La mayor parte de las decisiones correctas implican los
siguientes pasos: marcarse una meta o metas, evaluar la
importancia de cada meta, estudiar las opciones, evaluar
cómo se ajusta cada una de las opciones a nuestras metas,
elegir la opción adecuada y usar los resultados de la
elección para modificar las metas, la importancia que se les
asigna y la forma en que se evalúan las futuras
posibilidades.
Distinguir lo bueno de lo
malo es mucho más sencillo
que distinguir entre lo bueno
y lo mejor.
Maximizar como meta genera una enorme
insatisfacción y puede hacernos sufrir mucho,
especialmente en un mundo que insiste en
ofrecernos un número abrumador de opciones,
insignificantes y no tan insignificantes.
explica en qué punto la elección se revuelve contra
nuestro bienestar psíquico y emocional; y cómo la
dramática explosión de oferta en todos los ámbitos se
ha convertido paradójicamente en un problema en vez
de ser una solución.
La libertad negativa es la “libertad de no
elección”, la posibilidad de
desvincularnos de la coacción y no
dejarnos manipular por otras personas.
La libertad positiva es la “liberta
de elección”, la disponibilidad de
oportunidades para ser dueños
de nuestra propia vida y
convertirla en algo importante y
significativo
El incremento de opciones y
oportunidades de elección tiene tres
efectos negativos, todo ellos
relacionados entre sí: tomar una
decisión requiere un mayor esfuerzo,
los errores son más probables y las
consecuencias psicológicas de los
errores son más graves.
En un mundo de escasez, las oportunidades no se
presentan a montones, y lo que la gente tiene que
decidir es si atreverse a hacer algo o evitarlo; si
aceptarlo o rechazarlo.
Es difícil vivir la vida lamentando cada decisión que se
toma porque tal vez no haya sido la mejor posible
Un perfeccionista no se conforma con hacer un
“buen” trabajo si puede hacerlo “mejor”. Como
los maximizadores, sólo se conforman con lo
mejor.