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Amparo Luna Peiró
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Amparo Luna Peiró
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CIUDADES HISPANOMUSULMANAS Durante la presencia musulmana en la Península Ibérica existieron una gran cantidad de ciudades. Muchas de ellas fueron construidas sobre territorios de antiguas urbes hispanorromanas. Otras fueron de nueva creación. Destacan por su importancia Cordoba, Toledo, Sevilla, Granada o Málaga.La concepción de una ciudad ideal inspirada en la estructura de Bagdad es posible que influyera en las normas de construcción en un principio, pero estos modelos fueron pronto abandonados. Resultando una concepción urbanística en Al-Andalus completamente diferente.La continua aglomeración urbana cambió la imagen de la ciudad heredada del mundo grecorromano por otra distinta. En esta nueva concepción lo principal es la falta de normas más allá de no perjudicar al resto de la comunidad. De esta forma el trazado de las ciudades musulmanas se vuelve laberíntico, irregular y estrecho.Este nuevo ideal urbanístico posee una variada influencia que explica su organización. En primer lugar ya hemos mencionado la continua afluencia de gente que se produce, lo cual dificulta en cierto modo la planificación.En segundo lugar la estrechez de las calles, responde a un abanico de factores que explican su composición. Dentro de estos factores podemos hablar de sociológicos ( el mundo musulmán de esta época vive hacia dentro de las casas por lo que las calles no necesitan una gran amplitud, ya que en ellas no se realiza la vida cotidiana). En otro orden de cosas la estrechez también responde a motivos militares ( evitar el desplazamiento de ejércitos invasores o revueltas internas).La estructura de la ciudad es la que sigue. En el centro de la ciudad se hallaba la Medina (barrio amurallado) donde se concentraban los edificios representativos de la ciudad.Estos eran la Mezquita (centro religioso), el Zoco ( mercado) y la Alcazaba ( lugar donde se concentraba el poder político, administrativo y militar).Fuera de este núcleo principal se encontraban los Arrabales barrios que solían albergar a los diferentes grupos étnicos que componían la sociedad musulmana, principalmente judíos y mozárabes.Las calles solían ser de tierra y estaban iluminadas por la noche con antorchas. Muchas de ellas contaban con red de alcantarillado y servicio de agua por medio de acueductos, los cuales eran abastecidos por aguadores.Con respecto a las viviendas estas no poseían un modelo definido de planificación. Solo debían seguir dos principios. Uno la idea de la casa como lugar de reclusión e intimidad. Segundo la existencia de habitaciones separadas para la mujer.A pesar de no seguir un modelo definido, empleaban el plano romano de un patio central a donde daban las habitaciones. Las casas eran de pequeño tamaño pero debían estar preparadas para ser aumentadas cuando lo requiriera la situación.Estas son en definitiva las principales características que poseían las ciudades Hispanomusulmanas en la Península Ibérica y de las cuales aún hoy, podemos ver restos por muchas lugares de nuestra geografía.LA VIVIENDA ISLÁMICA Debido a la expansión del Islam y, como consecuencia, a su heterogeneidad cultural, la casa árabe puede resultar muy diversa, sin seguir un modelo tipo en su estructura, lo que sí permanece invariable en ellas son dos principios sociales básicos: el concepto de la vivienda como lugar de reclusión, donde prima el derecho a la intimidad, y la separación de la mujer en dependencias distintas a las del resto de la familia. La unidad urbana básica que encontramos en la ciudad islámica es la casa -dar-, conjunto de habitaciones que forman la vivienda familiar. El concepto de protección que comentábamos respecto a la ciudad, se traslada también a la vivienda, protegiéndolas con unos muros romanos de hormigón con encofrado de madera, procedimiento muy utilizado en la península ibérica. La tipología era la de un patio central rodeado de habitaciones siguiendo el esquema de la casa romana. A este patio daban todas las ventanas de las habitaciones, la vivienda árabe nunca se abría directamente a la calle, basándose en ese secretismo del que ya hemos hecho mención anteriormente. La mayoría de las casas árabes eran de escasas dimensiones pero siempre debían estar preparadas para ser agrandadas en función de las necesidades que surgieran. El acceso a la vivienda se realizaba a través de un pasadizo desde el adarve, con el fin de ocultar a la mirada del transeúnte el modo de vivir de los habitantes. Éste desembocaba en el patio que podía tener varios pórticos o galerías de columnas o pilares. En este patio, la mayoría de ellas tenían un estanque o alberca con pozo o aljibe. Un tema crucial en las ciudades islámicas es el del agua, a parte de situarse en lugares bien suministrados de este elemento, la ciudad contaba con perfectos sistemas de traídas de agua, dotándose de grandes estanques o cisternas a las afueras donde llegaba el agua, que luego era repartida a cisternas de intramuros y fuentes. Estos aljibes o cisternas se convirtieron en verdaderos sistemas arquitectónicos, heredados de la Roma antigua. Divididos en naves abovedadas, algunos de ellos fueron fácilmente confundidos con pequeñas mezquitas si no fuera por el revestimiento de paredes y solerías y las lumbreras de las claves de las bóvedas. Eran numerosas las cisternas que podía reunir una ciudad, alcanzando el número de treinta por ejemplo, sólo en el Albaicín (Granada); lo ordinario era que cada casa contara con una de ellas. Pasados los pórticos del patio se encontraban las habitaciones, reservando las de la planta superior a las mujeres, también estas galerías daban entrada a otras dependencias, cocina y letrinas. En cuanto a mobiliario, las casas árabes carecían prácticamente de él, las diferentes dependencias, que podían asumir distintas funciones, de dormitorio, de estancia o de comedor, según la ocasión y la época del año, se dotaban de ligeros bártulos, fácilmente transportados: alfombras, esteras, arcas, etc. En la península ibérica son muy conocidas las casas almohades de Siyasa en Cieza (Murcia), que siguen prácticamente en su totalidad este esquema. LA CASA ISLÁMICA MUSEO MEDINA AZAHARALa palabra casa en la lengua árabe es maskan y deriva de la raíz sakina que significa paz y tranquilidad. El interior de la casa está abierto al cielo, a la serenidad. Es el único lugar donde la familia musulmana puede encontrar su serenidad y la mujer puede moverse sin poner el hijab y sin ser expuesta a las miradas de extraños. La casa musulmana está organizada alrededor de un patio interior, presenta al mundo exterior altos muros que carecen de ventanas, interrumpidos sólo por una única puerta de poca altura y algunas veces por unos ajimeces (ventanas o balcones volados, de madera, cerrados por espesas celosías, en los que las mujeres podían estar al aire libre en una agradable penumbra y, contemplar la calle sin ser vistas). La puerta exterior daba paso a un zaguán, más o menos grande según la importancia de la vivienda, desde el que por otra puerta, descentrada respecto de la primera, se penetraba en el patio, directamente o a través de un paso acodado. Así se evitaba el que, al estar la puerta de la calle abierta, cualquiera que por ella pasase, pudiese ver el patio (54). La estricta vida privada e íntima de la familia islámica y el respeto al deber religioso del hiyab de las mujeres fomentaron el desarrollo de un sistema de "doble circulación" o de la división de la casa en dos zonas: una reservada a la recepción de los invitados hombres (selamlik) y otra reservada a las mujeres y miembros de la familia (haremlik) (28). Esta división estaba claramente definida en las grandes casas donde se encuentran dos patios, uno para el haremlik y otro para el selamlik. Sin embargo, la mayoría de las casas tenían un sólo patio. Así el espacio estaba organizado verticalmente por lo que el primer piso era para los hombres y el segundo para la mujer y la familia. En otros casos, las habitaciones cercanas a la entrada eran destinadas a recibir los invitados varones, y las habitaciones internas a las mujeres y los miembros de la familia. Aunque el patio central está cerrado en sus inmediaciones, esta abierto al cielo proporcionando a sus habitantes una visión clara del infinito. El patio, en este caso, actúa como una conexión simbólica entre el microcosmos de la familia y el microcosmos del exterior. El uso activo del tejado protegido con una pared contribuye también al incremento de la sensación de vitalidad en el interior y proporciona especialmente a las mujeres un espacio abierto en el que se sienten libres de moverse. Con el calor y la cruel sequedad se ha necesitado un enorme esfuerzo humano para dar un soplo de vida a las casas de las ciudades islámicas. Así en los centros de los patios, bellamente cubiertos de mármol se colocan fuentes con agua fluyendo, que no sólo crean una sensación de tranquilidad sino funcionan también para refrescar el aire.

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