FRENTE AL PLURALISMO RELIGIOSO
Parte de los desafíos a los que se enfrenta la Educación Religiosa en Costa Rica, es conocer su actualidad, y para ello la Dra. Laura Fuentes presenta una de las encuestas más representativas a nivel nacional que refleja la disminución de los creyentes católicos practicantes, dando por resultado un incremento a otras creencias en nuestro país:
“Los católicos practicantes regulares, si bien, eran la mayoría, estarían disminuyendo, pues en 1988 constituían un 52,3% de la población, y aunque tuvieron un aumento considerable en 1992 pues pasaron a un 61%, posteriormente la tendencia ha sido al descenso de este grupo, que contaba con un 46,9% en 2011. En el caso de los católicos no practicantes las cifras se han prácticamente duplicado desde 1988, cuando eran un 13%. El grupo tuvo un drástico aumento en 1991, cuando obtuvo un 22,7% así como en 2008, contabilizando hasta un 31,2%. En 2011 este grupo no superó un 23,3%, dato que coincide con los porcentajes. alcanzados a inicios de las décadas de los años noventa y dos mil, y supone una tendencia relativamente estable. En total, el porcentaje de católicos practicantes y no practicantes encontrado en 2011 fue de 70,2%. En cuanto a los evangélicos-protestantes se tienen datos a partir de 1991, año en el cual contaban con un 10,2%. Este grupo parece haber tenido una propensión al alza, pues en 1999 alcanzaron un 14,4% y en 2009 llegaron a un 16,9%. Para el 2011 se determinó un 15,5% de personas identificadas con el protestantismo, lo cual mantendría estable esta población. El grupo de quienes se declaran sin religión presenta una inclinación al aumento, pues en 1988 constituían apenas un 3,5%, cifra que para el 2004 había llegado a un 10,1% y se estabilizó en un 8,8% en 2011. Las personas que profesan otras religiones -las cuales lamentablemente no se especifican en las encuestas de la Escuela de Matemática-, constituían un 10,5% en 1988. En este caso, el grupo se mostraba proclive al descenso, pues en 1994 llegó a alcanzar un 2,4% para volver a lo que parece una tendencia estable en 2011 con un 5,5%. Por otra parte, la compilación de encuestas de afiliación religiosa realizada por el antropólogo Clifton L. Holland (2007) que cubre el período 1983-2007, permite una apreciación muy general del descenso del número de católicos – sin distinción entre practicantes y no practicantes- y del aumento de los protestantes – sin incluir denominación-, ya que estas encuestas utilizan muestras de distinto tamaño, metodología y cobertura geográfica, por esto no son realmente comparables pero ofrecen una idea de conjunto” (36-37).
Por lo tanto, este estudio es solo un reflejo de nuestra realidad costarricense, donde se demuestra que la fidelidad por la religión se está perdiendo así lo afirma “esta encuesta determinó que en 1995 un 5% de la población declaró haber cambiado de religión en los 10 años anteriores, un porcentaje que para el 2001 había aumentado a 8%. De forma general quienes se identificaron con un credo constituían un 89.2%, pero solamente 38% mencionó tener alguna participación en un grupo religioso (Fuentes 39)
Analizar la realidad en que vivimos es el comienzo para pensar que la “diversidad es entender la variedad que produce lo ecológico, lo biológico, lo familiar, lo escolar, lo cultural y lo social. Pensar sobre la diversidad es hacerlo sobre la naturaleza y las características de la realidad que nos envuelve. Negar las diferencias sería como negar la propia existencia y la de los demás” Cárdenas (ctd Enríquez, Díaz y Goria 181)
Por lo cual, es indispensable analizar que:
“en la actualidad la diversidad religiosa es una realidad ineludible que se presenta por la existencia de la diversidad humana generada por la herencia y el medio social en el que se desarrolla la vida, pero no debe ser generadora de conflicto si se tiene en cuenta que somos diversos y tenemos la capacidad de reconocer la alteridad de los otros con quienes compartimos los diferentes espacios sociales, generando de esta forma en el aula espacios de diálogo que no atropellen ni descalifiquen ideologías ni creencias religiosa” (Enríquez, Díaz y Goria 183)
Lo transcendente es ser consiente que “como educadores de niños y jóvenes estamos sujetos a aceptar retos los cuales nos invitan a asumir actitudes de respeto por la diferencia y ante todo ser sujetos de convergencia y reconocimiento de la alteridad”. (Enríquez, Díaz y Goria 185)
Si bien es cierto, como lo indica Enríquez, Díaz y Goria “bajo principios de la religión católica la hacemos parte de nuestra vida cotidiana y la expresamos en cada una de nuestras actividades, a su vez quienes ejercemos como docentes en los diferentes niveles educativos” (164), lo importante es entender existe una diversidad de pensamientos, por lo tanto, mi profesionalismo se manifiesta en el momento que incentivo la tolerancia, el respeto y un dialogo abierto hacia un conversatorio que enriquezca la persona desde el conocimiento y la libertad de pensamientos y creencias.