Antecedentes de la Psicología

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Tema perteneciente a la Unidad 2, PEC 2
Mar Diaz
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ANTECEDENTES DE LA PSICOLOGÍAEn muchas ocasiones se dice que la historia se repite aunque los acontecimiento históricos nunca son los idénticos, asemejándose a copos de nieve, que siempre se parecen pero no hay dos exactamente iguales. Siguiendo esta image veremos autores situados desde hace dos mil quinientos años y hasta el S. XIX y que dan respuesta a muchas de las preguntas clásicas de psicología, que en muchas ocasiones responden de forma similar, a veces incluso de forma sorprendentemente análoga a la actual, aunque sin escapar de los condicionantes sociales, políticos, económicos e ideológicos del momento en que se desarrollan sus ideas.En el mundo homérico encontramos ya una primera aproximación, una primera investigación sobre el principio último del universo, "la physis", que no es solo su componente material, sino que también hace referencia a su componente vital, personificado en "psique", el soplo de la vida. Aunque en esta época no se puede hablar de estudio psicológico, si hay un estudio del alma humana, microcosmos de la "physis" macrocósmica, que tiene varios elementos: el soplo vital, "psique", que nos abandona cuando morimos; "phrenes", localizado en el diafragma, que planea la acción racional; "thymos", que es el sentimiento, el principio motivacional subyacente a la acción; y "nous", el entendimiento, encargado de la percepción y órgano psicológico que percibe la verdad. En esta época también se habla de otras almas, todas las cuales mueren al morir el cuerpo, menos psique con lo que la idea de la inmortalidad tiene un carácter bastante oriental y depende del desarrollo de la vida del individuo, producto de la lucha entre "tyche", el destino (trazado por los dioses pero no imperturbable), y "arete", la virtud, que depende de la voluntad del hombre, algo análogo a lo que hoy día se denomina la lucha entre lo innato y lo adquirido. Si se alcanza esa virtud, se alcanza el máximo desarrollo del individuo que se traduce en la inmortalidad pues entonces el alma tras la muerte aparecerá sin tacha alguna.Tras estas primera aproximaciones, se produce un fenómeno sobre el que se ha escrito mucho, el paso del mito al logos, momento en que ya no basta un mundo regido por lo divino, por los héroes y sus hazañas, sino que se hace necesaria una visión nueva que en este caso se elabora a partir de una explicación naturalista del mundo, como la que desde diferentes perspectivas elaboran las teoría presocráticas. Entendemos aquí mito como lo que no tiene garantía de verdad y logos como lo que sí la tiene, aunque en muchas ocasiones se acepten como verídicos hechos o ideas que pueden parecer absurdos. De modo que quizás estemos más cerca de la verdad si asumimos que su concepto de logos no es el de razón pues esta es una visión moderna, siendo logos para aquella época una mezcla de prosa y poesía con la que tejer la vida; la época moderna, dado su temor a lo azaroso, a lo inexplicable, elimina la poesía con la pretensión de elaborar una visión más cierta de la realidad y hasta ahora hemos vivido dos rebeliones contra ese supuesto, la del romanticismo y la del surrealismo, que intentan recuperar a su modo el aspecto presocrático poético del logos para alcanzar una comprensión más unitaria de la vida.Entre las teorías presocráticas se puede establecer una diferenciación entre la filosofía del ser y la filosofía del devenir. Heráclito (540-480 a. C.) encarna la filosofía del devenir, se dedica a investigar la "physis" del universo y concluye que es el fuego, metáfora que le sirve para plasmar que la esencia consiste en un cambio continuo; según esto no hay permanencia en el mundo, este es un continuo devenir aunque no caprichoso sino sujeto a las leyes de la armonía universal siendo lo único constante la propia evolución, el ciclo de muerte y renacimiento, el cambio, que debe ser objeto de estudio; y con respecto al hombre su alma es la encargada de mantener unido al organismo, en tanto no llegue su destrucción, y de proporcionarle la facultad de la razón.Parmenides (515-440 a. C.) encarna la filosofía del ser, para él sólo existe una realidad uniforme, inamovible y estática que es el objeto de conocimiento que se puede alcanzar a través de la razón, del pensamiento, pues la experiencia sensorial es ilusoria; y así establece una diferencia entre el pensamiento y la percepción, no siendo esta digna de confianza, ya que tiene sus datos de lo mudable, de la apariencia, mientras que el pensamiento ha de beber del ser, de la verdadera realidad.En esta misma orientación de la filosofía, se puede hablar de otro autor algo anterior, Pitágoras (580-500 a. C.), quien traza una linea entre el cuerpo y el alma planteando que el alma puede existir sin el cuerpo, y es más, que éste es su prisión; con esta idea en mente forma una comunidad basada en ritos secretos y leyes dietéticas cuyo fin es alcanzar la purificación de la carne para que así el alma se pueda liberar y alcance la verdad. Pitágoras cree que como la percepción no es de fiar porque depende del cuerpo, la razón del alma debe buscar el conocimiento verdadero en lo abstracto, cuya máxima expresión es la matemática pura pues esta constituye una clave mágica de la esencia del universo. En otro orden de cosas, Pitágoras es uno de los primeros en utilizar la introspección a partir de la rememoración de las actividades del día que se impone a sí mismo y a sus correligionarios; tal trabajo de introspección permite la construcción personal del yo, algo que resulta extraño en una sociedad como aquella en la que cada uno se ve a sí mismo a través de la mirada de los otros pues la propia valoración, el honor, está en la percepción ajena. Es conveniente recordar aquí un fenómeno que se da en siglos anteriores y que tiene gran influencia en el pensamiento de Pitágoras y de forma más atemperada en autores posteriores como Platón, se trata del orfismo, doctrina que introdujo algunas ideas orientales en el entorno griego, como la de la existencia en el interior del hombre de un ente espiritual independiente del cuerpo, haciendo así posible la transmigración; tal ente proviene de un mundo espiritual paralelo del que comunica experiencia a su anfitrión a través del sueño; el orfismo intenta el control de ese ente espiritual a través de una serie de ritos tendentes a lograr un éxtasis a través de diferentes sustancias y de la danza, todo lo cual se traduce en la creencia en el cuerpo como cárcel del alma que hay que purificar para que ésta se libere.Un siglo más tarde aparece Platón (428-348 a. C.), quien se enfrenta al poder de los llamados sofistas que ensalzaban la importancia del arte de la persuasión y se preocupan de elaborar una retórica, encaminada a lo práctico, olvidando la búsqueda de la verdad y el conocimiento que tanto preocupaba a los presocráticos. En Platón se da una síntesis de diferentes corrientes pues acepta incluso algunos aspectos del relativismo sofista, en especial su argumento de que las sensaciones dependen del estado de ánimo del observador; también recoge la filosofía de Parmenides que distingue entre la Vía del Parecer y la Vía de la Verdad asumiendo que como la verdad es eterna e inmutable el cambio ha de ser una ilusión basada en nuestros sentidos; y así mismo se basa en la teoría del flujo de Heráclito, según la cual todos los objetos están en continuo cambio aunque esto no nos impide su conocimiento. Pero quizás lo más diferencial en Platón es su concepto de lo verdadero.Tal como plasma en el Timeo los objetos del conocimiento son las Ideas o Formas, hay una para cada objeto que tiene un nombre; las Ideas están en su propio Mundo que no es accesible al conocimiento empírico, mientras que los objetos del mundo que percibimos sólo son unas copias imperfectas de esas Ideas, imperfectas por hallarse en continuo cambio y ser relativas a quién las percibe. Platón cree que hay cuatro modos de aprehender la realidad que corresponden a cuatro estratos del conocimiento; el más bajo es el de la Imaginación, que se ocupa de la imágenes de los objetos concretos; el siguiente se basa en la contemplación de los objetos y lo denomina Opinión o Creencia; el tercer estrato es el de los conocimiento matemáticos (heredero de Pitágoras), Platón estaba seguro de que el mundo ideal de las Matemáticas es similar al de las Formas y que se puede establecer una relación entre ellos; aunque la cima del conocimiento se refiere a las Formas, a los principios fundamentales. Así pues divide el mundo en apariencia e inteligibilidad; en la apariencia están las cosas visibles y las imágenes y está regida por la mente que se sirve de la imaginación y las creencias para generar sus pensamiento; y en la inteligibilidad están los objetos matemáticos, las Formas y la Idea del Bien, rigiéndose por la inteligencia o el conocimiento.Platón afirma que el hombre tiene un cuerpo y un alma, por lo que es dualista, afirmando en cualquier caso que la persona se define por su alma mientras el cuerpo es sólo una especie de títere, algo mecánico que apenas caracteriza a la persona. En cuanto al alma, piensa que se divide en tres partes: inmortal y racional, que sitúa en la cabeza y que sirve para que el hombre pueda alcanzar el conocimiento que le permita controlar sus actos; impulsiva, localizada en el tórax y que le procura la fuerza para llevar a cabo esos actos; y apetitiva, sita en el vientre y que tiene que ver con enfocar esos actos hacia el placer corporal y la satisfacción. Tal clasificación le sirve para establecer diferentes tipos de personalidad se es más apto para un tipo de ocupación u otra. Aunque siempre hay que tener en cuenta que toda alma es una amalgama de las tres almas y que Platón supone que el alma racional siempre debe controlar a las otras dos.Su creencia de que parte del alma es inmortal le sirve para elaborar una teoría sobre la transmigración del alma: al morir el alma se separa del cuerpo y es juzgada por el Tribunal de las Tres Parcas, según el grado de virtud alcanzado el alma se reencarnará en un cuerpo de la escala filogenética. La meta del individuo es ascender por la escala filogenética cuya cima es el hombre, y la del hombre llegar al conocimiento de las Ideas, y su único camino es la educación que debe conseguir el control del alma racional sobre las demás almas y sobre el cuerpo.El proceso educativo está basado en el aprendizaje, aunque por otro lado Platón es innatista. Al igual que Sócrates, cree que todo conocimiento esta escrito en nuestra alma y la instrucción solo consiste en sacar ese conocimiento al exterior; por eso todos los seres humanos pueden alcanzar el conocimiento, pues todos tienen alma. El conocimiento que hemos olvidado al nacer, pues antes de cada transmigración el alma es bañada en el lago del olvido que elimina toda conciencia de conocimiento pero no lo borra totalmente, puede recuperarse mediante la educación que hace salir a la luz las Formas inscritas en nuestra alma; en este sentido, en La República elabora un programa educativo que pasa por una serie de fases que van haciendo al hombre cada vez más sabio hasta que llega al grado máximo de conocimiento, el del filósofo. El pensamiento de Platón es teleológico pues todas las almas buscan sus metas, ya estén basadas en la concupiscencia, la impulsividad o la razón, pero en cualquier caso todas persiguen un mismo fin, la sabiduría, que solo se alcanza a través del proceso de aprendizaje basado en un recuerdo progresivo de lo ya inscrito en el alma, lo cual en último termino ha de dar como resultado que el alma se separe del cuerpo y regrese al mundo ideal donde alcanzar el conocimiento absoluto.Aristóteles (384-322 a. C.), discípulo de Platón durante más de veinte años, acaba separándose de su maestro para afirmar la realidad del mundo sensible creyendo que los universales o Formas realmente existen en la naturaleza y no en un mundo aparte, admitiendo así la posibilidad de adquirir el conocimiento a través de la percepción sensorial. Dado este planteamiento su realidad ha de ser empírica, negando la utilidad de la matemática pura para la ciencia por limitarse a la abstracción; la linea del pensamiento empirista que el preconiza hace descender la verdad, y así la posibilidad de un conocimiento cierto, de un mundo inalcanzable como el platónico al mundo sensible, al mundo observable.Aristóteles es una especie de enciclopedista que trata todos los saberes de su época y en muchos casos pone los cimientos de lo que a lo largo de los siglos se convertirá en ciencia. Aunque no cree que todas las ciencias tengan el mismo nivel pues habla de tres niveles según su complejidad: las ciencias productivas, relacionadas con el trabajo inmediato, como son las artes y la técnica; las ciencias de la acción, como son la ética y la política; y por último las más complejas relacionadas con el conocimiento teórico, como son las dedicadas a la naturaleza o como él dice a la física, de la que forma parte la psicología, las dedicadas a la matemática y lo que llama filosofía primera o metafísica. Así pues, para Aristóteles la psicología es parte de la biología que a la vez es una parcela de la física, y como todas las ciencias la psicología ha de ser empírica y establecerse según una relación de causa-efecto. Desde un punto de vista general en su Metafísica postula una teoría de las causas: formal, final, eficiente y material. La causa eficiente es causa inmediata de un cambio (giras la llave del grifo>sale agua); la causa final tiene que ver con la intención de un cambio, el propósito que lo guía; la causa material se refiere a la materia de los cuerpos, su composición; la causa formal es la esencia de los cuerpos, su alma. Aristóteles expone su psicología en Acerca del alma, donde plantea que el alma es la forma de la persona, su causa formal, lo que la define, su esencia. Esa forma, a la que denomina psique, es el principio del movimiento del individuo ya que actualiza las potencias inscritas en la materia. Pero el alma no es algo que provenga de otro mundo, pues a excepción de una parte el alma es inseparable del cuerpo, son las dos caras de una misma moneda, se puede analizar al ser humano desde el punto de vista fisiológico o desde el mental, aunque el alma no puede ser reducida al cuerpo, ya que si hay distintos tipos de seres vivos es porque hay diferentes tipos de alma, siendo la materia siempre esencialmente la misma; Aristóteles rechaza así el dualismo de Platón, pero sin caer en un materialismo acérrimo. Habla de tres tipos de alma: nutricional que poseen las plantas y sirve para la nutrición y la reproducción; sensitiva, que poseen los animales, además de la nutricional, y sirve para sentir el placer y el dolor; y racional, que sólo poseen los hombres, junto con la nutricional y la sensitiva, y tiene como función lograr el conocimiento.Según su teoría del conocimiento, éste es un proceso que empieza con la percepción de particulares, los objetos que configuran el mundo, para pasar de ahí al conocimiento de los universales, análogos a los conceptos; de esta forma intenta captar lo inmutable, el concepto, la esencia, en lo mudable, la realidad externa. Aristóteles confía plenamente en la percepción sensorial como camino al conocimiento. Piensa, además, que existe un sentido común que recoge los datos suministrados por los cinco sentidos y los unifica creando la percepción sensorial consciente que es enviada a la inteligencia pasiva. En esta inteligencia pasiva recalan estos datos formando los contenidos de nuestro efímero conocimiento humano e ingresan en la memoria que define como una especie de almacén formado por imágenes que pueden ser rememoradas más tarde. En este almacén mnemónico las imágenes están ordenadas de acuerdo con ciertos principios o leyes: semejanza, contigüidad, contraste y causalidad; Aristóteles cree que el pensamiento es imposible sin imágenes. Por otro lado también habla de una memoria motora o hábito, memoria que recuerda los actos ejecutados y los resultados, y en función de la cual se genera una inclinación a actuar de una forma u otra, siendo claro está esta inclinación adquirida, fruto de la experiencia y condición que explica las diferentes personalidades. Estos contenidos que forman la inteligencia pasiva, son tratados después por la inteligencia activa, capacidad innata del ser humano que es el pensamiento puro y que ordena esas imágenes sirviéndose de sus facultades según las categorías que le sirven para alcanzar el conocimiento racional de los universales. Aristóteles explica el hecho de que todos los hombres lleguen a las mismas conclusiones con los mismos datos postulando la existencia de una inteligencia activa única para todo el género humano de la que la inteligencia individual forma parte, siendo ésta la única parte de la mente o del alma que es inmortal y que al morir la persona regresa a fundirse con esa mente madre inmortal.Aunque aparecieran nuevas filosofías, se puede decir que las posiciones de Platón y Aristóteles dominan el panorama hasta la entrada en la Edad Media, momento en que hace su aparición Agustín de Hipona (354-430), primer filósofo del cristianismo cuyas ideas se hacen preponderantes hasta mediados del S. XIII. Se convierte al cristianismo a los 33 años tras una revelación Cristo, funda un monasterio y allí se retira para buscar el conocimiento de Dios y el alma humana. En sus obras de Confesiones y Ciudad de Dios, podemos encontrar sus ideas relevantes para la psicología. En ellas plantea que el pecado original consiste en la elección del mal y que todo ser humano es pecador, imperfecto, debiendo buscar continuamente en su interior la verdad, que asimila al bien. Esta búsqueda se basa en la introspección: el ser humano debe apartarse del mundo sensible, del mundo observable, para concentrarse en su interior, en su alma, buscando allí la iluminación divina. Esto es así porque Agustín de Hipona cree que el alma es el representante de Dios en la persona y así mismo hay un pedazo de Dios, es decir de verdad, en todas las cosas terrenas. De esta forma no intenta comprender el mundo en sus propios términos, sino como un símbolo de la presencia real de Dios en el mundo. Así afirma el divorcio platónico entre razón y sentidos pero no para que la razón llegue al conocimiento del mundo sino para que se vuelva hacia Dios, única fuente de conocimiento, con lo que la razón pasa a identificarse con la fe.La filosofía agustiniana es hegemónica durante casi toda la Edad Media y genera un fuerte rechazo de la razón, que considera innecesaria y como tal peligrosa pues puede desviar al ser humano del camino verdadero hacia Dios, basado únicamente en la fe. Las condiciones sociales empiezan a cambiar de forma más pronunciada hacia el año 1100, entonces se inicia un periodo fecundo en el pensamiento occidental que no se nutre tanto de obras originales como de la recuperación del pensamiento de los antiguos griegos, sobre todo de Aristóteles. Aunque no se trata de una recuperación a partir de los textos originales, que se habían perdido casi todos, sino que se parte de traducciones hechas por autores árabes y judíos de las escuelas españolas, Pero se trata de una recuperación de Aristóteles ciertamente extraña pues los pensadores árabes traducen su obra pasándola por el tamiz del platonismo por el que su religión se ve muy influida, así que la tarea de esta época es ir matizando poco a poco esas traducciones asignándoles su verdadero sentido.Por esta época empiezan a aparecer las primeras universidades, primero vinculadas a la iglesia y más tarde laicas y ligadas a la ciudad, que se funda en su sentido moderno como centro de intercambio de bienes y servicios y que empieza a cobrar cada vez más importancia como centro de poder creándose a su alrededor el Estado moderno; en las universidades laicas levantadas en ciudades como París o Bolonia se estudia teología, pero también conocimientos de tipo práctico volviendo a recuperar así tímidamente la visión racional del mundo, haciendo que los hombres instruidos se vuelvan un poco más hacia el mundo y un poco menos hacia Dios.El logro filosófico más importante de finales de la Edad Media es la recuperación de la filosofía de Aristóteles en la filosofía de las facultades empezada por Alberto Magno y continuada por su discípulo Tomás de Aquino (1225-1274) en su Suma teológica, aunque el sigue siendo un hombre de su época que sitúa la fe como única fuente de conocimiento verdadero. En su estudio de lo humano, Tomás de Aquino supone que el hombre no es una máquina impulsada por el ambiente ni un alma aprisionada en un cuerpo, sino una entidad dinámica motivada por el alma a través de sus facultades: vegetativa, sensitiva, apetitiva, locomotriz e intelectual; estas facultades internas son el punto de transición entre el alma y los sentidos corporales.Tomás de Aquino no habla de un alma unitaria, sino que como Aristóteles la divide en tres partes: racional, sensitiva y vegetativa, y todas ellas forman un principio motivacional que impulsa la acción del ser humano en función de sus apetitos naturales. La primera se ocupa del conocimiento de los universales (intelecto activo que abstrae los universales y pasivo que los incorpora) y del apetito intelectual que busca la Idea del Bien; la segunda se compone de apetito sensible (concupiscente que se aproxima a los objetos e irascible que se opone a las barreras), los sentidos interiores (imaginación que aprehende los objetos ausentes, memoria que conserva la imagen del objeto, sentido estimativo que intuye lo dañino y lo beneficioso, y sentido común) y los sentidos exteriores o tradicionales; la tercera se ocupa de la nutrición, el crecimiento y la reproducción. A partir de aquí postula dos niveles de funcionamiento de la psique, uno inferior que se establece a partir de la sensación proporcionada por los sentidos externos y elaborada por los internos en forma de imagen, y otro superior que posee un intelecto pasivo en el que se inscriben estas imágenes y no activo que las hace inteligibles. Esta inteligencia activa no forma parte de una unidad universal, como en Aristóteles, sino que es propia de cada ser humano, aunque sí es inmortal y se separa del cuerpo cuando éste muere, por lo que la identidad del conocimiento en las diferentes personas proviene de la identidad entre el objeto y la imagen que construye ese intelecto; según esta propuesta realista la mente de todo hombre conoce los mismos universales basados en los mismos objetos concretos.Al igual que Aristóteles, plantea que el hombre depende del medio para conocer el mundo, sus sentidos aprehenden datos que el sentido común organiza, al igual que sucede con los animales, aunque el hombre además posee un intelecto activo que abstrae los universales; así Aquino adopta un empirismo consecuente al plantear que la mente humana sólo puede conocer directamente lo que haya estado en los sentidos, sin creer que existen las ideas innatas. En cuanto a la posibilidad del conocimiento absoluto, de Dios, platea que todo conocimiento es indirecto y no existe la comunicación directa con Dios, sólo se le puede conocer de forma indirecta, a través de sus obras, de la naturaleza; de esta forma diferencia tajantemente filosofía y teología, circunscribe la razón al conocimiento del mundo natural y la fe al conocimiento de Dios, diferenciando así entre lo que es, que es la esencia o el alma, y la actualidad del ser, que es la existencia, siendo Dios aquello en lo que esencia y existencia coinciden. La meta de Tomás de Aquino es conciliar la filosofía aristotélica con la Biblia, pero allí donde Aristóteles habla de Naturaleza y calla sobre Dios, el saca la conclusión de que la razón solo puede conocer el mundo y no a Dios; con lo que podemos ver en su concepción una revisión teórica de las dos verdades de Maimonides.Aunque Aquino empieza a desanudar el lazo que ata fe y razón, tiene que llegar Occam (1290-1349), para que ese nudo empiece a romperse cuando abre al análisis psicológico lo que estaba reservado a la metafísica. Occam afirma que todo conocimiento empieza con una cognición intuitiva, un conocimiento directo e infalible de las cosas del mundo; se aparta así del platonismo que limita el conocimiento al Mundo de las Ideas, del aristotélico que lo limita a las deducciones de las proposiciones universales, y de Tomás de Aquino que pone el conocimiento absoluto en la mente de Dios. Esta cognición intuitiva conoce los objetos y sus cualidades, y no produce sólo opinión platónica sino conocimiento verdadero, pues a partir de ahí se puede pasar a la cognición abstracta de los universales que sólo existe en la mente; aunque claro está esta cognición abstracta siempre es hipotética, siendo la única verdad la intuitiva. Para él aparece así el problema de como creamos los conceptos universales a partir de un conocimiento sensible y lo resuelve afirmando que la mente advierte las semejanzas entre los objetos y los clasifica en función de éstas. Para explicar esta facultad genera la noción de hábito, que en su teoría remite a algo mental, una construcción cognitiva diríamos hoy, sin relación con lo mecánico o lo fisiológico.Occam radicaliza aún más la separación entre fe y razón al plantear que no hay base empírica para creer en un alma inmortal, eso sólo lo podemos pensar fundándonos en la fe, mientras que con la razón podemos conocer el mundo en el que vivimos; así se atreve a apostar por la razón. Este planteamiento le lleva a decantarse por los nominalistas en contra de los realistas, discusión que con diferente terminología y argumentos proviene de los clásicos (nominalistas: Platón, Agustín de Hipona; realistas; Aristóteles, Tomás de Aquino). En Occam hay un cambio, se sitúa junto a los nominalistas pero sólo porque cree que es un pensamiento más económico, no es necesario postular la realidad de los universales que no sería más que etiquetas verbales, o conceptos, que elaboramos por medio de la experiencia al clasificar en una misma teoría elementos con características en común.Siendo un tanto flexible, puede decirse que a partir de las ideas de Occam empieza el eclipse de la Edad Media y tras un siglo comienza lo que se ha dado en llamarse humanismo renacentista, cuya característica más importante es que la ciencia desplaza ya totalmente a la religión. Puede considerarse el año 1453, año de la caída de Constantinopla bajo el empuje de los otomanos, como la fecha de inicio de esta etapa. El cambio más importante estriba en la revolución de los valores pues el humanismo apuesta por la secularización de la vida, con lo que el pensamiento se centra en el hombre y no en Dios. Desde es momento se vuelve (no debemos olvidar que se trata de un renacimiento) a buscar la verdad humana y no la divina; hay un redescubrimiento del pensamiento clásico pero no para hallar argumentos de autoridad que sirvan para afianzar posiciones religiosas sino para intentar un diálogo con aquellos pensamientos y aplicar sus teorías a los problemas de la época; esta teoría continua hasta el S. XVII y posibilita la gran revolución científica que cambia totalmente la imagen del mundo.Se suele catalogar este momento como un nuevo nacimiento de las ideas clásicas, con las consiguientes reservas, pero hay aspectos en los que da un paso adelante definitivo, y uno de ellos es la desanimización del cosmos; todas las teorías existentes hasta entonces hablan de un mundo regido por sus propias leyes, un mundo de objetos animados, tienen cierta inteligencia que les guía, y esto vale incluso para los astros a los que Platón llama animales divinos, pero el Renacimiento acaba con esta idea levantando una barrera infranqueable entre el hombre y la naturaleza, siendo el hombre un ser extraño al mundo natural pues mientras que él es un ser pensante que rige sus pasos, el resto del universo pude concebirse como un objeto y aunque las leyes que lo rigen se denominan naturales, no son sino leyes subjetivas que el hombre elabora para aprehenderlo.Aunque muchos son los personajes que podemos citar y que encarnaron el espíritu de la época (Erasmo de Rotterdam, Copérnico, Miguel Ángel, Petrarca, Leonardo), quizás para nuestro propósito podríamos fijarnos más bien en Francis Bacon (1561-1626), que continuando la estela empirista de Occam hace dar los primeros pasos al llamado empirismo inglés que resalta la primacía de la experiencia frente a la razón. Bacon intenta lograr una nueva comprensión de la naturaleza en una puesta en acto científico de lo que Marlow plasma en su Fausto, cuyo máximo deseo es conseguir el control de la naturaleza a través del dominio de los elementos. Con la misma intención Bacon no deja de realizar experimentos, experimentos mediante los que encontrar leyes generales que expliquen el mundo, y tan riguroso es en ellos que muere de resultas de un enfriamiento debido a un experimento en el que rellenaba pollos con nieve para investigar los efectos de la congelación, pero no sin antes dejar abierto el camino a una ciencia ya plenamente configurada. En realidad no se trata de una verdadera ciencia nueva, pues la encontramos prefigurada en su homónimo Roger, aunque si es cierto que Bacon la elabora de forma totalmente consciente en textos como El avance del saber, en una gradación incesante de su proyecto tendente a lograr lo que llama la gran restauración del saber, que ha de deshacerse de los diferentes prejuicios que hasta entonces lo han tergiversado, como el prejuicio del antropomorfismo, los prejuicios culturales, los relacionados con la creencia de la dependencia lingüística del pensamiento y los derivados de los argumentos de autoridad; así deshaciéndose de ellos intentan crea una ciencia con los requisitos básicos de una historia natural y experimental que registre y recopile los fenómenos del mundo, y un método o arte de interpretar capaz de llevar de forma paulatina y escalonada hacia los axiomas últimos; una ciencia que logre la recuperación del dominio sobre la naturaleza perdida tras la expulsión del Paraíso, pues aunque Bacon cree que ciencia y religión son dominios que no han de cruzarse en modo alguno, si concibe el conocimiento como una incitación a la exaltación de la gloria divina ya que mientras la teología revela la voluntad de Dios, la ciencia nos muestra su poder. Pero esta ansia de conocimiento que destila la época no puede colmarse, haciendo posible el nacimiento de la época moderna que inicia los primeros balbuceos de un positivismo que en cierto modo se puede definir como una renuncia a un saber más profundo que se consuela con un tipo de saber más superficial.De todas formas, el paso entre la Edad Media y el Renacimiento no es tan claro como se acaba de exponer, al igual que sucede en cualquier cambio de época, pues hay una gran confusión ya que siguen manteniéndose elementos de la época anterior. Lo que si es cierto es que a partir de este momento se establecen dos tradiciones en la ciencia, una que dice ser pura y abstracta mientras que la otra se decanta por la utilidad, la aplicación. La primera se desarrolla más en el continente y la segunda en Gran Bretaña. Bacon pertenece a la segunda opción en la creencia de que la ciencia debe proporcionar información útil: rechaza la escolástica, a Aristóteles, el neoplatonismo y todos los argumentos de autoridad; para él todo ha de estar sustentando en la experiencia. Por eso se apoya mucho en la artesanía y la tecnología designados a operar directamente sobre el mundo, sin hipótesis que considera superfluas; piensa que la observación y la aplicación son los únicos elementos básicos de la ciencia. Aunque Bacon no escapa a las contradicciones, menosprecia la alquimia pero le dedica su tiempo, en razón de la confusión que apuntábamos reina en esta época.Tras el Renacimiento hace su entrada la época moderna con su máxima figura, Descartes (1596-1650). Su gran obra, El discurso del método, no la publica cuando la escribe (1637) porque teme las represalias de la Iglesia que en ese momento está envuelta en el proceso contra Galileo, sino unos diez años más tarde. Descartes asume un dualismo según el cual las personas se componen de una mente y un cuerpo; el cuerpo funciona como algo mecánico y es algo que el ser humano posee en común los animales, siguiendo así las ideas de Servet y Harvey asumiendo un sistema mecánico vascular plantea que el organismo es una compleja máquina que se mueve por medio de formidables mecanismos y de ahí su explicación del reflejo como una reacción automática del mecanismo corporal; mientras que el alma, o la mente o la razón pues para él son términos sinónimos, es un atributo esencialmente humano.Descartes es el primer exponente del racionalismo, desde cuyo punto de vista se debe derogar todo el saber conseguido hasta el momento pues no se puede estar seguro de que se haya conseguido de acuerdo con la estricta razón, y se plantea dudar de todos nuestros conocimientos hasta llegar a una hipótesis de la que no quepa duda, que fundamente todo nuestro discurso y de la que partir de nuevo, y así llega a su famosa proposición: pienso luego existo. Así pues sólo está seguro de su propia existencia dudando de la de las demás personas al creer que pueden ser fruto de su propia mente; de esta soledad le salva el lenguaje, vinculado con la racionalidad, herramienta social tan compleja que no cree que su mente aislada pueda haber generado todas sus sutilezas; así la imposibilidad de anticipar las palabras, y tampoco las acciones, de los otros es la prueba de su existencia.Descartes cree en la absoluta primacía de la razón sobre los sentidos, generando aquella el pensamiento que no es más que la conciencia de las operaciones de la voluntad, el entendimiento, la imaginación y los sentidos; así la razón es el único camino posible hacia el conocimiento, pues los sentidos solos son falibles. Además cree en la existencia de un cuerpo y un alma separados, totalmente separados; el cuerpo es una sustancia material, extensa, que nos liga a la tierra, mientras que el alma es lo inextenso, inmaterial, que nos liga a lo divino y nos separa de los animales, que sólo son cuerpo. Pero cómo explicar qué actúen de forma tan armoniosa, poco después Spinoza desarticula esta cuestión de forma muy simple asumiendo que la misma sustancia piensa y es materia, pero Descartes no procede de esta forma pues afirma que cuerpo y alma son sustancias distintas aunque si que puede haber comunicación entre ellas a través de un punto de unión que descansa en la glándula pineal, y esta comunicación se produce a través de unos mensajeros, los espíritus animales, que en su Tratado del hombre define como un viento muy sutil o una llama pura y viva; elige la glándula pineal porque cree que es la estructura que más espíritus animales tiene a su alrededor, hoy llamamos a estos espíritus animales fluido cerebroespinal. Los espíritus animales poseen características tanto anímicas como corpóreas y recorren el cuerpo a través de los nervios, que tienen una función tanto perceptiva como motora, y de los vasos sanguíneos y linfáticos llevando la información de los sentidos hasta la glándula pineal, donde el alma la recoge y piensa en consecuencia, para después llevar su decisión a los músculos y ejecutar las diferentes acciones; y además de esta explicación para el acto voluntario Descartes propone otra para el acto reflejo, que puede darse porque dentro de los nervios también hay una médula que enlaza directamente con el cerebro y en caso de necesidad, como por ejemplo al quemarnos, se tensa por sí sola y permite la llegada de los espíritus animales que tensan los músculos. Los mismos espíritus animales generan el sueño que viene cuando su cantidad en el cerebro disminuye, siendo los movimientos aleatorios de estos pocos espíritus animales presentes en el cerebro mientas dormimos los responsables de nuestros sueños, caóticos y absurdos como el movimiento de estos espíritus; las pasiones son el reflejo en el alma de los movimientos en nuestro cuerpo también están controladas por estos espíritus animales pues se relacionan a si mismo con la cantidad de espíritus animales implicada en una respuesta, aunque esta cantidad siempre está controlada por la voluntad, facultad mental, por lo que en último término proviene del alma.En cuanto a la interacción entre alma y cuerpo, aunque el alma puede obrar por propia iniciativa, el cuerpo proporciona los datos sensibles que los espíritus animales llevan al cerebro y de ahí a la glándula pineal, entonces la mente que se entera de esta información, decide en consecuencia y su pensamiento se transforma en acción al ser transmitido al cuerpo. Aquí estamos ante una solución de compromiso pues la glándula pineal no deja de ser una estructura corpórea y los espíritus animales aunque formados de una sustancia muy sutil también son materia así que sigue sin responderse a la cuestión de como se ponen en contacto alma y cuerpo si son sustancias completamente diferentes. Esto hizo que un siglo después Descartes fuese tachado de materialista encubierto pues excepto en lo concerniente a la cuestión del alma todas sus ideas son mecanicistas.Aunque quizás una de las ideas cartesianas que más interés puede tener para la psicología es la de su concepción de la mente como ente organizador, tal como propone en su Observaciones sobre el programa de Regius, ente que posee unas aptitudes innatas como la de interpretar la percepción o la de pensar, así como las referentes al lenguaje, que recoge Chomsky en su Lingüística cartesiana donde habla de la aptitud del hombre para el lenguaje como un dispositivo innato, unas estructuras preparadas para aprender cualquier idioma, cualquier conjunto semántico con sus reglas gramaticales, sintácticas....; capacidades innatas que según Descartes permiten al hombre aprehender los datos del mundo, incorporarlos y responder en consecuencia.Frente a la postura cartesiana encontramos las ideas que pronto se abren paso en las islas británicas y que se sintetizan en la corriente denominada empirismo inglés, que cuenta con tres figuras principales: Locke (1632-1704), Berkeley (1685-1753) y Hume (1711-1766). A diferencia de Descartes, que busca la verdad última al modo platónico, Loke quiere descubrír como funciona realmente la mente, cuales son las fuentes de las ideas y los límites de conocimiento humano, y vierte sus ideas en su Ensayo sobre el entendimiento humano, siempre regido por su máxima según la cual nada hay en el entendimiento humano que no haya estado antes en los sentidos. Es una psicología que enfatiza el cómo conoce la mente y no el qué, no le interesa tanto el contenido de nuestro conocimiento que siempre es cambiante, como los procesos mentales que nos conducen hasta él. Locke plantea que el objeto de los pensamientos son las ideas así que así que nuestro conocimiento sólo tiene que ver con ellas y no con ninguna esencia especulativa, tiene que ver con las ideas y estas son fruto de la experiencia. La única fuente de nuestras ideas es la observación de los objetos externos, con lo que el conocimiento proviene únicamente de nuestra experiencia según el principio de "tabula rasa". Pero Locke no es un empirista radical pues junto a las sensaciones externas propone la reflexión interna como fuente de conocimiento pues las operaciones internas de nuestras mentes también pueden generar ideas; además no dice que las operaciones mentales se adquieren mediante la experiencia, sino que las capacidades de percibir, memorizar y pensar son innatas. De esta forma no se puede dejar de resaltar la modernidad de Locke pues para él la mente no es un espacio vacío que la experiencia llena sino un dispositivo para procesar información preparado para convertir la materia que proporciona la experiencia en conocimiento humano organizado.Locke se enfrenta más que al racionalismo a la metodología teológica de Descartes que supone la existencia de principios morales innatos fundamento de la moral cristiana pues Locke cree que cualquier principio proviene únicamente de nuestra experiencia; y por otro lado también se enfrenta al método de enseñanza consistente en aceptar verdades para después demostrarlas planteando que hay que proceder al contrario, mediante el descubrimiento y sin aceptar nada "a priori", es decir recogiendo datos que a la postre creen teorías.Locke afirma que todo conocimiento es de ideas, se pueden dar dos interpretaciones de los que es una idea. La primera define la idea como copia de la realidad en el sentido de que el acto de la percepción separa de la materia unas características que configuran la idea, esta es la postura de Locke, según la cual la idea es un acto mental y mediante la idea la mente entra en contacto con la realidad misma, se percibe la realidad. La otra interpretación habla de la idea como copia de la realidad en el sentido de que no es la realidad misma, y así lo entiende Berkeley, quien cree que en realidad no podemos estar seguros de si realmente percibimos el mundo. Éste piensa que las ideas son objetos mentales y que no se puede separar la materia de la percepción pregonando así su teoría de que ser es ser percibido: si no sabemos con certeza si hay objetos reales tampoco se plantea la cuestión de la correspondencia de ellos con lo percibido o con lo ideado. Para el idealismo de Berkeley el mundo que se siente e idea es una colección de sensaciones y la creencia en la persistencia de los objetos se debe a que ciertas sensaciones suelen venir asociadas, y en este sentido afirma que la percepción depende del aprendizaje de determinadas asociaciones pues a fin de cuentas nuestra retina sólo capta conjuntos de formas y colores a los que se debe dar sentido. Así acaba negando la existencia de la realidad o más bien apostando por la insensatez de cualquier pregunta sobre la existencia pues la única pregunta posible es cómo la mente produce la materia, aunque en último término Berkeley, como cura de su época que es, apuesta por un Dios que ve todas las cosas simultáneamente y de esta forma mantiene la existencia del mundo; dos siglos más tarde Titcher sigue sus pasos en cierto modo al enseñar a sus sujetos experimentales al informar de sus experiencia en referencia a sus sensaciones, que son las que las construyen.Por último, Hume plantea que el último fundamento de las ciencias ha de ser la experiencia y la observación ratificando así los principios empiristas. El sustrato de sus trabajos psicológicos son los contenidos de nuestra mente, es decir las ideas, pues como Berkeley niega la materia afirmando que sólo conocemos nuestro mundo mental, aunque hay un pequeño cambio terminológico pues el las califica como percepciones y divide en dos tipos: impresiones e ideas. Las percepciones son las sensaciones y las ideas son sus copias, pierden viveza, son huellas pálidas de la experiencia. Además hay impresiones simples y complejas, las impresiones simples son sensaciones singulares no susceptibles de análisis posterior, pero casi todas son complejas, es decir suma de sensaciones simples. Las ideas simples son copias de impresiones simples y las ideas complejas pueden surgir de impresiones complejas o de agregados de ideas simples. Hume cree que la impresión está más cerca de la realidad que la idea pues aquella nos pone en contacto con la realidad mientras ésta puede ser falsa.Hume plantea el asociacionismo como herramienta de investigación en las cuestiones psicológicas en la creencia de que los pensamientos son cadenas de ideas que se asocian según determinados principios: semejanza, contigüidad de tiempo o lugar y causalidad, que se corresponden con las leyes de almacenamiento mnemónico de Aristóteles. La más importante es la relación causal, pues de ahí se desprende nuestra inferencia de que estamos en un mundo material, siendo así el pivote de la ciencia. La creencia en las relaciones causales se aprende de la experiencia, cuando se experimenta una conjunción de hechos se piensa que existe una causa y un efecto; la causalidad no sería así más que una correlación, o como el dice y como autores contemporáneos como Damasio parecen redescubrir, un "sentimiento" de conexión entre dos sucesos, y el principio que utiliza para definir este sentimiento es el hábito, similar al de Occam.Al intentar averiguar como alcanzamos conclusiones inductivas descubre que la razón no está implicada en el asunto pues toda inferencia a partir de la experiencia es efecto de la costumbre y no del razonamiento, pero de ahí no se desprende su falta de validez, con esto Hume no quita a la causalidad y a la generalización toda su importancia, sino todo lo contrario. De hecho, desarrollando un planteamiento que puede considerarse el atisbo de una psicología de la adaptación, dice que esta operación a través de la cual inferimos relaciones de causalidad es esencial para la subsistencia de los seres humanos, por eso tal habilidad para generalizar es innata y ya está en los animales, y la razón ha de ser su esclava; este es el motivo de que no dependa de la razón que nos puede llevar a error y se base en lo que Hume denomina sabiduría de la naturaleza. Tal aserto implica que la ciencia positivista, basada en los presupuestos de Hume, en absoluto es lógica pues está anclada en el sentimiento y no en la razón, aunque sus partidarios no lo acaben de asumir o siquiera tener conciencia de ello.A Hume su asociacionismo le acaba llevando a negar cualquier posibilidad de libertad pues estamos determinados por el entorno cambiante que genera en nosotros un flujo inagotable de acontecimientos sensoriales, así la fuente de nuestra actividad es la emoción regida por la búsqueda de placer y la evitación del dolor, con lo que la actividad psicológica se limita a reaccionar al medio con muy poca iniciativa sobre los acontecimientos.Las diferentes posturas empiristas de Locke, Berkeley y Hume se continúan en la obra de Brown, que intenta conciliar el asociacionismo con la ortodoxia religiosa hablando de una asociación creativa, o sugestión, que regula la combinación de las sensaciones en un proceso en el que la emoción participa de forma notable y que explica a partir de sus leyes primarias y secundarias de asociación. A su vez este planteamiento lo retoma Mill incorporando su teoría utilitarista que explica la asociación en función de la búsqueda de placer y la evitación de dolor, y Bain buscando las bases fisiológicas de esos procesos.Regresando a un planteamiento racionalista encontramos a Leibniz (1646-1716), quien sale al paso de la posición empirista de Locke planteando la existencia de ideas innatas. Cree que ciertas ideas son demasiado abstractas como para ser fruto de la experiencia, como por ejemplo la idea de Dios o las verdades matemáticas, aunque en ciertos aspectos acepta las ideas de Locke al afirmar en los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, escrito expresamente para refutar mucho de los planteamientos de Locke, que no hay nada en la mente que no haya estado antes en los sentidos, pero con la consiguiente acotación: excepto el entendimiento mismo. Así afirma que la mente posee ciertas categorías como las de unidad, sustancia, ser, causa, identidad, razón y percepción, categorías que son innatas pues no se encuentran en los sentidos y sin ellas nos encontraríamos ante una sucesión de sensaciones que no podrían dar lugar a la continuidad que entendemos como la conciencia del ser humano.En cuanto a la cuestión entre cuerpo y alma, separándose del dualismo de Descartes y de la visión de Spinoza de mente y cuerpo como dos aspectos de una misma realidad, Leibniz propone la teoría de la armonía preestablecida: Dios lo ha organizado todo en el mejor de los mundos posibles y por eso todo cuadra. Desde tal posición Leibniz desarrolla su teoría del paralelismo psicofísico: cuerpo y mente están sincronizados y por eso funcionan a la vez pero no porque se influyan mutuamente sino sólo porque han empezado a funcionar al unísono, o con la misma cantidad de energía, así todos sus actos están coordinados y su vida empieza y termina sin que exista ningún tipo de conexión causal entre ellos.La base de este planteamiento se encuentra en su Monadología, donde habla de los seres vivos como compuestos de mónadas donde cada una es una unidad, una fuerza independiente que afirma su carácter único frente a otros puntos de fuerza, lo cual brinda una explicación dinámica a la actividad mental pues no está a merced del entorno sino que actúa sobre él. La mónada es simple, no tiene partes ni conciencia; no puede pensarse en forma física, ya que entonces sería posible dividirlas; pero si la mónada es inextensa habría que explicar como forma cuerpos extensos y este es el fallo de Leibniz, nos lleva desde los cuerpos y las mentes hasta las mónadas pero no puede recorrer el camino contrario.Según su planteamiento todos los seres vivos están compuestos de mónadas que determinan su individualidad, y la mónada principal del ser humano es la mente que siente y responde y que puede poseer diversos grados de conciencia, de los cuales el más bajo es el inconsciente. En este sentido una de sus teoría más importantes para la psicología es la de los grados de conciencia y la percepción según la que distingue entre lo que llama la pequeña percepción y la percepción, la primera es una percepción tan débil que no se advierte (el ruido de una gota de agua al caer) de la cual no se puede ser consciente por mucho que se intente, pero la unión de muchas pequeñas percepciones hacen una percepción de la que podemos ser conscientes, aunque en principio no lo seamos porque para esto hace falta que se dé un proceso, el de la apercepción, que también está en el paso de las pequeñas percepciones a percepciones pues éstas no son sólo un conglomerado de aquellas sino que poseen propiedades nuevas. La apercepción es un proceso reflexivo y su principal propiedad es la atención que divide en pasiva y activa; la atención pasiva es el registro automático de las experiencias mientras que la activa es la atención voluntaria mediante la que creamos los contenidos de nuestra mente consciente, según un planteamiento que muchos años más tarde retoma Wundt.En el S. XVIII se inicia el movimiento ilustrado en Francia, el interés de los autores que lo integran es ecléctico, son los enciclopedistas a los que anima una hostilidad hacia la iglesia establecida y los gobiernos feudales que la sustentan; es la era de la razón que plantea que la religión se funda en mitos que despojan al ser humano de su libertad y su lema es el "atrévete a saber" kantiano. En la Francia de mediados del S. XVIII hay una cierta libertad de prensa que permite publicar estos escritos polémicos pero que se acaba tras un intento fallido de asesinar al rey que da lugar a una fuerte represión que aglutina a un grupo de autores denominados "los filósofos". Son escritores de diferentes tendencias a los que sólo une el rechazo a la represión gubernamental, aunque al menos en psicología si se puede hablar de una tendencia general hacia el sensualismo.Un autor destacable de esta época es Condillac (1715-1780), que va más allá que Locke creyendo en la sensación como principio básico del conocimiento y negando la existencia de la reflexión. En su famoso tratado hacer derivar toda facultad mental de la sensación: la memoria surge al experimentar por segunda vez una sensación y reconocerla, la imaginación es una memoria perfeccionada que es capaz de combinar de forma nueva sensaciones antiguas, y el pensamiento no es nada más que una facultad muy desarrollada de experimentar sensaciones....pero, ¿cómo se llegan a desarrollar estas capacidades? Condillac no puede responder y simplemente asimila la mente a los sentidos, con lo que toda capacidad intelectual deriva de la experiencia; pero así el propio concepto de mente está de sobra. En esta misma linea materialista encontramos a La Mettrie (1709-1751), médico que afirma que sólo los médicos pueden hablar de la naturaleza humana pues solo ellos conocen el cuerpo, ya que para el la psicología no es otra cosa que fisiología, tal como plantea en El hombre máquina. Considera a Descartes como el primer materialista por su concepción de los animales como simples máquinas, y porque La Mettrie piensa que Descartes cree que el ser humano también lo es pero que no se atreve a decirlo expresamente por miedo a las represalias religiosas. Según su concepción la diferencia entre el hombre y el animal estriba en el lenguaje, que es lo que hace humana a la persona, pero niega que este sea innato ni privativo de los humanos, pues se puede enseñar como cualquier otra habilidad; con este aserto inicia la teoría transformista, un tipo de evolucionismo que niega la existencia de Dios y plantea que los organismos, las especies y el universo mismo han surgido de la naturaleza primordial según las leyes naturales. La Mettrie habla del ser humano como de una máquina, pero no se trata de una máquina muerta y fría sino que esta viva y es parte integrante de la naturaleza, en este sentido es vitalista pues cree que la materia es capaz de movimiento y autogeneración. Aunque, si sólo somos máquinas, ¿cuál es el sentido de la existencia?; para él la única respuesta es el hedonismo pues afirma la búsqueda del placer como motor de las acciones humanas estableciendo una ética en la que el criterio es la satisfacción sensual.Hay un autor que no se puede clasificar dentro de "los filósofos" pues aunque en un principio lo encontramos ligado a este movimiento, a lo largo de su vida va cambiando de opinión y apostando por diferentes concepciones, por lo tanto su pensamiento puede resumir las diferentes posturas que en cuanto a psicología se elaboran a lo largo de todo el siglo XVIII y puede personificar también la entrada en el siglo XIX, hablamos de Maine de Biran (1766-1824). En un primer momento se adhiere a la postura de Condillac pensando que el entendimiento humano se limita a las asociaciones cerebrales causadas por la estimulación de fibras nerviosas, es decir apuesta por una psicología fisiológica. Pero rompe con esta postura al publicar su Ensayo sobre la descomposición del pensamiento, donde afirma que éste es algo complejo compuesto de procesos distintos pero que no se puede reducir a la suma de estos, y plantea la voluntad como una actividad deliberada que constituye la esencia del yo y que impide al individuo ser tan solo un recipiente de sensaciones convirtiéndole en un ente activo. Su concepción de la psicología adopta su forma final en el Ensayo sobre los fundamentos de la psicología, y ahí concluye que la psicología es la ciencia de los datos de la conciencia y que su objeto de estudio es la intencionalidad del yo que se manifiesta en la conciencia. A estas ideas acaba añadiendo su visión de la experiencia religiosa, asombrosamente pues empieza siendo un materialista acérrimo, e incluye en las facultades psicológicas del pensamiento religioso.Hasta aquí el repaso por las principales ideas sobre la psicología personificadas en este grupo de autores que viven a lo largo de más de dos milenios.Fuente: Antecedentes de la Psicología. Guía de viaje.

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