Erstellt von Isidro Esparza Marín
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INTRODUCCIÓN “Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación” (1 Ts. 4,3) Si es la voluntad de Dios, quiere decir que Dios es el primer interesado en mi santidad. ¡Manos a la obra! A Domingo Savio le bastó una homilía, la de San Juan Bosco para comprender la urgencia de hacerse santo. ¿A qué vino esa rapidez? Si una homilía fue capaz de motivar a Domingo Savio en llegar a la conclusión de que tenía que poner todos sus empeños en ser santo, ¿Qué podrá el Espíritu Santo hacer con nosotros? Si piensas que ser santo es aburrido y para gente triste tengo una frase: “Hay solamente una tristeza: no ser santo” (L. Bloy) Domingo Savio solía repetir a los compañeros que entraban nuevos en el colegio de San Juan Bosco: “nosotros hacemos consistir la santidad en estar muy alegres”. ¡Viva la alegría! ¡Fuera las depresiones!”. Por tanto no hablamos de “santos tristes ni de tristes santos” . En tiempos de crisis, de mediocridad, de cambios... hacen falta muchos santos y tú puedes ser uno de ellos. ¿Tienes cinco minutos? Te lo explico: ¿QUÉ ES SER SANTO? Un cristiano, cualquiera que sea su condición puede serlo está ¡Al alcance de tu mano! Santa es una persona que inspira toda su vida en Jesús de Nazaret. ¡Vístete de Cristo! Los santos no nacen, se hacen. ¡Menos mal! Necesitan convertirse ya que son pecadores. Tienen pocos años para hacer realidad su sueño. Los hay de muchas clases: caballeros como Ignacio de Loyola, San Francisco de Borja; frailes y jóvenes como Francisco de Asís y san Juan de la Cruz; Reyes como San Fernando; humildes como los pastorcitos de Fátima; Papas (como Juan Pablo II) como San Pío X; adolescentes: Domingo Savio y Laura Vicuña; curas, monjas, matrimonios, abuelos... Tienen muchas profesiones, son de distintas épocas, de distintas razas. Tienen una gran capacidad para contagiar alegría, ilusión, y amor a todos los que se ponen a su lado. No tienen miedo en luchar contra la mediocridad. ¡No quieren pasar a la historia por estar tumbados en el sofá de la vida! Los santos se rodean de santos, hacen santos los que se acercan y los que se acercan los hacen más santos. ¡Fuera el individualismo y viva la santidad comunitaria! La mayoría de los santos son anónimos aunque la Iglesia oficialmente reconoce y propone a unos pocos. ¡Pero no hay límites ni números clausus! ¡No hay nota de corte! El tiempo les parece corto para conseguir su meta: la santidad...cuando la consiguen poseen toda la eternidad. Por eso les pedimos que nos sigan ayudando. ¡No están en el paro! ¿CÓMO PUEDES LLEGAR A SER SANTO? No olvides que Dios ya ha puesto en ti ese deseo. ¿lo recuerdas? Sí, el día de tu bautismo. Ya Dios te señaló la meta: ser santo. ¡Todos! ¡Estamos obligados! El Concilio Vaticano II nos lo recuerda. Haz siempre tus obligaciones pero con amor, aunque no te gusten y según el estado de vida que tengas: buen marido, buen estudiante, buena esposa, buen padre, buena hija, buen médico, buen futbolista, buen profesor, buen músico... ¡No me seas chapuzas! Que a todo el mundo le gusta lo bueno. El santo es amigo de Dios. No valen los toques de móvil. Hay que estar y pasar tiempo juntos, hablar, conocerse. Lo que no se conoce no se quiere. Recuerda: la familiaridad engendra afecto, el afecto confianza y la confianza una fuerte amistad. Si la amistad es con Dios ¡imagínate los lazos!. ¡Más que el primo de zumosol!. Habla mucho con Dios. Alimenta la amistad con Dios: comunión frecuente en la eucaristía y confesión frecuente en el sacramento de la Reconciliación. Nada de raquitismos espirituales. Deja escapar una oración de vez en cuando y vive en la “presencia de Dios en tu vida”. Si te has enamorado alguna vez lo comprenderás ( no se te iba de la mente ¿verdad?). Dios vende a buen precio la santidad: un pedazo de pan, un vaso de agua, un vestido. ¿te suena? Se llama las Obras de Misericordia. ¡Practícalas! Y échale un poco de fragancia “bienaventuranzas” que huele mejor que “el chanel” . ¡Combate el pecado! ¿y qué es el pecado? Aquello que te aleja de Dios. ¡Hay tantas cosas que nos alejan! ¡qué pecador estás hecho! Y ¡tantas cosas que nos acercan! Trabaja la voluntad y ten disciplina. ¡A todo el mundo le gusta las medallas olímpicas pero nadie recuerda el esfuerzo hasta llegar al podium! Al santo le nacen enemigos pero también muchos amigos. Pero recuerda: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta”. Frase gentileza de la Santa más grande y española que hemos tenido: Santa Teresa de Jesús. ¡Ahí va eso! Fórmula tres. Éxito comprobado por Don Bosco en su alumno Domingo Savio (con v y no b ya que es un apellido italiano). Tres consejos: 1º siempre alegres, 2º exacto cumplimiento de tus obligaciones como estudiante y como cristiano y 3º ayuda a tus compañeros. Una pregunta que se hace todo aspirante a santo: Señor ¿qué quieres de mí? . María, la Madre de Jesús nos da la respuesta: ¡Hágase Tu voluntad! . Ya sabes la pregunta y la respuesta. Ahora te falta invocar al Espíritu Santo para que te inspire lo que quiere Dios de ti en cada momento. El secreto de los santos: “hacer extraordinario lo que es ordinario”. ¿Te llamo ordinario? ¡no! Que lo que haces siempre, lo normal (lo ordinario) lo tienes que hacer extraordinariamente: competencia, alegría, amor, sencillez...¡el mejor! Nada de cutreríos. SANTAS CONCLUSIONES SI LAS HAY Los santos del cielo te gritan ahora: ¡Es posible! Pierde el miedo a ser santo. ¡Sin miedo como la canción de Rosana. La santidad no es matemática. Es cosa del corazón, de amar mucho y demostrarlo. ¡no seas tacaño y quiere mucho! Es lo único que quedará de tí cuando te vayas. ¡No hay tiempo que perder! Aunque la santidad se consigue entre espinas y contrariedades. ¡Pero se consigue! Como el oro de muchos kilates ¿no? A fuego lento. Hay tantos santos y modelos de santos como personas que quieran ser santas. ¡Imítalos! Puedes dar también un poco de originalidad! Los santos nos enseñan que la mayor parte de los hombres permanecemos ciegos sobre las posibilidades infinitas que poseemos. Perdemos el tiempo buscando convertirnos en individuos mediocres, que nos adaptamos a aquello que se espera de nosotros. ¡Sé valiente! Si Dios es Vida y la Vida es fuente de Alegría, acercarse a Dios no puede entristecer al hombre. Si Dios es fuente de Santidad la santidad entonces es sinónima de vida y por consiguiente de verdadera alegría. Entonces ¿cómo alguna vez he dudado en decidirme a hacerme santo? ¡quiero vivir y ser feliz! ¡Quiero ser santo! ¿a qué estoy esperando? El espacio para hacerse santo es la misma vida de cada día: la casa, el banco, la calle, la cocina, el pupitre, el patio, la Iglesia, el hospital, la enfermedad, el coche…¡santo sin frontera! Imagínate que decides ahora ser santo...¡Ánimo! haz una oración a Dios y comienza la aventura. ¡Silencio!...¡Acción!. Referencia: Leonardo Sánchez Acevedo, SDB
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