El capitalismo apareció a finales del siglo XVIII en Inglaterra, ligado a la Revolución Industrial, y desde
entonces ha ido evolucionando y extendiéndose hasta llegar a ser un sistema prácticamente mundial.
Este sistema económico se caracteriza por: la propiedad privada, la búsqueda del máximo beneficio,
la importancia del mercado regido por la ley de la oferta y la demanda y el papel fundamental que
desempeña la producción masiva a través de la industrialización y el consumo
El capitalista: Dueño de la industria y de dinero acumulado (todo esto forma su capital), necesarios
para adquirir la materia prima y pagar el trabajo que requiere transformar esa materia en mercancía.
El trabajador: Aporta su fuerza de trabajo a cambio de un salario que, en esencia, le permita
reproducir las condiciones necesarias para que siga trabajando (alimentos, vestido, vivienda, etc.).
La clave del capitalismo es la ganancia que este proceso deja al capitalista pues, en una jornada
laboral, el trabajador es capaz de producir más productos que lo que representa el costo de su salario,
de modo que gran parte de su trabajo es gratuito y genera un plusvalor (valor adicional) que se
convierte en ganancia una vez que la mercancía se vende y pasa ser propiedad del patrono para
incrementar su capital.