En un sentido amplio, la educación especial es aquella destinada a alumnos con necesidades educativas especiales, ya sea por sobredotación intelectual o bien por discapacidades psíquicas, físicas o sensoriales. Este tipo de educación comprende todas las actuaciones enfocadas a compensar dichas necesidades, en centros ordinarios o en centros específicos.
López Melero, Catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga (España), afirma que la educación especial es la disciplina del sistema de comunicación intencional que tiene lugar en una institución (proceso de enseñanza-aprendizaje) para desarrollar al máximo las posibilidades intelectuales y afectivo-sociales del niño de forma cognitiva, social y culturalmente diferente.
Así pues, entendemos la educación especial como un servicio de apoyo a la educación general que estudia los procesos de enseñanza-aprendizaje, y que se define por los apoyos especiales y necesarios, nunca por las limitaciones del alumno, y siempre con la finalidad de lograr el máximo desarrollo personal y social de las personas con necesidades educativas especiales.
Tal y como hemos mencionado al inicio, este concepto es mucho más global y dinámico que épocas anteriores, ya que deja de dar importancia al trastorno en sí para centrarse en la interacción entre los factores –especialmente educativos- procedentes del sujeto y los procedentes del contexto.