Created by JUAN PABLO SANDOVAL TORRES
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Ezio nació en Florencia el 24 de junio de 1459 dentro de la familia Auditore, siendo el segundo hijo de María y Auditore. Aunque Ezio parecía haber nacido muerto, unas palabras de aliento de su padre hicieron que el joven Auditore llorara. Hasta los 17 años, Ezio vivió una vida de comodidad y lujos siendo miembro de la nobleza florentina junto a sus hermanos: su hermano mayor Federico, su hermana menor Claudia y su hermano pequeño Petruccio. Aprendió de Giovanni Tornabuoni el oficio de banquero por el que su familia era reconocida, desconociendo las actividades clandestinas que su padre tenía con la Orden de los Asesinos. En 1473, la familia se desplazó a vivir en el Palacio Auditore, edificio construido por Giovanni.
En 1476, Ezio se encontró con la joven Cristina Vespucio un día en el mercado. Federico, que se encontraba con él, le convenció para presentarse ante ella. Por desgracia, Ezio no consiguió impresionarla y esta le ignoró. A pesar de ello, Ezio siguió a Cristina a casa, donde la esperaba Vieri de Pazzi. Cristina rechazó varias veces a Vieri, pero el joven Pazzi la ignoró y estaba dispuesto a abusar de ella si no fuera por la intervención de Ezio, que le dio una paliza a Vieri. Vieri juró venganza y huyo. Cristina se presentó a Ezio y le dio un beso, afirmando que se había ganado una segunda oportunidad. Así, surgió una relación entre Ezio y Cristina.
El 26 de diciembre de 1476, Ezio y sus amigos pelearon contra Vieri y su banda en el Puente Viejo. Después de insultarse el uno al otro, Vieri arrojó una piedra que impactó en la cara de Ezio, dejándole una cicatriz en el labio que permanecería el resto de su vida. Ezio derrotó a varios miembros de la banda de Pazzi, pero Vieri huyó antes de que Ezio pudiera hacerle nada. Aunque Ezio estaba dispuesto a seguirle, Federico le detuvo y le recomendó visitar a un doctor. Después de robar a varios de los matones de Vieri, los dos hermanos se dirigieron a través de los tejados en busca de un doctor.
De vuelta al Palacio Auditore, Ezio encontró la casa completamente patas arriba. Su padre y sus hermanos mayores habían desaparecido y su hermana y su madre se habían escondido. La criada, Annetta, no reconociendo a Ezio en un primer momento, le golpeó. Tras darse cuenta del error, le informó que los guardias de la ciudad se habían llevado al resto de hombres de la familia al Palacio de la Señoría. Decidido a averiguar lo que estaba pasando, Ezio se dirigió hacía allí, intentando evitar a todos los guardas de la ciudad, pues también le buscaban a él. Trepando el palacio, Ezio llego a la ventana de la celda, dónde se encontró con su padre. Giovanni mandó a Ezio a encontrar un baúl oculto en su oficina, coger todo lo que hubiera dentro y darle una carta sellada a Uberto Alberti, gonfaloniero de Florencia y amigo cercano de los Auditore. Ezio volvió al palacio, donde encontró la túnica de Asesino de su padre, una espada, una hoja oculta rota, una página codificada y la carta sellada. Ezio llevo los documentos a Uberto, que afirmó que todo era fruto de un malentendido y que a la mañana siguiente serían liberados. Ezio vio a un hombre encapuchado dentro de la casa de Uberto, pero desconocía quién era. Ezio se marchó y pasó la noche en casa de Cristina. A la mañana siguiente, 29 de diciembre de 1476, Ezio se dirigió a la Plaza de la Señoría con la intención de ver la absolución de su familia. Sin embargo, lo que presenció fue la ejecución de su padre y sus hermanos a manos del hombre encapuchado y de Uberto, que negaba haber recibido ningún documento que pudiera indultarles de un crimen de traición. Los tres fueron ahorcados, con Ezio presenciándolo todo y jurando matar a Uberto. Pero el joven Auditore tuvo que retirarse después de que la guardia florentina se le echara encima.
En el burdel, Ezio se encontró con Paola, la hermana de Annetta, que le enseñó como sobrevivir en las calles robando y mezclándose en las multitudes. Además dirigió a Ezio hacia Leonardo da Vinci con la esperanza de que pudiera reparar la hoja oculta de Giovanni. Ezio se encontró con Cristina, que ya sabía de la ejecución de su familia, esa misma noche. Juntos, consiguieron evitar que los cuerpos de su padre y sus hermanos fueran tirados al río Arno y les proporcionaron un entierro digno. Ezio ofreció a Cristina fugarse con él de Florencia, pero se negó por las obligaciones con su familia. Respetando su decisión, Ezio le entregó su collar como recuerdo y se marchó tras darle un beso. A la mañana siguiente, Ezio se dirigió al taller de Leonardo. Una vez allí, Leonardo consiguió reparar la hoja oculta gracias a la página encriptada que Ezio había conseguido del baúl de su padre. La reunión fue interrumpida cuando un guarda, buscando a Ezio, llamó a la puerta del taller. Leonardo salió del taller y, tras no revelar información de la localización de Ezio, comenzó a ser golpeado por el guarda. Ezio se dio cuenta de esto y asesinó al guarda por la espalda con la recién reparada hoja oculta. Ezio se dirigió entonces a asesinar a Uberto, que se encontraba en el patio de la Basílica de la Santa Cruz en la exposición de las últimas obras de Andrea del Verrocchio. Ezio se infiltró en la exposición y esperó pacientemente una oportunidad. Después de oír tanto a Uberto como al resto de nobles hablar de manera insultante de su familia, salió de entre la multitud y apuñaló a Uberto varias veces en el pecho con su hoja oculta, proclamando que los Auditore seguían vivos. Ezio recuperó del cuerpo los documentos que le entregó hace unas noches y una carta para su mujer. Ezio, decidido a no rebajarse al nivel de Uberto, se encargó de hacer que esa carta llegará a su esposa.
Tras el asesinato, Ezio se convirtió en el hombre más buscado de Florencia, por lo que se vio obligado a abandonar la ciudad con su madre y hermana. Con la intención de marcharse a España, la familia se dirigió antes a Monteriggioni, donde el hermano de Giovanni, Mario, tenía una villa. Cerca de la villa, Ezio y sus acompañantes fueron asaltados por Vieri de Pazzi y sus matones, pero fue salvado por Mario y sus mercenarios. Mario intentó introducir a Ezio a los Asesinos, enseñándole a manejarse con la espada y mostrándole la afiliación de sus antepasados a la orden. Sin embargo, Ezio se negó a seguir la lucha de sus antepasados, siendo su único deseo viajar hasta España para huir de lo sucedido. Enfadado, Mario se marchó hacia San Gimignano donde Vieri fue localizado para evitar más ataques de los Pazzi. Ezio, con remordimientos sabiendo que los ataques estaban provocados por él, se dirigió hacia San Gimignano para ayudar a su tío.
Ezio llegó a las afueras de la ciudad, donde Mario y sus mercenarios se preparaban para un asalto esa misma noche. Decidió unirse a ellos y esa noche los mercenarios invadieron San Gimignano. Después de presenciar una reunión entre el encapuchado, conocido como El Español, y los Pazzi acerca de planes en Florencia, Ezio fijó sus ojos en Vieri. Mientras los mercenarios atacaban a los matones de Vieri, Ezio luchó con el joven Pazzi, asesinándole. Ezio intentó que Vieri confesara, pero fue en vano. Enfadado, comenzó a insultar y a zarandear el cadáver de Vieri hasta que fue detenido por su tío, que le obligó a mostrar respeto. En el cuerpo de Vieri, encontró una página codificada similar a la que había recuperado del cofre de su padre y una carta de Giovanni Giocondo para el padre de Vieri, Francesco de Pazzi. De vuelta a Monteriggioni, Mario le contó a Ezio que el hombre conocido como El Español era Rodrigo Borgia, Gran Maestro de la Orden italiana. Ezio decidió entonces dar caza a todos los Templarios culpables de la muerte de su familia, empezando su camino en Florencia para detener los planes que los Pazzi estaban llevando a cabo. Antes de marcharse a Florencia, Mario le reveló una pared en la oficina de Villa Auditore donde yacían varias páginas encriptadas similares a las que obtuvo de Vieri y del cofre de su padre. Mario le contó que se trataban de las páginas de un códice que escribió Altaïr Ibn-La'Ahad, un Mentor Asesino que dos siglos antes consiguió un Fruto del Edén y que gracias a él obtuvo gran información de los Isu. Ezio se propuso entonces encontrar todas las páginas y dárselas a Leonardo da Vinci para que las descifrara. Además, Ezio comenzó a renovar Monteriggioni con la ayuda de su hermana, que se hizo contable. Mario también le mostró a su sobrino el Santuario, una cámara secreta que conmemoraba a algunos de los Asesinos más importantes de la historia. Sellada tras una puerta estaba la Armadura de Altaïr Ibn-La'Ahad, traída hasta allí por el patriarca de los Auditore, Domenico. Mario le explicó que había escuchado historias de tumbas de Asesinos en las que estaban los sellos necesarios para abrir la puerta.
Tras la muerte de Vieri, Ezio volvió a Florencia en abril de 1478 para conocer más acerca de la conspiración contra la Casa de Medici. Sin embargo, Ezio se detuvo antes a visitar a Cristina. Sorprendida, le dijo que ya se había prometido, pues no sabía si volvería a ver al joven Auditore. El grito de una mujer interrumpió su conversación, afirmando que Manfredo había tenido problemas con el juego y que le estaban llevando a un puente en construcción. Cristina le explicó a Ezio que Manfredo era su prometido y Ezio se marchó a ayudarle. Tras salvarle de los matones, Ezio amenazó a Manfredo con arrojarle al Arno si no paraba de apostar y no la cuidaba, a lo que Manfredo accedió.
Tras su encuentro con Cristina, Ezio se dirigió al taller de Leonardo. Allí, sorprendido por el reencuentro con su mejor amigo, Leonardo descifró otra página del códice y le construyó una segunda hoja oculta. Además, Ezio aprendió nuevas técnicas para asesinar a sus objetivos. Leonardo le dirigió además a buscar información de los Pazzi de La Volpe, un ladrón que trabajaba en el Mercado Viejo. Una vez en el mercado, un ladrón le robó la cartera y le llevó hasta los tejados, donde se encontró con La Volpe, que sabía que Ezio necesitaba su ayuda. A través de la información que había conseguido, La Volpe sabía que Francesco de Pazzi y otros Templarios se iban a reunir esa misma noche en la Basílica de Santa María Novella. Así, le dirigió a una entrada secreta a la basílica, a través de la cual podía espiar la reunión. Atravesando los pasillos secretos de Santa María Novella, consiguió llegar a una escalera desde donde podía escuchar perfectamente la conversación de los Templarios. Desde ese punto, se enteró de un plan para asesinar a los Medici en la Basílica de Santa María del Fiore la mañana siguiente y poner a un nuevo gobernador bajo la influencia de Rodrigo Borgia. Ezio intento salir de la basílica y se dio cuenta de que en ella se encontraba un sello de Asesino del que su tío le había hablado, el de Darío, obteniendo así la primera llave a la armadura de Altaïr.
Al día siguiente, Ezio llego al Duomo con la idea de detener a los conspiradores, pero falló. Antes de que pudiera hacer nada, Francesco de Pazzi y Bernardo di Bandino Baroncelli asesinaron a Giuliano y Stefano da Bagnone consiguió herir a Lorenzo. Ezio consiguió ahuyentar a los conspiradores y escoltó a Lorenzo hasta el Palacio Medici. Allí, Ezio le reveló a Lorenzo su nombre y Lorenzo mencionó el gran hombre que era su padre.Mientras hablaban, Poliziano, el teniente de Lorenzo, avisó a Ezio de que habían visto a Francesco en la Plaza de la Señoría. Ezio se unió a las tropas de los Medici y acabó asesinando a Francesco. Como elemento intimidatorio, Ezio colgó el cuerpo de Francesco desde lo alto del Palacio de la Señoría. Cuando Jacobo de Pazzi vio el cuerpo, tanto él como el resto de los conspiradores huyeron de Florencia. Poco después, Ezio se encontró con Lorenzo en el Puente Viejo. Lorenzo le contó a Ezio que, cuando era un niño, casi muere ahogado en el Arno y que de no haber sido por su padre habría muerto ahogado. Fue de ese momento cuando los Auditore y los Medici forjaron una amistad. Ezio aprendió de Leonardo los nombres de todos los conspiradores y recibió además una página del códice de Francesco de Pazzi. Además, con el fin de reforzar la posición de los Medici, Ezio empezó a recibir contratos de asesinato de Lorenzo.
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