Amor, pues, y sacrificio son toda la perfección cristiana. (p. 237)
Obligación de aspirar a la perfección. (p. 239)
Cuando se aspira a la perfección, es menester determinarse a hacer más de lo que está estrictamente mandado. (p. 318)
Perfección
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Perfección
Porque no podemos alcanzar la santidad sin la imitación de nuestro divino Modelo, le pedimos que nos lleve por la perfección de sus caminos: “in perfectione viarum tuarum”, o sea, que nos mueva a imitarle en su modo de haberse, de obrar, en sus obras exteriores e interiores, en cuanto que son perfectas en sumo grado. Dicho de otra manera, le pedimos ser retratos vivos de Jesús, otros cristos, para que podamos decir a nuestros discípulos, como S. Pablo: “Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo”. (p. 1018)