Erstellt von Jaime Muñoz
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Jordi Garriga "Europa como imperio es una esperanza, como campo de batalla una realidad, mientras que como continente es una ficción", (Jordis von Lohausen, 1979). "Me parece que es más fácil cambiar el contenido si disponemos al menos de un continente. Si se es europeo, más vale una Europa posible, aunque contestable, que nada de Europa", (Alain de Benoist (1943-…). Europa, por su posición geográfica, está destinada a ser un imperio, que es lo que ha sido la mayor parte de su historia. Durante el pasado siglo XX, se fueron gestando los diversos bloques geopolíticos que hoy protagonizan la escena mundial. Nosotros formamos parte del llamado mundo occidental, pero la pertenencia a ese bloque nos está poniendo, cada vez más, en mayor peligro, y nos está enemistando con el resto del espacio eurasiático: Rusia, China, mundo árabe… Es preciso que tomemos conciencia de cuál es nuestro sitio en el mundo y actuemos en consecuencia. Europa debe ser una unidad independiente ante nuestros vecinos.
Carlos A. Pereyra Mele Vivimos una aceleración del tempo histórico. Julio César o Cleopatra están más cerca del momento actual que de la inauguración de la Gran Pirámide de Keops y si usted, lector, tiene 50 años, ha visto doblarse la población mundial durante su vida (3.500 millones en 1970 y algo más de 7.000 millones hoy). La humanidad ha pasado milenios navegando a vela pero solo ha necesitado 66 años desde que los hermanos Wright volaran unos pocos metros en 1903 hasta que Amstrong llegó a la luna en 1969. Los cambios son tan acelerados que nos resulta difícil adaptarnos a ellos y lo mismo ocurre en el mundo de lasrelaciones internacionales. El orden geopolítico establecido por el Tratado de Viena que puso fin en 1815 a las turbulencias napoleónicas duró cien años hasta que saltó por los aires en Sarajevo en 1914 llevándose por delante los imperios prusiano, austríaco, ruso y otomano. El instaurado tras la Segunda Guerra Mundial apenas duró cincuenta años de Guerra Fría fría hasta la caída del Muro de Berlín en 1989 y la propia implosión soviética en 1991. Parecía que se inauguraba entonces lo que pomposamente se llamó “el fin de la Historia” (Fukuyama) con el triunfo de la democracia, la economía liberal y la hegemonía incontestada de los Estados Unidos como única superpotencia global. Los atentados contra las Torres Gemelas en Nueva York y contra el Pentágono mostraron la vulnerabilidad de los EEUU, al tiempo que la guerra de Iraq ponía de relieve los límites de su capacidad. Entramos así en un período complicado donde hay más seguridad global pero mayores incertidumbres, una etapa en la que las reglas se aflojan y parece que nos deslizamos hacia un sistema multipolar con varios centros de poder en tensión recíproca permanente.
Miguel Ángel Barrios El martirio del General iraní Soleimani en Irak por misiles vehiculizado por dron con alta precisión y alta inteligencia es noticia mundial y por supuesto se han tejido múltiples hipótesis que llega un momento que la sobre información se vuelve caótica. Consideramos que es imprescindible enunciar ideas fuerzas de carácter estratégico sobre el impacto geopolítico de trascendental hecho. Por supuesto que existen innumerables variables estratégicas que naturalmente desbordan una nota. Aclaramos que son las que consideramos más importantes: Evidentemente más allá de las múltiples razones que llevaron a EEUU a bombardear y asesinar a Soleimani y a nueve personas más, ya sea razones internas o externas, cruzó la línea roja. El General Soleimani era un líder político militar. En la línea de mando están el Ayatollah Jamenei, el Presidente Rohani y el General Soleimani. Era el hombre entre múltiples proezas militares que había derrotado a la organización terrorismo DAESH, o sea el verdadero enemigo del terrorismo. Y pone en un laberinto de sombras el vinculo de EEUU con el terrorismo, si identificamos al terrorismo como una táctica de la violencia con fines políticos, llevado a cabo desde una persona, una organización paraestatal, un Estado, etc. Su dimensión política militar había trascendido lo común. En Irán es cotidiano ver fotos de Soleimani en las mezquitas, junto a los líderes religiosos. El hecho de que el martirio de Soleimani haya ocurrido en Irak transforma su muerte en una dimensión espiritual como pocas.
JASON REZA JORJANI El asesinato del general iraní Qassem Soleimani en un ataque con aviones no tripulados ordenado por el presidente Donald Trump es probable que los historiadores lo consideren un catalizador comparable al asesinato del archiduque Franz Ferdinand. El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando, heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro, fue asesinado por conspiradores serbios que buscaban la secesión de los eslavos de su reino. Austria-Hungría respondió dando un ultimátum a Serbia y, poco después, declarando la guerra al reino eslavo. Una alianza francesa de 1892 forjada con la Rusia zarista ordenó la movilización en caso de acción militar por parte de cualquier miembro de la Triple Alianza de Alemania, Austria-Hungría e Italia. En consecuencia, el asesinato de Francisco Fernando desencadenó una reacción en cadena que, en muy poco tiempo, sumió a Europa en el inhumano infierno de la Primera Guerra Mundial. El asesinato del general iraní Qassem Soleimani en un ataque con drones ordenado por el presidente Donald Trump el 2 de enero de 2020, es probable que sea visto por los historiadores, en retrospectiva, como un catalizador comparable, aunque con consecuencias aún más catastróficas. Incluso un asesinato estadounidense del Líder Supremo Ayatolá Alí Jamenei no habría desencadenado el tipo de represalias que todo el mundo debería esperar de Irán y sus proxis en los días venideros. El general Soleimani (de 62 años) fue el líder de la Fuerza Qods de Irán, el ala expedicionaria de élite del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI). "Haj Qassem" era de una familia campesina pobre de la provincia de Kermán en Irán. Pasó su juventud como obrero de la construcción pagando las deudas de su padre. Veterano condecorado de la guerra entre Irán e Irak que -en sus raras entrevistas- habló con nostalgia de querer ser martirizado para poder reunirse con sus amigos y camaradas caídos, Soleimani se negó a llevar una armadura corporal o incluso un chaleco antibalas cuando comandaba la Fuerza Qods en sus numerosas batallas contra daesh y otros combatientes islamistas suníes en Irak y Siria. Aunque es conocido por su humildad, en diciembre de 2017, Soleimani se negó incluso a abrir una carta del jefe de la CIA que le fue entregada en mano. Por ese entonces la revista Time lo nombró entre las 100 figuras más influyentes del mundo y lo describió como el "James Bond" y "Erwin Rommel" de los "chiítas de Oriente Medio"1. Foreign Policy lo nombró como uno de los "Pensadores Globales" más influyentes y "el general más poderoso del Medio Oriente en la actualidad"2.
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