no es real, pueden acabar convirtiéndose en adultos miedosos e inseguros.   Termino con unas claves sencillas para gestionar los miedos:   – Aprende a reconocer tus miedos. No los anules, ni ocultes; toda emoción reprimida retorna por la puerta trasera y puede ser el origen de heridas y sufrimientos físicos y psicológicos;   – No temas en acudir al origen, acude a desenmarañar los principios y causas de tus inseguridades pero ¡ojo! cuidado con las “terapias imposibles” que acaban perjudicando más que ayudando,   – El miedo siempre va a existir, aprende a ser optimista y encuentra la salida al bucle tormentoso de pensamientos que te bloquean.   RESUMEN: Nos convertimos en lo que pensamos. La mente lo es todo. El miedo es inevitable, el sufrimiento que produce, es opcional. Los temores se curan aprendiendo a disfrutar de la vida, mirando hacia el futuro con ilusión y viviendo el presente de forma equilibrada y compasiva.     Dra. Marian Rojas Estapé. Psiquiatra

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