La dignidad del ser humano. De ser hombre y mujer. La dignidad de ser Hijos de Dios. Una dignidad
que no se puede negociar, sino que habría que "contagiar". Estas fueron las palabras que el Papa
Francisco, hace algunos días, dirigió, en la Sala Clementina, a los miembros de la Asociación Bíblica
Italiana con motivo de la Semana Bíblica Nacional, durante la que se ha reflexionado sobre el tema
“Hagamos al ser humano…varón y hembra; declinación de la polaridad hombre-mujer en las
Escrituras”.
El Papa Francisco habló también de que existe la "posibilidad de que esta dignidad, otorgada por
Dios, pueda degradarse –advirtió- . Diciéndolo en términos de fútbol, el hombre tiene la capacidad
de meterse un "autogol". Esto sucede cuando negociamos la dignidad, cuando abrazamos la
idolatría, cuando damos un lugar en nuestros corazones a la experiencia de los ídolos". Dado que
Dios nos ha dado la dignidad de ser hijos suyos, explicó el Papa, "hemos de plantearnos las
siguientes preguntas: ”Cómo puedo compartir esta dignidad para que se desarrolle en una
reciprocidad positiva? ”Cómo puedo hacer que el otro se sienta digno?
”Cómo puedo "contagiar" la dignidad? Cuando alguien desprecia, segrega, discrimina, no contagia la
dignidad, sino todo lo contrario. Nos sentará bien preguntarnos a menudo: ”Cómo asumo mi dignidad?
”Cómo la hago crecer? Y también nos sentará bien examinarnos para descubrir si contagiamos nuestra
dignidad a nuestro prójimo y cuándo lo hacemos".