La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto militar global que se desarrolló entre 1939 y 1945. En él se vieron implicadas la mayor parte de las naciones del mundo, incluidas todas las grandes potencias, agrupadas en dos alianzas militares enfrentadas: los Aliados de la Segunda Guerra Mundial y las Potencias del Eje. Fue la mayor contienda bélica de la Historia, con más de cien millones de militares movilizados y un estado de «guerra total» en que los grandes contendientes destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio del esfuerzo bélico, borrando la distinción entre recursos civiles y militares. Marcada por hechos de enorme repercusión histórica que incluyeron la muerte masiva de civiles, el Holocausto y el uso, por primera y única vez, de armas nucleares en un conflicto militar, la Segunda Guerra Mundial fue el conflicto más mortífero en la historia de la humanidad,1 con un resultado final de entre 50 y 70 millones de víctimas.
El bando de los Aliados se enfrentó a las potencias del Eje durante la segunda guerra mundial.
Las principales potencias que conformaron ese bando fueron: Gran Bretaña, Francia (exceptuando el período de su ocupación por Alemania 1940-1944), la URSS (desde la agresión alemana en junio de 1941), Estados Unidos (desde la agresión japonesa en diciembre de 1941) y China, que ya peleaba contra Japón desde 1937, antes del estallido de la guerra general.
De una forma más amplia se denomina aliados a todos los firmantes de la Declaración de las Naciones Unidas el 1 de enero de 1942. En conjunto fueron 26 países entre los que se hallaban, además de las grandes potencias ya comentadas, países europeos ocupados por el Eje
Las Potencias del Eje, durante la Segunda Guerra Mundial, eran el bando beligerante que luchaba contra los Aliados, estando integrado y liderado por Alemania, el Imperio de Japón y el Reino de Italia, además de la ayuda de otros países.
Dichas naciones formaron un Pacto Tripartito que posteriormente derivó en lo que se llamó el «Bloque Berlín-Roma-Tokio». Este nuevo bloque logró su establecimiento debido a las coincidencias que existían entre los sistemas de gobierno, económico e ideológico de los tres países. De igual forma, compartían tres coincidencias de connotación negativa: fueron los países menos beneficiados por el Tratado de Versalles.