Erstellt von Antonio Pérez Ramón
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Contextos cultural y filosófico. El método cartesiano La estructura de la realidad: la teoría de las tres sustancias. -La duda metódica: procedimiento cartesiano para llegar a la primera verdad. -La primera certeza y el criterio: "pienso, luego existo". -Las ideas. -La demostración de la existencia de Dios. -La demostración del mundo. Relación con otra posición filosófica. Actualidad: matematización y desarrollo científico y técnico. El mecanicismo cartesiano y el problema mente-cuerpo.
En 1637 se publica en Holanda el Discurso del método para dirigir la razón y buscar la verdad en las ciencias. El contexto de la primera mitad del siglo XVII en la que vive Descartes, ayuda a explicar por qué éste cree necesario una obra que se ocupe del método y por qué defiende que el anterior "camino" al conocimiento debe abandonarse, buscando una certeza para sobrevivir a la crisis del momento. Se dan unas crisis que van a recorrer todo el siglo XVII, que se corresponden en el plano social con el desarrollo de la burguesía y en el plano ideológico con la necesidad que se experimenta de una nueva concepción del mundo basada en el concepto de Razón. Esta crisis supuso la caída definitiva de los fundamentos de la Europa medieval, y el establecimiento de los nuevos pilares sobre los que se construirá la Europa moderna. Hay que añadir que se va produciendo en la mentalidad y que se manifiesta en el desarrollo del espíritu científico, desde los tiempos del Renacimiento. El desarrollo del pensamiento cartesiano se enmarca en el proceso abierto en el Renacimiento con el antropocentrismo, la consolidación del humanismo y el desarrollo de la ciencia, que supuso la reacción contra los fundamentos de la escolástica y contra la autoridad de la fe como fuente de conocimiento. Se exalta el valor de la razón frente a la autoridad de libros y maestros, y se fomenta de esta forma el desarrollo científico. Hacia la mitad del siglo va ganando terreno la mentalidad racionalista por influencia del cartesianismo la nueva ciencia, que se manifiesta en primer lugar en el campo de la astronomía con Kepler y Galileo y de la medicina con figuras como Harvey, Siguió el desarrollo de las matemáticas con figuras como Gassendi, Descartes, Leibniz, etc., y de la física que en esta época tiene su culminación en Newton que descubre la ley de la gravitación universal. Estos descubrimientos ahondan el enfrentamiento entre los partidarios de la teoría de Aristóteles y los partidarios de las de Copérnico. La explicación cartesiana del mundo es una explicación mecanicista, totalmente distinta y opuesta a la explicación aristotélica dominante, de carácter teleológico. El pensamiento de Descartes registra diversas influencias en el ámbito filosófico de la época. La primera influencia viene d escepticismo, que rechaza, y del estoicismo, que admite en sus reglas provisionales de la moral. La crisis y pérdida de referentes de la época trajo el escepticismo, destaca Michel Montaigne (Francia). La estrategia cartesiana empezará por vencer el escepticismo con sus propias armas transformando la duda escéptica en metódica. Por otra parte, resaltar la postura de Descartes ante la filosofía escolástica, aunque la descalifica, no es capaz de superar algunos de sus conceptos y planteamientos. Sigue usando la noción de sustancia (res) para referirse al yo, como si el yo fuera una simple cosa, al modo del realismo aristotélico. Filosóficamente, lo más notorio es la polémica entre el pensamiento racionalista continental (Descartes, Malebranche, Spinoza, Leibniz) y el empirismo inglés (Bacon, Hobbes, Locke, Hume), polémica centrada en el tema del origen del conocimiento. El racionalismo ve la razón como fuente principal del conocimiento humano. Un conocimiento sólo merece en realidad ese nombre cuando es lógicamente necesario y universalmente válido. Cuando la razón juzga que una cosa tiene que ser así y no puede ser de otro modo, siempre y en todas partes, nos encontramos con un verdadero conocimiento. Por el contrario, el empirismo defiende que la única fuente de conocimiento humano es la experiencia. Todos nuestros conceptos, incluso los más generales y abstractos, proceden de la experiencia. Otros títulos son las “Meditaciones metafísicas” (1641), los “Principios de la filosofía” (1644) y “Las pasiones del alma” (1649). También hay que añadir la obra póstuma, que nos muestra el Descartes más genuino: el “Tratado del hombre”, “Reglas para la dirección del espíritu” (1628) y “Le Monde ou Traité de la Lumiére”. En el ámbito de la cultura observamos dos fenómenos opuestos: el Barroco y el Clasicismo: El Barroco expresa la crisis rompiendo el equilibrio y la armonía renacentistas, exaltando el exceso y la desmesura. Los edificios se hacen más dinámicos mediante el aumento de la curvatura, las imágenes adoptan posturas forzadas y en pintura resalta el contraste cromático. Todo es cambio, mutación, no hay nada estable. La realidad se reduce a la apariencia. La vida se representa como un sueño o un teatro, fugaz, pero como uno perturbador o una gran farsa. En relación con la fugacidad del tiempo aparece el reloj. El Clasicismo propugna la imposición de una ley y orden racional, claridad y sencillez, que era lo que buscaba Descartes, frente a las distorsiones y excesos del Barroco.
En el Discurso del método, Descartes compara todo el saber de su época con un edificio en ruinas que no merece la pena intentar restaurar. Hay que derribarlo y construir una nuevo. Por lo tanto, el proyecto cartesiano propone una reconstrucción del saber desde sus mis raíces y la unificación de todas las ciencias en una sola. Todo esto es posible, ya que, según Descartes, existe un método universal, único para todas las ciencias y que todas las ciencias forman una unidad orgánica. En la primera parte del "Discurso" Descartes se nos presenta como un hombre cansado de los errores y de la inutilidad de los conocimientos. Él mismo dice que "camina sólo y en la oscuridad". Pero dado que el método que busca Descartes no es un método particular para una ciencia concreta sino un método universal, es necesario adoptar algunas precauciones. La primera es evitar la ligereza, la segunda actuar con circunspección y la tercera, no abandonar las opiniones previas hasta no haber terminado el proyecto de reformar y no haber descubierto el método. De ahí la importancia que se le da al problema del método: antes de responder la cuestión metafísica, busquemos la manera de no equivocarnos El comienzo de la Edad Moderna se caracteriza por la búsqueda de un método nuevo, que sustituya al utilizado anteriormente, el silogismo aristotélico. Esta búsqueda es la expresión de una situación de crisis. La escolástica se mostró incapaz de explicar algunos hechos de la naturaleza, ya que el criterio que utilizaban los escolásticos era el de autoridad, pero ahora la razón no conoce más autoridad que ella misma. Origenes del método Descartes se fija en los tres saberes que le parecen más significativos: la lógica, el análisis y el álgebra. De la lógica crítica tres cosas. La primera, que la argumentación lógica no sirve para aumentar el conocimiento, y por lo tanto es incapaz de descubrir nuevas verdades. La segunda, que la lógica se puede utilizar para hablar sin fundamento de lo que no se sabe. Y la tercera, que la lógica está mal organizada, combinando reglas correctas y adecuadas con otras inadecuadas o innecesarias. Definición del método Es el conjunto de “reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales el que las observe exactamente no tomará nunca lo falso por verdadero y llegará, sin gastar inútilmente esfuerzo alguno de la mente, sino siempre aumentando gradualmente la ciencia, al verdadero conocimiento de todo aquello de que sea capaz” . Reglas del método 1ª. La evidencia es el criterio de verdad. No aceptar como verdadera alguna cosa si no sabemos con evidencia que lo es. - La evidencia consiste en la claridad y distinción. Lo claro se opone a lo oscuro. Una idea clara es una idea separada de las demás ideas. Lo distinto se opone a lo confuso. Una idea distinta es aquella cuyas partes están separadas entre sí, que tiene “claridad interior”. Una idea puede ser clara sin ser distinta, pero di es distinta ha de ser clara también. - El acto del entendimiento por el cual se alcanza un conocimiento evidente es la intuición, que es el acto de la evidencia o la verdad. Hay que evitar dos vicios fundamentales en la búsqueda de la verdad: la precipitación y la prevención. - La precipitación o tomar por verdadero lo que no lo es. Contra ella propone la circunspección. Para Descartes este vicio lo produce la voluntad. - La prevención o negarse a aceptar la verdad de lo que es evidente, lo que es claro y distinto. Es el vicio opuesto a la precipitación. 2ª. En sentido estricto el método comienza con esta regla segunda, el análisis: “Dividir cada una de las dificultades que examinare en tantas partes como fuera posible y en cuantas requiriese su mejor solución”.La división de las dificultades tendrá un límite, que está representado por lo que llama en las Reglas “naturalezas simples”, que se definen como los elementos indivisibles, que constituyen el último término del conocimiento, más allá del cual no podemos ir. Representan el último momento del análisis y el primero de la síntesis. Se captan por la intuición. 3ª. Una vez divididas las dificultades alcanzamos las “naturalezas simples” y se aplica la tercera regla del método, la síntesis, que nos aconseja conducir ordenadamente los pensamiento, “comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más complejos”. El segundo y tercer precepto constituyen el núcleo fundamental del método cartesiano. Ambos están íntimamente ligados. Una vez concluida la labor de la intuición, por la que se alcanzan las naturalezas simples, comienza el momento de la deducción, que es “la operación por la cual se infiere una cosa de otra” 4ª. Esta regla nos aconseja: “Hacer en todo enumeraciones tan complejas y revisiones tan generales que estemos seguros de no omitir nada”. El ejemplo cartesiano es el de la cadena: sólo podemos estar seguros de la solidez de la cadena si la hemos recorrido sin omitir ningún eslabón. ¿En qué se inspiró Descartes para elaborar su método? Descartes dice que el método que los inspiró fue el seguido por lo geómetras. Estos parten de las cosas más sencillas y fáciles de conocer hasta llegar a las cuestiones más difíciles y complejas. Descartes se muestra descontento con lo aprendido, excepto con las matemáticas, siendo estas únicas en las que encuentra la verdad. Descartes considera que lo que hace verdaderos los conocimientos matemáticos es el método empleado para conseguirlos. No es que haya en las matemáticas una estructura que hace inevitablemente verdaderos sus conocimientos, sino que es el método que utilizan los matemáticos lo que permite conseguir tan admirables resultados. La aplicación de método a las matemáticas funciona muy bien y Descartes obtiene el primer éxito: la geometría analítica. Por ello propone aplicarlo a otras ciencias, pero para ello es necesario comenzar por establecer la certeza de los elementos en los que se apoya el resto de conocimientos. La metafísica establece esos primeros principios. Por ello, se debe aplicar el método a la filosofía, donde Descartes encuentra ningún conocimiento cierto. Gracias a ello Descartes a obtenido dos ventajas que puede generalizar a cualquier otro tipo de conocimiento. La primera es que es un método racional, es decir, que solo usa la razón; la segunda es que permite a la mente entender las cosas con más claridad distinción.
Descartes distingue tres ámbitos de la realidad: Dios o Sustancia infinita (res infinita); el yo o sustancia pensante (res cogitans) y los cuerpos o sustancias extensa (res extensa). Lo primero que hace Descartes es utilizar la regla del análisis con el fin de llegar a una verdad absolutamente segura. El procedimiento que usa es la duda. Se trata de una duda metódica y universal, usada como medio para obtener la verdad. 3.1 LA DUDA METÓDICA: PROCEDIMIENTO CARTESIANO PARA LLEGAR A LA PRIMERA VERDAD. Para el Racionalismo el entendimiento ha de encontrar en sí mismo las verdades fundamentales (ideas innatas) a partir de las cuales sea posible deducir el edificio entero de nuestro conocimiento (ideal deductivo). Este punto de partida ha de ser una verdad absolutamente cierta sobre la cual no sea posible ejercer la duda. La búsqueda de este punto de partida exige eliminar todo aquello de lo que sea posible dudar. . Emprender la duda metódica (no escéptica o existencial) es la única manera de fundar la filosofía sobre un cimiento sólido, sobre un principio que sea realmente indudable. Radicalidad de la duda: la duda es progresiva, pues en ella distinguimos cuatro niveles de amplitud y radicalidad, aunque el Discurso sólo expone tres. El cuarto no aparecerá hasta las Meditaciones metafísicas. El primer nivel se refiere a los sentidos, que nos engañan a menudo. Dudar de los sentidos nos permite dudar de que las cosas sean cómo las percibimos, no de que existan tales cosas La imposibilidad de distinguir el sueño de la vigilia, ya que los mismos pensamientos pueden asaltarnos estando dormidos o despiertos. Esta razón para dudar parece afectar a la existencia de las cosas y del mundo, pero no a ciertas verdades, como las verdades matemáticas (dormidos o despiertos, en la geometría euclidiana los tres ángulos internos de un triángulo suman 180 grados). A pesar de la certidumbre de las verdades matemáticas, logrará mostrar que tales verdades no son del todoindudables, porque algunas veces ha incurrido en paralogismos (razonamientos incorrectos) al tratar cuestiones relacionadas con la geometría. Sin embargo, en esta cuarta parte del Discurso Descartes afirmará posteriormente que no sólo Dios garantiza el criterio de verdad, sino también la certeza de las matemáticas, cuyas demostraciones, siempre que se muestren claras y distintas, serán verdaderas. La hipótesis del genio maligno, permite extender la duda a todo el ámbito del saber. Cuando la duda es más intensa, cuando no puede estar seguro de nada, alcanza la verdad del primer principio que estaba buscando. 3.2 LA PRIMERA CERTEZA Y CRITERIO: "PIENSO, LUEGO EXISTO". CRÍTICAS AL COGITO CARTESIANO. Esta duda radicalizada conduce a una primera verdad absoluta e inmune a toda duda: la existencia del propio sujeto que piensa y duda. Esto es lo que expresa Descartes con su célebre "COGITO, ERGO SUM", que es una verdad tan firme que ni las más extravagantes de las dudas escépticas podrían atentar contra ella. La función del cogito es doble: señala el tipo ejemplar de proposición verdadera y prepara el camino para la radical distinción entre el cuerpo y el alma. Por el mero hecho de dudar y de haber intentado convencerse de que no existía, tiene que existir. Análisis del yo pienso y consecuencias. Primera consecuencia: la esencia de la sustancia pensante. Lo único cierto es un sujeto cuyo modo de ser es pensar, que es su naturaleza, esencia o atributo Segunda consecuencia: el yo es el alma, lo que define esencialmente al hombre. A su vez, al alma lo define su ser pensamiento Tercera consecuencia: el dualismo antropológico. El yo o alma no necesita de ninguna condición material, tampoco del cerebro. Por ello, es independiente y distinta de cualquier sustancia material, si es que existe. Cuarta consecuencia: el alma es más fácil de conocer que el cuerpo, ya que de ella tenemos una certeza inmediata e intuitiva, mientras que todavía no me consta la existencia del cuerpo. Quinta consecuencia: la inmortalidad del alma. Si el alma es pensamiento y, por tanto, independiente del cuerpo, entonces es inmortal, ya que para ser, es decir, pensar, no necesita del cuerpo. El concepto de sustancia es fundamental en Descartes, y a partir de él, en todos los filósofos racionalistas. La sustancia es una cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir. Según esta definición, solo podría existir una sustancia: la sustancia infinita o Dios, pero el cogito es el primer principio en el orden subjetivo o del conocimiento de certezas. Descartes descubrirá que el yo depende de Dios, el primer principio en el orden del ser. La primera certeza encontrada es el yo, no Dios. El objetivo último de la filosofía cartesiana al afirmar que alma (pensamiento) y cuerpo (extensión) constituyen sustancias distintas es salvaguardar la autonomía del alma respecto de la materia. Porque la ciencia clásica, cuya concepción de la materia comparte Descartes, imponía una concepción mecanicista y determinista del mundo material, en el que queda poco o ningún sitio para la libertad.el cogito es el primer principio en el orden subjetivo o del conocimiento de certezas. Descartes descubrirá que el yo depende de Dios, el primer principio en el orden del ser. La primera certeza encontrada es el yo, no Dios. El objetivo último de la filosofía cartesiana al afirmar que alma (pensamiento) y cuerpo (extensión) constituyen sustancias distintas es salvaguardar la autonomía del alma respecto de la materia. Porque la ciencia clásica, cuya concepción de la materia comparte Descartes, imponía una concepción mecanicista y determinista del mundo material, en el que queda poco o ningún sitio para la libertad. 3.3 LAS IDEAS El yo sólo existe como ser pensante, que tiene ideas. Para hacer esta deducción Descartes cuenta con dos elementos: el pensamiento como actividad y las ideas que piensa el yo. Las ideas, objeto de mi pensamiento. Del análisis anterior concluye Descartes que el pensamiento recae directamente sobre ideas, es decir, que el pensamiento piensa siempre ideas. Aquí la idea no es ya una lente transparente, sino una representación mental, algo así como una fotografía que contemplamos en nuestra mente. Las ideas como realidad objetiva y como acto mental Descartes distingue dos aspectos en las ideas: su realidad formal en cuanto que son actos mentales o "modos del pensamiento", y en cuanto poseen un contenido objetivo ser imágenes que representan cosas. Como actos mentales,odas las ideas tienen la misma realidad, pero en cuanto a su contenido objetivo su realidad diversa y distinta porque representa seres con distintos grados de realidad. Clases de ideas Descartes distingue tres tipos de ideas: ideas adventicias, las que parecen provenir de nuestra experiencia externa (las ideas de hombre, de árbol, de los colores, etc.) Ideas facticias, las que construye la mente a partir de otras ideas, por ejemplo, la idea de un caballo alado, de un centauro, etc. Las ideas más importantes son las innatas, su origen no puede ser otro sino que el pensamiento las posee en sí mismo, (pensamiento, existencia, Dios, extensión, etc.).
3.4 LA DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS El próximo problema que tratará de resolver Descartes será el de la demostración de la existencia de Dios mediante tres argumentos: dos causales y el tercero ontológico. La idea que poseo de un ser perfecto debe ser explicada y, con el primer argumento causal, Descartes demostrará que Dios es la causa de dicha idea, ya que sólo puede haber sido causada en el yo por un ser que tenga tanta realidad formal como realidad objetiva tiene su idea correspondiente. Por ejemplo, la idea de ser bueno no puede estar causada por lo que carezca de bondad. Ahora bien, la sustancia pensante es imperfecta porque duda. Pero entre sus ideas se encuentra la idea de ser perfecto. ¿Cuál es, entonces, el origen de esa idea? Dios causa mi idea de ser perfecto. El punto de partida del segundo argumento causal va ser el “yo que posee ideas de perfecciones”. Si yo soy imperfecto, pero poseo ideas de cosas perfectas, entonces tiene que existir una causa que me haya hecho con tales ideas. Esa causa tiene que ser Dios, pues sólo él tiene esas perfecciones de las que yo tengo ideas. Así, puesto que no tengo esas perfecciones pero tengo sus ideas, Dios es mi causa y, por tanto, existe. Demostrada la existencia de Dios, Descartes deduce su naturaleza o esencia, sin olvidar que Dios no es completamente cognoscible por mí, pues mi entendimiento es finito. Lo que en mí implica imperfección no estará en Dios, pero sí contendrá las perfecciones de las que yo tengo ideas. Dios, que es un ser perfecto, será un ser simple, de manera que el resto de sustancias, lo imperfecto, es una continua creación divina. El tercer argumento es una reformulación del argumento ontológico de San Anselmo de Canterbury en relación con las demostraciones de la geometría. En matemáticas se demuestra necesariamente que, por ejemplo, dado un triángulo, sus ángulos suman 180º. Sin embargo, esa demostración no dice nada sobre la existencia de ese triángulo. Por tanto, lo que el criterio de verdad garantiza es la verdad de la demostración, no la existencia del objeto. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con la idea de triángulo, la de ser perfecto contiene la existencia de ese ser (infinito, omnipotente, omnisciente, bueno…, y existente). Igual que una característica del triángulo, para que lo sea, es que sus ángulos suman 180º, una característica de la idea de ser perfecto es la existencia del mismo. De lo contrario, dicha idea no sería la idea de un ser perfecto, pues la faltaría una perfección, su existencia. Crítica a la doctrina escolástica del conocimiento Una vez demostrada la existencia de Dios, Descartes afirma que no sólo el alma, sino también Dios, es más fácil de conocer que lo sensible. De hecho, el yo conoce con certeza su existencia y la de Dios sin tener certeza de la existencia del mundo ni de su cuerpo. Por tanto, la idea de Dios y del alma son innatas. La doctrina tradicional de la escolástica decía que el conocimiento de Dios estaba reservado a unos pocos. De ahí la necesidad de la Revelación. Descartes piensa exactamente lo contrario, puesto que la idea de Dios es una idea clara y distinta. Pero, harto de los ataques que recibía, responde con una crítica muy dura, dirigida a la teoría del conocimiento que subyacía tras esos ataques, que no es sino el aristotelismo escolástico. Según esta doctrina, todo el conocimiento nos viene a través de los sentidos. Descartes acusa a los defensores de esta teoría de ser poco racionales, de usar más la imaginación que el entendimiento. Descartes acusa a los defensores de esta teoría de ser poco racionales, de usar más la imaginación que el entendimiento. Tienen dificultad en conocer a Dios y la naturaleza del alma, porque se han equivocado de facultad cognoscitiva. En la certeza de nuestros conocimientos sensibles, ya provengan de los sentidos, ya estén mezclados con ellos (la imaginación), interviene el entendimiento. En todo conocimiento, sea el que sea, para que haya certeza tiene que haber una presencia del entendimiento. Deducción de la existencia del mundo Entramos en la tercera deducción metódica. Una vez demostrada la existencia de Dios, Descartes deduce que, como Dios es un ser perfecto y veraz, todo lo que proviene de Él, en cuanto nos ha creado, o sea, el mundo y la mente, es verdadero. Asimismo son verdaderas las ideas de la mente y es válido el criterio de certeza, porque Dios no nos ha podido construir mal; eso iría contra la idea de un Ser Perfecto. Lo primero que hace Descartes es fundamentar la certeza del conocimiento sensible. Otra prueba de que Dios y el alma son mejor y más fáciles de conocer que lo sensible es que su conocimiento necesita del conocimiento de Dios.Descartes no ha encontrado todavía ninguna razón que haga indudable la existencia del mundo, incluido su cuerpo. Los motivos de duda que sirvieron para rechazar la certeza del mundo siguen presentes. Posteriormente va a demostrar por qué sólo la certeza de Dios puede garantizar la certeza de las ideas adventicias y, por tanto, la existencia del mundo. En segundo lugar, tampoco es válido el criterio de la claridad y la distinción, si no se admite la existencia de Dios que, como ser perfecto, no nos ha podido construir mal. No todas las ideas que tenemos son completamente verdaderas; algunas de ellas son falsas, porque son oscuras y confusas. Esto se debe a un defecto de los seres creados, que, por ser finitos, no somos totalmente perfectos. Aquello que no es claro y distinto sino obscuro y confuso, no ha sido creado por Dios y proviene de la nada. Descartes puede sostener que Dios, al ser perfecto y bueno, no puede habernos dado una mente sujeta a error acerca de materias que cree percibir con la máxima claridad. Hasta que no sepamos que Dios existe, no tenemos ninguna garantía de fiabilidad de la mente, ni siquiera en las cosas más sencillas. Por eso, desde el principio, la empresa cartesiana se encuentra amenazada por un siniestro círculo vicioso: no podemos confiar en nuestras ideas claras y distintas hasta saber que Dios existe; pero no podemos demostrar la existencia de Dios si no nos fiamos de nuestras ideas claras y distintas. La respuesta de Descartes es por lo tanto que existen algunas proposiciones tan claras y tan sencillas que, incluso sin disponer de una garantía divina de la fiabilidad de la mente, se garantizan a sí mismas. En tercer lugar, la existencia de Dios también fundamenta el conocimiento matemático. Esta fundamentación es consecuencia de la anterior fundamentación del criterio de certeza. Los matemáticos se caracterizan por formular ideas "muy distintas" y precisas. Ya tenemos fundamentado el criterio de certeza. En cuarto lugar, la existencia de Dios fundamenta la existencia del mundo. Nuestro conocimiento del mundo sensible no sólo es erróneo cuando dormimos. También despiertos nuestros sentidos externos nos llevan a error. Lo importante para el conocimiento del mundo no es que estemos despiertos o dormidos. Lo importante es que aquello que conocemos se ajuste a la evidencia de la razón. Descartes recalca que los pensamientos han de ajustarse a la razón, y no a la imaginación o los sentidos. Para Descartes el mundo existe, pero no tal como nos lo ofrecen los sentidos, sino tal como lo entiende la razón. Y la razón nos presenta el mundo como res extensa, que es una idea innata. No todas las ideas son igualmente verdaderas. Las más importantes son las ideas innatas, porque nos dan un conocimiento claro y distinto. Les siguen las ideas adventicias que pueden tener claridad pero no distinción Y en el último lugar están las ideas facticias, cuya claridad depende de la imaginación y carecen de existencia real. Todas ellas tienen un fundamento mayor o menor de verdad, que depende de Dios. No es posible que Dios, que es la Suma Verdad, nos pueda engañar. Luego el mundo existe.
3.5. LA DEMOSTRACIÓN DEL MUNDO - RES EXTENSA - Para la construcción del nuevo edificio de la filosofía Descartes todavía tiene que justificar la existencia del mundo. La demostración de la existencia del mundo o cosas materiales será fácil: puesto que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que me engañe al creer que el mundo existe, luego el mundo existe. Dios sólo garantiza la existencia de un mundo constituido exclusivamente por la extensión y el movimiento (cualidades primarias). A partir de estas se puede para Descartes deducir la física y las leyes generales del movimiento, de corte mecanicista. Este mecanicismo incluye tanto a los cuerpos inorgánicos como a los orgánicos.
La filosofía de Ortega se construye, en parte, frente al modelo de razón propuesto por el racionalismo de Descartes. Y lo hace en dos frentes: en su oposición a la importancia concedida por Descartes al sujeto del conocimiento y en su oposición a la sobrevaloración cartesiana de la razón frente a la vida; de estas oposiciones y de las que también desarrolla Ortega a otras posturas filosóficas, surgirán sus doctrinas perspectivística y raciovitalista. Así, en primer lugar, Ortega, considerando las líneas esenciales de la historia de la filosofía, considera que ésta ha transcurrido por dos etapas, que surgen como respuestas diferentes ante la relación entre razón y ser, entre lo subjetivo y lo objetivo: realismo e idealismo. La postura realista es la perspectiva general que la filosofía adopta desde sus orígenes, en la Grecia del siglo VI a.C., hasta el Renacimiento europeo. En términos generales, consiste en conceder primacía, independencia y capacidad de imposición a las cosas sobre el hombre, es decir, el realismo es una filosofía que se construye exclusivamente en torno a las cosas. Por el contrario, la postura idealista (que es impulsada de modo ejemplar por Descartes) es la nueva actitud vital y filosófica que transcurre desde el Renacimiento hasta el siglo XX. Surgió en su momento como una crítica y superación del realismo; así, frente a la primacía que el realismo le otorga a las cosas, para el idealismo será la razón, el sujeto humano (el cogito de Descartes), quien protagonice la relación hombre mundo. Es decir, el idealismo es una filosofía que se construye exclusivamente en torno al sujeto. Frente a este antagonismo, para Ortega lo auténticamente real es el yo y las cosas, un yo permanentemente referido a las cosas, actuando con y sobre ellas, preocupado por ellas, pensando en ellas. Además, las cosas no son algo ajeno al hombre, al yo, sino que forman parte de su vida, como obstáculos o circunstancias que nos favorecen o nos suponen trabas, gratificándonos o haciéndonos sufrir. Ese encuentro, relación y trato entre el yo y las cosas es lo que Ortega entiende por “vida”. Lo auténticamente real es el yo y las cosas, constituyentes inseparables de la vida. Tanto el realismo como el idealismo caen en el mismo error, son la cara y cruz de la misma falsa moneda, al ignorar la vida como realidad radical, como coexistencia en un mismo plano del yo y las cosas, de lo subjetivo y lo objetivo. En concreto, el racionalismo cartesiano, verdadero iniciador del subjetivismo, disuelve el mundo exterior a favor del yo, de la “sustancia pensante”. Para Ortega, no puede existir el yo sin las cosas, sin mundo. No puedo hablar de las cosas sin el yo, pero tampoco puedo hablar de un yo sin las cosas. Para Ortega, ni es válida la postura del racionalista dogmático, para el que la verdad es una, la suya, y pretende imponerla a los demás; ni tampoco es válida la del escéptico, que, ante la variedad de opiniones, concluye que no hay ninguna verdad. En este punto, la posición correcta es otra: la verdad tiene muchas caras, y dependiendo de la perspectiva desde la que miremos, nos ofrecerá aspectos distintos; de ahí que Ortega afirme que “la sola perspectiva falsa es la que pretende ser la única”. Dicho de otro modo, lo falso es la utopía, la verdad no localizada, vista desde “lugar ninguno”. Y éste es el principal error que comete Descartes en su concepción de la verdad, “error inveterado” lo llama Ortega, el ignorar el carácter plural e histórico de la verdad, la cual no puede ser ajena a la perspectiva vital e histórica desde la que se la concibe. En definitiva, para Ortega, no podemos adoptar, como hizo Descartes, un criterio de verdad abstracto como el de la evidencia, pues la verdad no se construye desde la razón lógico-matemática, sino desde una razón vital. Por otro lado, Ortega también se opone a la concepción de la razón presente en Descartes. Así, el raciovitalismo, que supone la madurez filosófica de Ortega al suponer una evolución y concreción de su doctrina perspectivística, supone una reflexión sobre las perspectivas radicales en las que el ser humano está situado: la perspectiva de la razón y la de la vida. Ortega se propone, a través del concepto de “razón vital”, superar la dicotomía a la que se había llegado al concebir la razón como fundamento de la verdad, del conocimiento, de la objetividad, frente a la vida, que representaría lo particular, lo mutable, lo irracional, el deseo, la pasión. Para Ortega, razón y vida, no es que sean irreconciliables, sino que, al contrario, son inseparables.
El Discurso propone un método y un criterio de verdad que son herederos de las matemáticas y de esta forma todas las ciencias conseguirán una certeza semejante. La matematización es una característica que desde entonces ha impregnados casi todos los ámbitos de la ciencia occidental. El conocimiento de las cosas se consigue cuantificándolas. El desarrollo de las ciencias sociales y humanas también se explica como consecuencia de la nueva visión del ser humano que vino con el cartesianismo. Pero la matematización por sí sola no hubiera propiciado el desarrollo científico si no hubiera ido acompañada por la autonomía de la razón. Sólo una razón independiente de la religión puede llegar a la verdad. Descartes se convierte así en una referencia básica del proceso de laicidad. La separación entre razón y fe ha contribuido también a la aparición de posiciones ateas o agnósticas. Es evidente que el pensador francés no es ni una cosa ni otra, y que estas ideas no estaban presentes en su proyecto, ya que la razón llega a la certeza de Dios. Pero en la modernidad el racionalismo optimista ha desembocado en un racionalismo agnóstico. Las demostraciones de la existencia de Dios han caído en desuso. El argumento causal yerra al saltarse la serie ilimitada de causas y suponer una Causa Primera, que es una causa incausada. El argumento ontológico se equivoca en su punto de partida: la idea de Dios en la mente. El dualismo antropológico. El problema mente-cuerpo es una de las cuestiones más interesantes en la filosofía contemporánea. Las posiciones dualistas han suavizado sus compromisos metafísicos; de hecho, es difícil encontrar hoy día algún defensor del dualismo clásico o dualismo de sustancias. Existen otras formas de dualismo llamadas dualismo de propiedades, que intentan ser compatibles con la física y las neurociencias. Podemos distinguir entre las propiedades físicas de cerebro y las propiedades mentales. Defensores de esta posición serían Jerry Fodor, H.Putnam... Existen posiciones fisicalistas que se oponen a esa distinción entre propiedades mentales y físicas y que se definen como reduccionistas, pues pretenden dar una explicación de los procesos cerebrales en términos exclusivamente neurofisiológicos. La Teoría Neurocomputacional de la Mente, vinculada a los modelos conexionistas desarrollados en el campo de la I.A., y la doctrina filosófica que se suele asociar a ella, el Materialismo Eliminativo desarrolladas entre otros por Paul y Patricia Churchland, conforman la posición reduccionista en Filosofía de la mente. Hay que tener en cuenta que una explicación mecanicista encajaría bien en el modelo de ciencia en el que Descartes pensaba. La ciencia era un árbol cuyas raíces serían la metafísica, el tronco sería el equivalente a la física, y las ramas representarían las distintas ciencias. El sistema estará completo cuando todas las ramas queden conectadas con el tronco. Este modelo de ciencia, en jerga filosófica actual podría reconocerse como una posición reduccionista. Considerar al universo, incluso al ser humano como un complejo mecanismo era algo hacia lo que apuntaba la física mecanicista
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