Aportaciones de Watson, Guthrie y Hull.
John Watson
Fue John Watson (1913) quien introdujo el término conductismo, y fue el principal defensor de esta perspectiva durante la primera parte del siglo XX. En sus obras más importantes, Watson (1914, 1916, 1919, 1925) exigía calurosamente la introducción de la objetividad científica y de la experimentación en el estudio de los fenómenos psicológicos. Este autor destacaba la necesidad de centrarse en las conductas observables y no en los fenómenos no observables, como el «pensamiento». Watson no sólo se oponía al estudio de los fenómenos mentales internos, sino que incluso ¡negaba la propia existencia de la mente! Según él, el pensamiento no es más que movimientos sutiles de la lengua y la laringe, y por lo tanto una conducta como cualquier otra.
La influencia de Watson continuó patente mucho después de que se retirara de la academia en 1920. Su fuerte defensa de la Psicología como una ciencia objetiva y precisa, y su insistencia de que el entorno desempeña un papel trascendental en la conducta humana, constituye una tradición conductista que dominó la investigación psicológica en la cultura occidental hasta la década de los sesenta.
Watson propuso dos leyes que describen cómo se desarrollan los hábitos. En primer lugar, su ley de la frecuencia acentúa la importancia de la repetición:
Cuanto más frecuentemente se asocian un estímulo y una respuesta, mayor será el hábito E-R.
La respuesta que más recientemente ha ocurrido después de que se produzca un estímulo determinado, es la que con más probabilidad se asociará con este estímulo.
Watson consideraba que la experiencia pasada explica prácticamente toda la conducta. Su extremado ambientalismo, que rechazaba cualquier efecto de los factores hereditarios, queda perfectamente plasmado en su famosa cita: Dadme una docena de niños sanos, bien desarrollados, y mi propio mundo para criarlos, y yo garantizo que escojo uno al azar y le enseño a convertirse en cualquier tipo de especialista que yo elija: médico, abogado, artista, comerciante, y sí, incluso mendigo y ladrón, sea cual sea su talento, sus inclinaciones, tendencias, vocación y raza de sus antepasados (Watson, 1925, p. 82)