El largo, complicado y azaroso proceso de construcción de ciudadanía en México todavía no ha logrado establecer valores estables, en términos de las virtudes cívicas que plantea el republicanismo cívico. El ciudadano modelo no existe, el ciudadano como posibilidad aún está en proceso de construcción. El Estado está en búsqueda del ciudadano, afirma Lorenzo Meyer, para decir que aún se tiene la esperanza de que desde la sociedad civil se configure y se forme el individuo virtuoso que se requiere para dirigir los asuntos públicos en una perspectiva del bien común, el cual nos acerque a mejores condiciones en términos de derechos, justicia, equidad y libertad en todos los ámbitos de la vida social.
La experiencia histórica de la ciudadanía en México bien podría calificarse como dramática y por momentos trágica, pues una y otra vez los derechos se han truncado, las libertades se han reducido al mínimo. La experiencia de la vida pública como horizonte de posibilidad para construir junto al otro la vida en sociedad, parece no terminar por establecerse en la conciencia de los individuos que conformamos este país; una y otra vez ganan los intereses de unos sobre los otros y se construyen hegemonías perniciosas que excluyen y deterioran los principios de equidad e igualdad.