Tenemos que tener claro cuál es
la situación actual, es decir, de
dónde partimos y qué es lo que
queremos conseguir.
Debemos de
tener claro
nuestro objetivo
o qué hacer para
poder
conseguirlo no es
tan fácil como
puede parecer.
Cuando tenemos claro el problema,
las soluciones pueden ser muy
diferentes. A veces la consecución
del éxito dependerá de desbloquear
un único obstáculo, pero otras
veces tenemos diferentes
dificultades que debemos ir
resolviendo de forma progresiva.
2. Algoritmos y heurísticos
Los heurísticos aparecen cuando no
es posible utilizar los algoritmos e
implican la participación de la
intuición. Al contrario que los
anteriores, los heurísticos no nos
pueden garantizar que encontremos
la solución.
Un algoritmo es un proceso sistemático que nos
indica de forma concreta cómo llegar, paso a
paso, a la solución.
Para centrarnos en los métodos de
resolución de problemas primero
será importante distinguir entre dos
conceptos: “algoritmo” y
“heurístico”
3. El método de ensayo y error
Una posibilidad es utilizar el método de
ensayo y error, consistente en ir
probando una o varias acciones y evaluar
si el resultado obtenido nos ha acercado
más a nuestro objetivo. Este método será
útil cuando no tengamos ninguna guía
para llegar a la solución y cuando la falta
de tiempo no sea un inconveniente.
Un ejemplo muy básico: si
queremos abrir una puerta y
tenemos diferentes llaves,
iremos probando hasta que
demos con la que nos abrirá.
La idea es que la próxima vez
ya seamos capaces de utilizar
la llave adecuada a la primera.
Aunque es un ejemplo muy
elemental hay muchas
situaciones en nuestro día a día
que resolvemos utilizando este
método y muchas de ellas no
son tan banales.
Los niños pequeños, por ejemplo,
utilizan mucho esta estrategia en sus
actividades diarias. También en
nuestras relaciones sociales solemos
modificar nuestro comportamiento
en base a los resultados obtenidos
por ensayo y error.
5. Cada problema tiene sus propias soluciones
En resumen, no hay un método ideal para resolver nuestros
problemas, pero sí que hay distintas formas de hacerles frente de
manera que la solución nos parezca más sencilla.
Las dos estrategias que hemos comentado no siempre funcionan y hay muchas más que se pueden
adaptar perfectamente a un tipo de problema concreto, pero creemos que pueden ser muy útiles
como estrategias de base para nuestro día a día, sobre todo porque nos permiten objetivar los
problemas, simplificándolos y permitiéndonos así encarar la búsqueda de soluciones de forma
menos abrumadora
4. El método de análisis medio-fin
Otra posibilidad es escoger
acciones que nos ayuden a reducir
la distancia entre el estado actual
y nuestra meta final.
Para ello destacamos el método de análisis
medio-fin, que consiste en definir cuál es la
diferencia entre el estado actual y el estado final
que queremos conseguir como solución a
nuestro problema.
Debemos crear subproblemas o
subobjetivos más pequeños y más fáciles
de resolver que nos ayudarán a conseguir
nuestra meta final. Para ello
estableceremos tantos subobjetivos como
sean necesarios; es decir, si tenemos
impedimentos con el primer subproblema,
crearemos otro y así lo reduciremos tanto
como sea necesario. Daremos solución a
cada subobjetivo, uno a uno, hasta que
lleguemos a la solución definitiva a nuestro
problema inicial.