DIFERENCIA ENTRE MEDITACIÓN Y CONTEMPLACION

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Grado Superior ((I) CAMINO HACIA LA UNIÓN DEL ALMA CON DIOS) Teología Mística (Camino hacia la unión con Dios) Apunte sobre DIFERENCIA ENTRE MEDITACIÓN Y CONTEMPLACION, creado por Isidro Esparza Marín el 17/06/2016.
Isidro Esparza Marín
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DIFERENCIA ENTRE MEDITACIÓN Y CONTEMPLACION

16-05-2016 DIFERENCIA ENTRE MEDITACION Y CONTEMPLACION ¿QUÉ ES MEDITAR? Diferencia entre Meditación y Contemplación Dice Santa Teresa de Jesús sobre le meditación: "Llamo yo meditación al discurrir mucho con el entendimiento". Dice que no conviene que toda la oración sea discurso mental: "Es bueno discurrir un rato ... pero que no se vaya todo el tiempo en esto ... porque la sustancia de la oración no está en pensar mucho, sino en amar mucho... y amar es complacer la voluntad de Dios en todo". Lo que está diciendo es que para orar hay que amar. Y amar es darse a Dios: ir a la oración a entregarnos a Dios: Señor, aquí estoy. Te amo, te necesito. ¿Qué quieres de mí? Ten en cuenta que no es lo mismo razonar que adorar (“hacer actos de alabanza y entrega a Dios”). No es lo mismo trabajar con el entendimiento (meditar) que exclamar con palabras interiores con las que mostramos a Dios nuestro amor y nuestra entrega. Puodemos pasar casi sin darnos cuenta, de la meditación a la contemplación, o presencia de Dios o recogimiento. Y esto es un don y decisión delSeñor. No podemos lograrlo por propio esfuerzo, por más que tratemos. Nuestro esfuerzo consiste en sintonizar, en adorar. Y si viene –porque asíDios lo decide- hay que darle paso a esa oración más elevada (contemplación, o presencia de Dios o recogimiento). La meditación moviliza nuestra inteligencia (una de las potencias de nuestra alma) para ponerla al servicio de la Palabra de Dios. Pero, no sólo Santa Teresa, sino otros Directores Espirituales ponen límite a la oración de meditación. La meditación es útil: Consiste en preparar la tierra y quitar las piedras, para hacernos más abiertos a Dios, a confiar en Él, y a amarle mejor. Pero lacontemplación y la oración de silencio son mejores aún, pues nos llevan inmediatamente a un contacto directo personal con el Señor. (cf. Padre Marie Dominique Philippe en Seguir al Cordero). Pueda que sea más fácil meditar, porque allí sentimos que mantenemos el control. Podemos hasta volvernos especialistas en meditación. Pero, si insistimos demasiado en meditar podemos impedirnos a nosotros mismos llegar al silencio de la oración contemplativa, por querer seguir nosotros controlando con nuestro pensamiento. Al Demonio no le interesa que contemplemos, ni siquiera que nos recojamos. Nos mete dudas, nos mete temores, para que sigamos exteriorizados. No quiere que lleguemos al contacto directo con Dios en el silencio. Así pues, el que tiene mejor control es el Maligno y puede tener más éxito en las tentaciones. Podríamos, por causas ciertas, dejar de meditar lo que nos hemos propuesto (una vez por semana o al menos una vez al mes) pero lo que no podemos nunca es dejar de orar. Nunca podemos dejar de adorar. Tampoco debemos confundir lectura espiritual con oración. Hay que leer buenos y recomendados libros, pero lo que no podemos nunca hacer es restarle a la oración para leer. 1/22 MEDITACION COMO MEDITAR Oración de meditación (discursiva) o mental (interactúa con Jesús) La meditación es un trabajo intelectual con el que se busca mover la voluntad hacia un mejoramiento espiritual. La meditación está ordenada haciala contemplación . De tal manera que, si estando en meditación, el Espíritu Santo nos da la gracia de recogernos en silencio o de darnoscontemplación, no podemos tratar de seguir meditando. No podemos decirle al Espíritu Santo: “un momentito, pues estoy haciendo mi meditación”. El Espíritu Santo es nuestro guía en la oración. Hay que dejarle a Él hacer lo que quiera, cómo quiera, cuándo quiera y dónde quiera… aunque no completemos la media hora o la hora que hayamos previsto para la meditación. Es lo mismo que cuando se está rezando el Rosario. Si sentimos el silencio de recogimiento ¡para eso también es el Rosario! No hay que insistir en seguir repitiendo Ave Marías. Hay que saber que la finalidad de la oración vocal y de la meditación es elrecogimiento y la contemplación. Allí en el recogimiento es donde mejor puede el Alfarero actuar en el alma. En la meditación cristiana contemplamos por medio de representaciones mentales y/o lecturas, algún pasaje de la Sagrada Escritura, o alguna verdad de nuestra Fe, o alguna faceta o momento de la propia vida, para tratar de descubrir en la meditación la Voluntad de Dios para sí. Si se usa la Biblia, lo normal es usar sobre todo el Nuevo Testamento, pero no debe descartarse el Antiguo, que ayuda a comprender mejor elNuevo. “Ignorancia de la Escritura es ignorancia de Cristo”, decía San Jerónimo (traductor de la primera Biblia -la llamada Vulgata- al Latín común o vulgar). Y cuando hablaba de la Escritura, él se refería al Antiguo Testamento. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica que la MEDITACION es sobre todo una búsqueda, en la que la persona trata de comprender el por qué y cómo debe ser la vida cristiana para responder a lo que el Señor nos pide (cfr. #2705). El Padre Marie Dominique Philippe, op, dice de la meditación: “es muy buena si tenemos tiempo para dedicarle y, ordinariamente hay que mantenerla. Si podemos consagrar cada semana una o dos horas para leer (y meditar) la Escritura, es excelente”. 2/22 ORACION CONTEMPLATIVA O CONTEMPLACION En este tipo de oración el orante no razona, sino que trata de silenciar su cuerpo y su mente para estarse en silencio con Dios. La oración de silencio o contemplativa ha sido descrita detalladamente en las obras de dos Doctores de la Iglesia: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. La búsqueda en nuestro interior o interiorización se fundamenta en un acto de fe: Dios nos vive en nosotros, somos "templos del Espíritu Santo" (cf. 1 Cor 3, 16). “Entra", dice Santa Teresa, "porque tienes al Emperador del cielo y de la tierra en tu casa ... no ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí ... Llámase recogimiento porque recoge el alma todas las potencias (entendimiento, memoria y voluntad) y se entra dentro de sí con su Dios". La oración de silencio o contemplativa es un movimiento de interiorización, en la que el orante se entrega a Dios que habita en su interior. Ya no razona acerca de Dios, sino que se queda a solas con Dios en el silencio, y Dios va haciendo en el alma su trabajo de Alfarero para ir moldeándola de acuerdo a Su Voluntad. La contemplación consiste en ser atraídos por el Señor, quedarse con El y dejarle que El actúe en el alma. La contemplación, según Santo Tomás, es una anticipación de la Visión Beatífica. Es vivir de manera incompleta y sólo por un instante lo que Dios vive eternamente. Sea la contemplación o sean gracias místicas que pueden darse en este tipo de oración, es un don de Dios. Por ello, no pueden lograrse a base de técnicas. Ni siquiera son fruto del esfuerzo que se ponga en la oración, sino que como don de Dios que es, Él da a quién quiere, cómo quiere, cuándo quiere y dónde quiere. A Santa Teresa se las daba por cantidad, a Santa Teresita por poquitos, decía ella “por charquitos”. Dios es libérrimo y se da a su gusto y decisión: un día puede darnos un regalo decontemplación y al día siguiente podemos sentir la oración totalmente insípida. Dios esimprevisible por naturaleza: no podemos prever lo que nos va a dar. Casi siempre nos sorprende. Buscar a Dios en la oración de silencio depende del orante. Recibir el don de la contemplación depende de Dios. Dice Sta. Teresa: "Es ya cosa sobrenatural ... que no la podemos procurar nosotros por diligencias que hagamos". 3/22 Pero cuando deseamos ahondar un poco más en la adoración, el Espíritu Santo puede darnos un poco de consuelo, haciéndonos sentir su Amor, su consentimiento, sus gracias. Es muy importante tener en cuenta que las gracias místicas que puedan derivarse de este tipo de oración no son su verdadero fruto, ni siquiera son necesarias para obtener ese fruto. En la contemplación somos instruidos por el Espíritu Santo de manera especial, en silencio, sin ver ni oír nada. Si es Voluntad Divina, el Espíritu Santo puede regalarnos gracias especiales de visión o de escucha, hasta del olfato. Pero las gracias verdaderamente importantes no están en esas experiencias sensoriales. El fruto verdadero de la oración (vocal, mental o contemplativa) es: 1.- Ir descubriendo la Voluntad del Espíritu Santo para nuestra vida. 2.- Ir haciéndonos dóciles a la Voluntad del Espíritu Santo. 3.- Llegar a que sea la Voluntad del Espíritu Santo y no la propia la que rija nuestra vida: es decir, nuestra voluntad debe estar unida a la del Espíritu Santo, o sea, la“unión de voluntades” de que habla Santa Teresa. Un error común es creer que ésta, que es la oración más elevada, está reservada sólo para unas poquísimas almas escogidas, generalmente monjas o monjes de claustros y comunidades contemplativas. Ese concepto le encanta al Enemigo, que no quiere que seamos verdaderos orantes. La oración de contemplación, de recogimiento, de silencio es para todo aquél que desee buscarla. Santa Teresa de Jesús dice que la oración contemplativa es la "Fuente de Agua Viva" que Jesús promete a la samaritana y que la promete para"todo el que beba de esta agua no volverá a tener sed" (Jn 4, 13). No dice el Señor que la dará a unos y a otros, no. 4/22 ¿COMO HACER ORACION DE CONTEMPLACION? COMO CONTEMPLAR: El don de "contemplación" depende sólo de Dios. Con mucha humildad el orante se entrega totalmente a Dios, que da cómo quiere, cuánto quiere, dónde quiere y a quien quiere. El orante sabe que Dios le dará justo lo que mejor conviene a su salvación eterna. 1. Se requiere soledad y silencio Hay que empezar por crear soledad. "Así lo hacía Él siempre que oraba", dice Santa Teresa. Soledad para entender "con Quién estamos". Silencio del cuerpo y de la mente para buscar a Dios en nuestro interior. En el silencio Dios se comunica mejor al alma y el alma puede mejor sintonizar la frecuencia de Dios. En el silencio el alma se encuentra con su Dios y se deja amar por El. 2. ¿Quién puede hacer este tipo de oración? Según Sta. Teresa, la oración de contemplación es la "Fuente de Agua Viva" que prometió el Señor a la Samaritana (cfr. Jn. 4). "Mirad que os llama a todos ... no dijo a unos daré y a otros no". Es decir, no dijo que daría de esta "Agua" a ciertos escogidos, sino dijo: "Todo el que beba de este agua, no volverá a tener sed jamás" (Jn. 4, 13). 3. Nuestra participación en la oración La persona debe poner su deseo y su disposición, pero principalmente es su actitud de silencio (apagar ruidos exteriores e interiores). El silencioaún no es contemplación, pero es el esfuerzo que Dios requiere para dársenos y transformarnos. Además, el orar se aprende orando, "sin desfallecer", como dice el Señor. La única manera de aprender a orar es: orar, orar, orar. 4. La participación de Dios La participación de Dios escapa totalmente a nuestro control y El -soberanamente- escoge cómo ha de ser Su acción en el alma del que ora. En ese silencio de la oración contemplativa, Dios puede revelarse o no, otorgando o no gracias místicas o contemplativas. Esta parte, el don deDios, no depende del orante, sino de Él mismo, que se da cómo quiere, cuándo quiere, dónde quiere y a quién quiere. La efectividad de la oración contemplativa no se mide por el número ni la intensidad de las gracias místicas, sino por la intensidad de nuestra transformación espiritual: crecimiento en virtudes, desapego de lo material, entrega a Dios, aumento en los frutos del Espíritu. La oración contemplativa es siempre una experiencia transformante, haya gracias místicas o no. 5/22 CONDICIONES PARA LA ORACION CONTEMPLATIVA. 1. Crecimiento en la Fe Creer que Dios está presente dentro de nosotros es lo que se conoce como Inhabitación Trinitaria en nuestra alma. Nuestra vida se mueve no por vista sino por fe. Yo vivo en la fe, la fe que me dice, Dios está aquí. ¿Lo veo? No ... simplemente lo sé. 2. Deseo inicial de oración y perseverancia A esto llama Santa Teresa "determinada determinación", que se requiere para iniciar el camino de oración y para mantenerse en Él. Esta determinación es necesaria para poder enfrentar las resistencias que vamos a tener. Estas vienen tanto de nuestro interior como del exterior. Los primeros obstáculos que se anteponen a la oración son la duda y el temor. Y el Demonio tienta con la duda para que no comencemos. Y con eltemor para que, una vez tomada la decisión y haber comenzado, no continuemos con la oración de silencio. Otra tentación puede ser, pensar que se está muy avanzado en años (haber alcanzado casi la vejez) para la contemplación. Pero nunca es tarde para empezar. Siempre hay obreros de última hora, también en la oración. Pero la determinación no es sólo necesaria para el arranque inicial, sino sobre todo, para continuar en el camino. Recordemos que el Enemigo no quiere que oremos, y mucho menos que lleguemos a la oración de contemplación. 3. Pureza de corazón Buscar a Dios por lo que Él es y no por lo que nos pueda dar. "Buscar NO los consuelos de Dios, sino el Dios de los consuelos" (Sta. Teresa de Jesús). Se trata de buscar al Señor y no los dones del Señor, se debe esperar al Señor que es imprevisible por excelencia y no los dones del Señor. Esto implica que se debe ir a la oración desapegado. Y esto significa estar dispuesto a aceptar la manera que el Señor elija para encontrarse Él con nosotros: la oración nos puede surgir árida, fervorosa, sensible, contemplativa. El orante va a dar su vida, su ser, su "nada". En una palabra: se va a la oración a "dársele" uno a Dios por lo que Él es. 4. Humildad La Contemplación es don "que no se puede merecer" (Santa Teresa). ¡Es un super-privilegio! Reconocerse "nada" ante Dios … pues lo somos … Y reconocernos indignos de recibir del Señor los dones contemplativos. 6/22 Dios es nuestro "Todo". Sus creaturas nada podemos, nada sabemos, nada somos, nada tenemos, nada valemos y valemos menos que nada porque la nada no peca y nosotros SI, sin embargo, todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. Creer esto de forma sincera es comenzar de verdad a serhumildes. 5. Sencillez, pobreza e infancia espiritual "Yo te alabo, Padre, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los sencillos. Sí, Padre, así te pareció bien" (Mt 11, 25). Hacernos sencillos, sabernos incapaces de recibir en la oración la Sabiduría que viene de Dios. Hacernos pobres EN el espíritu y dejarnos llenar de los bienes del Señor, a través de la oración. Hacernos pequeños para que Dios pueda crecer en nosotros a través de la oración. Hacernos niños para creer y confiar en nuestro Padre como los niños confían en sus padres. 6. Entrega de la voluntad La Oración de Contemplación requiere una entrega total, un "SÍ" incondicional y sin atenuantes. Buscar a Dios para dárnosle, sólo porque El es nuestro Dios. El orante "ha de ir contento por el camino que le llevare el Señor" (Santa Teresa). Entregar la voluntad es ir conformando nuestra voluntad con la de Dios; NO imponerle a Dios nuestra propia voluntad. Entregar la voluntad es ir aceptando los planes de Dios para nuestra vida; NO es imponer a Dios nuestros propios planes. Entregar la voluntad es cooperar con los proyectos que Dios tiene para nuestra existencia; NO es exigir a Dios Su cooperación para los proyectos que nosotros nos hemos creado. Entregar la voluntad es esperar pacientemente el momento del Señor, pues Dios tiene sus ritmos y sus tiempos. "Su Majestad sabe mejor lo que nos conviene; NO hay por qué aconsejarle lo que debe darnos" Entregar nuestra libertad para que Él pueda hacer en nosotros según Su Voluntad es condición importante para la Contemplación. 7. Desapego de todo lo creado: Olvido de todo lo creado, //atención al interior,//y estar amando al que es su Amado. San Juan de la Cruz Al tener un apego irresistible a Dios, estamos en el desapego. 7/22 8. Vivir el presente Para orar hay que centrarse en el momento presente. No hay que hurgar en el pasado salvo en los casos en que debemos revisarlo para corregir nuestras tendencias. Tampoco hay que pensar en el futuro, sobre nuestros planes y deseos. Hay que estar en el aquí y ahora porque "aquí está Dios". La siguiente experiencia mística puede mostrar cuán importante es esta condición para la oración: "Estaba lamentándome del pasado y temiendo el futuro. De repente mi Señor estaba hablándome: MI NOMBRE ES 'YO SOY' ... Cuando vives en el pasado con sus errores y pesares, es difícil, Yo no estoy allí. MI NOMBRE NO ES 'YO FUI' ... Cuando vives en el futuro con sus problemas y temores, es difícil. Yo no estoy allí. MI NOMBRE NO ES 'YO SERE' ... Cuando vives en este momento, no es difícil. Yo estoy aquí. MI NOMBRE ES 'YO SOY'" (Poema de Hellen Mallicoat). 9. Se requiere silencio y soledad: Hay que empezar por crear soledad. "Así lo hacía Él siempre que oraba", dice Santa Teresa. Soledad para entender "con Quién estamos". Silencio del cuerpo y de la mente para buscar a Dios en nuestro interior. Es en el silencio cuando Dios se comunica mejor al alma y el alma puede mejor captar a Dios. En el silencio el alma se encuentra con su Dios y se deja amar por El. Las cosas que suceden en el alma son como algo que sucede en las profundidades del mar. Arriba en el mar hay turbulencia, pero mientras más se baja, hay total y absoluto silencio. El deseo de buscar silencio y soledad es un síntoma de que estamos llegando a la verdadera oración. En el caso de los Dominicos, Santo Domingo de Guzmán quería que en las comunidades se generara un ambiente adecuado para la contemplación. Se hablaba de la santísima ley del silencio, que si era quebrantada por algún fraile, éste debía ser corregido con penas graves. Esta ley manifestaba que sin silencio, no había predicación, porque no había contemplación. 8/22 10. Nuestra participación en la oración La persona debe poner su deseo y su disposición, principalmente en su actitud de silencio (apagar ruidos exteriores e interiores). El silencio aún no es contemplación, pero es el esfuerzo que Dios requiere para dársenos y transformarnos. Hay que ir con un corazón dispuesto. Nuestra alma es como las tinajas de las Bodas de Caná. Hay que llenarlas de agua, bien hasta los bordes, para que el Señor transforme ese agua en Agua Viva. Nosotros llenamos las tinajas como los sirvientes de las Bodas de Caná, es decir, aportamos nuestra buena voluntad (quiero amar, entregarme a El). Pero Jesús es el que puede transformar el agua en vino, es decir, transforma nuestra entrega en Su Amor. 11. La participación de Dios La participación de Dios escapa totalmente a nuestro control, porque Èl -soberanamente escoge cómo ha de ser Su acción en el alma del que ora. En el silencio de la oración contemplativa Dios puede revelarse o no, otorgando o no gracias místicas o contemplativas. Esta parte, el don de Dios, no depende del orante, sino de Èl mismo, que se da cómo quiere, cuándo quiere, dónde quiere y a quién quiere, La efectividad de la oración contemplativa no se mide por el número ni la intensidad de las gracias místicas. Se mide por la intensidad de nuestra transformación espiritual: crecimiento en las virtudes, desapego de lo material, entrega a Dios, aumento en los frutos del Espíritu, etc. ARIDEZ: La participación de Dios puede ser en aridez. Cuando ésta venga –que vendrá- hay que tener cuidado, porque puede convertirse en una tentación. Pudiera suceder que cuando ya hemos avanzado algo en la oración o cuando estamos agobiados de trabajo y se descuide la oración, se comience a creer que la oración de contemplación no es para uno. Ese sería un triunfo del Demonio, pues hace todo lo que puede para que nos quedemos exteriorizados. Cuando estemos en aridez, más hay que adorar. Puede ser cansado. Es como sacar agua del pozo, en vez de recibirla por irrigación o –mejor aún- de la lluvia (cf. Santa Teresa de Jesús). La aridez es parte del camino de oración. Porque creer en el Amor de Dios no es sentir el Amor. Es, por el contrario, aceptar no sentir nada y creer que Dios me sigue amando. 9/22 Así que no hay que juzgar la vida de oración según ésta sea árida o no. La sequedad es un dolor necesario. No podemos amar a Dios por lo que sentimos, sino por lo que El es. La aridez es necesaria para ir ascendiendo en el camino de la oración. Así que, viéndolo bien, la aridez es un don del Señor, tan grande o mayor que los consuelos en la oración. Con la aridez el Señor nos saca del nivel de las emociones y nos lleva al nivel de la voluntad: "oro aunque no sienta nada porque mi deseo es amar al Señor". La aridez, entonces, cuando no es porque nos hemos alejado del Señor por el pecado o por no orar, es un signo de progreso en la oración. CONCLUSION: La oración contemplativa es siempre una experiencia transformante, haya gracias místicas o no, estemos en aridez o no. Y recordemos: orar se aprende orando, "sin desfallecer", como dice el Señor. La única forma de aprender a orar es: orar, orar, orar. Adoración la más alta forma de oración 10/22 ¿CÓMO DISPONERSE A LA CONTEMPLACION? ADORACION, yo RECOGIMIENTO, yo y Dios CONTEMPLACION, Dios Hay que sintonizar a Dios, de la misma forma como sintonizamos una estación de radio. El Señor puede trasmitir, o con agradables aromas, o conpalabras, o en silencio, o con visiones,. Nunca lo sabremos de antemano. La sintonización la podemos hacer con la adoración . Puede el Señor dejarnos en adoración o recogernos en su silencio. Y puede ir más allá: darnos contemplación y gracias místicas. COMO ADORAR: Recordemos la escena de los Reyes Magos ante el Niño Jesús y la de los 24 Ancianos del Apocalipsis, los cuales se postraron y adoraron al Señor, quitándose sus coronas. Quitarnos nuestras coronas y despojarnos de nuestro propio yo. Despojarnos de nosotros mismos es estar frente a Dios en la verdad. “Los verdadero adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Jn 4, 23). Somos capaces de ser veraces prácticamente sólo cuando adoramos. La adoración es lo que nos hace estar en verdad. Y ¿cuál es nuestra verdad? Que somos directamente dependientes de Dios. No nos valemos por nosotros mismos. La adoración exige esa pobreza de las bienaventuranzas: ser pobre en el espíritu. Es la pobreza radical de quien se sabe nada, así que podemos decirnos: Nada puedo, nada se, nada soy, nada tengo, nada valgo y valgo menos que nada, porque la nada no peca y yo sí. Dios es Todo, yo soy nada. Al descubrir a Dios como Creador, descubrimos inmediatamente que no somos nada y que todo lo recibimos de Él. Nos ponemos, entonces, delante de Dios en desnudez, como Job cuando al final aceptó -por fin- que recibía todo de Dios: “Reconozco que lo puedes todo”(Job 42, 1-6). Como la canción Maranatha: “Haz que me quede desnudo ante Tu Presencia, haz que abandone mi vieja razón de existir”. Hay que abandonar las alforjas que cargamos y el viejo vestido que llevamos puesto. Y que pretendemos llevarlo –inclusive- a la oración. 11/22 La alforja que más pesa es el orgullo. Es inútil buscar mucho cuál es nuestro pecado dominante: es el orgullo en todas o en algunas de sus formas. El orgullo fue el pecado original y luego se ha repetido a lo largo de la historia de la humanidad: Engreimiento, deseo de poder, vanidad (querer quedar bien, querer ser apreciado, reconocido estimado, aprobado, consultado, alabado), preferido, defensa de los propios criterios (que no suelen provenir de la oración, sino de los razonamientos estériles) defensa de los propios intereses, creerse indispensable, querer aparecer, defensa de la propia imagen, temor a perder la fama, temor a la crítica y aún a la corrección, etc. etc. etc. Son todas formas de orgullo. El orgullo nos impide adorar, porque el orgulloso no es capaz de quitarse su corona, esa corona que está cargada de todas esas formas de orgullo, que van contra la HUMILDAD y contra la pobreza de espíritu. Por eso, al no darnos cuenta de alguna forma de orgullo, hay que ponerse enadoración en seguida porque, si el orgullo nos impide orar, por consecuencia lógica: la adoración nos quita el orgullo. Por la adoración vamos poco a poco, progresivamente, siendo humildes, permitiendo al Espíritu Santo que nos vaya curando del orgullo y regalándonos humildad, base de todas las demás virtudes y de muchos otros regalos del Espíritu Santo. La adoración es el verdadero camino que nos conduce de manera segura –aunque paulatina- a la humildad. Y ¿qué es la humildad? Volvemos al tema del comienzo: La Búsqueda de la Verdad. “Humildad es andar en verdad”, según Santa Teresa de Jesús. Y andar en verdad es reconocernos creaturas dependientes de Dios que nada somos ante El y nada podemos sin El. COMO RECOGERSE --> ORAR CON EL CORAZON: La oración de corazón es una oración en la que se silencia la mente. Eso algunos lo tienen por gracia especial. Otros lo tienen que trabajar. Santa Teresa decía que algunos tienen que ir a buscar agua al pozo, otros les llega por una noria con arcaduces, otros a través de un canal y otros les baña el huerto de nuestra alma a través de la lluvia. En cualquiera de los casos, debemos disponernos a ese silencio interior con el que puede venir la oración del corazón. A los que les cuesta, pueden usar una o varias frases de un Salmo, alguna jaculatoria o alguna palabra, con la que se van bombardeando la mente (la loca de la casa, según Santa Teresa) para aquietarla. 12/22 Puede ser la oración que dijo el ciego Bartimeo a Jesús: "Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, que soy pecador". Esa oración encierra mucho: la Trinidad (porque al nombrar al Hijo está sobreentendido, el Padre, y nadie puede decir que Jesús es Hijo de Dios, sino por medio del Espíritu Santo). Nos reconocemos necesitados de Dios al pedir piedad, y nos reconocemos también lo que realmente somos: pecadores. Pero no hay que pensar todo eso al repetirla. Puede ser algunas estrofas de un Salmo que nos lleguen al corazón como espada de doble filo. Por ejemplo: "El Señor es mi Pastor, nada me falta". Puede ser una oración de adoración: ¡¡Señor, Dios mío ¡Qué grande eres!!. ¡¡Cada día te alabaré y bendeciré Tu Nombre, eternamente y para siempre". ¡¡Tú eres el alma de mi alma!!, ¡¡Tu eres la esencia de mis existencia!!, ¡¡Tu eres la Vida de mi verdadera vida que escondida descansa sólo en Tí!!.¡¡ Señor, Tú eres mi Creador, y yo tu creatura!! Tú eres mi Hacedor, y yo tu hechura. Condiciones RUDIMENTARIAS para que se dé la oración del corazón: Buscar el silencio y recogimiento. Dejar las preocupaciones de lado. Humildad. Templanza y autodisciplina en todo. Estas son condiciones y a la vez frutos de la oración de corazón. Con esta oración podemos llegar a la oración constante: orar sin desfallecer (1 Tes 5, 17), porque puede hacerse mientras trabajamos o no, acostados o sentados, en el automóvil o en la casa. Repetir la oración que Dios nos haya inspirado para usar en todo momento. Sólo así estamos respondiendo a la solicitud del Señor en el Huerto de los Olivos: vigilen y oren para no caer en tentación (Mt 26, 41). 13/22 EL CAMINO DE LA ORACION según Santa Teresa de Jesús 1. La oración: camino de amistad con Dios Han habido variadas definiciones de oración a lo largo de la historia. Santa Teresa de Jesús nos dejó una: "La oración mental no es otra cosa, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama". La Oración, entonces, es tratar como un Amigo a Aquél que nos ama. Y "tratar de amistad" y "tratar a solas" implica buscar estar a solas con Aquélque "sabemos nos ama".Y a Dios le agrada estar con el hombre -como el amigo se goza en el amigo y un padre con su hijo. Dios siempre se agrada cuando el orante decide "estar a solas con El", orando, tratando con el Amigo. La Oración, como la amistad, es un camino que comienza un día y va en progreso. El orante comienza a tratar al Amigo que le ha amado desde toda la eternidad, y así empieza a conocerle, a amarle, a entregarse a El, en una relación que sabe no finalizará, pues en la otra vida será un trato "cara a cara" y en felicidad infinita y perpetua. 2. La oración: camino de interiorización "Tratar a solas" es indicativo de búsqueda de silencio y de soledad, para poder estar con el Amigo. "Acostumbrarse a la soledad es gran cosa para la oración", dice la Santa. Y a los principiantes dirá: "... han de menester irse acostumbrando a ... estar en soledad". Y, apoyándose en el Evangelio nos recuerda: "Ya sabéis que enseña Su Majestad que sea a solas, que así lo hacía El siempre que oraba". Elsilencio/soledad debe verse como tiempos en los que el alma, sola y a solas, se vuelve a su Dios. Así, el silencio/soledad no es ausencia, sino presencia del Amigo. En el silencio/soledad podemos captar la voz de Dios y las inspiraciones de Su Santo Espíritu. Orar no es tanto hablar nosotros a Dios, sino guardarsilencio ante El: abrirle la puerta para que El se comunique a nosotros desde nuestro interior. La Oración nos exige momentos específicos en el día para estar a solas con El que sabemos nos ama. Y tan importante es esto, que Teresa de Jesús presenta la búsqueda de soledad como prueba de la autenticidad de la Oración, al decirnos que la Oración acrecienta el deseo de soledad: "Desea ratos de soledad para gozar más de aquel bien". Al estar a solas y en silencio, la persona va interiorizándose, o sea, va uniéndose a Dios que está en su interior. 14/22 Santa Teresa describe ese camino de interiorización en su obra "Las Moradas" o "Castillo Interior", y en ella compara al alma con un castillo que tiene muchos aposentos o Moradas,"y en el centro y mitad de todas éstas tiene la más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto entreDios y el alma". Las Moradas son siete, equivalentes a siete diferentes niveles de interiorización, desde donde nos relacionamos con Dios. 3. La oración: camino de purificación Santa Teresa nos dice que "Dios no se da a Sí del todo, hasta que no nos damos del todo". Así que si queremos que el Señor se apodere de nosotros con la Oración de Quietud y de Oración de Unión, debemos darnos por entero a El. Y en esta donación total, nuestro peor enemigo es nuestro"yo". Dice la Santa que "no hay peor ladrón" que "nosotros mismos".Se refiere a las tendencias egoístas que tenemos que combatir, pues impiden nuestra libertad espiritual. El amar la voluntad propia antes que la de Dios nos carga de "tierra y plomo". No siempre se tratará del deseo de cosas ilícitas; puede tratarse de cosas buenas, pero que están conforme a nuestra voluntad, a nuestro criterio. Hay que mirar por encima de nuestros conceptos humanos, por buenos que puedan parecer, y atender a la Voluntad de Dios antes que a la nuestra, porque dice el Señor:"Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son Mis Caminos. Como el cielo es más alto que la tierra, Mis Caminos son más altos que los vuestros; Mis Planes que vuestros planes" (Is. 55, 8-9). También nos recuerda Teresa de Jesús que el "Venga a nosotros Tu Reino" (donación de Dios al alma) va, en el Padre Nuestro, junto al "Hágase Tu Voluntad" (donación del alma a Dios). Y nuestra donación a Dios es siempre una donación dolorosa, pues en ella Dios va purificando a la persona de apegos y afectos desordenados. Esta purificación a veces hace llorar el alma y sangrar el corazón, pero termina por dejarnos completamente libres para Dios. El sufrimiento no hay que rechazarlo, pues cuando esto hacemos la cruz se vuelve más pesada. Tampoco debe verse como un peso que hay que aceptar necesariamente. En el sufrimiento hemos de reconocer la cruz que Dios nos brinda para nuestra purificación y para nuestra unión con El. Si el Señor nos envía algo de sufrir, según Santa Teresa, eso es prenda de Su predilección. Jesús pasó por ese camino, siendo "Su Hijo Amado" (Lc.4, 17). Por eso, cuando Dios trata a un alma como a Jesús, es precisamente porque mucho la ama. ¿Parece locura, quizá masoquismo? Pero San Pablo nos advierte: "A nivel humano uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece locura; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu" (1ª Cor. 2, 12). 15/22 La actitud de Teresa de total entrega a la Voluntad de Dios, no le importa lo que Dios le pida, no importa, lo que Dios le mande, todo esto viene mejor expresado en este poema, del cual hemos extraído algunas estrofas: Vuestra soy, para Vos nací, ¿Qué mandáis hacer de mí? dadme riqueza o pobreza, dadme consuelo o desconsuelo, dadme alegría o tristeza, dadme infierno o dadme cielo, vida dulce, sol sin velo, que a todo digo que sí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Dadme, pues sabiduría, o por amor, ignorancia, dadme años de abundancia o de hambre y carestía; dadme tiniebla o claro día; pues del todo me rendí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Dadme Calvario o Tabor, desierto o tierra abundosa, sea Job en el dolor, o Juan que al pecho reposa; sea la viña fructuosa o estéril, si cumple así. ¿Qué mandáis hacer de mí? Si queréis, dadme oración, si no, dadme sequedad, si abundancia y devoción, y si no, esterilidad. Soberana Majestad, sólo hallo paz aquí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Vuestra soy, para Vos nací, ¿Qué mandáis hacer de mí? 16/22 4. La oración: camino de transformación La Oración es transformante: si no cambia nuestra forma de ser, nuestro modo de vivir, nuestros valores, no está siendo provechosa, pues ORAR ES CAMBIAR DE VIDA. El camino de Oración va siendo trazado por una secuencia de acciones que Dios va realizando en la persona que lo busca sinceramente. La total entrega a Dios, la total identificación de la persona con Dios, no puede ser fruto sólo de nuestro esfuerzo personal, pues excede nuestra capacidad. Es fruto de la acción de Dios en el alma que se deja guiar por El, por el camino estrecho de la purificación interior, que lleva a la transformación de la persona en el modelo que es Cristo. Sin embargo, Teresa de Jesús nos dice que es esencial la práctica de la virtud, pues es imposible ser contemplativo sin tener virtudes y que "es menester no sólo orar, porque si no procuráis virtudes, os quedaréis enanas". Aunque Dios ha infundido en nosotros las virtudes en el Bautismo, sin mérito nuestro, no las hace crecer sin nuestra colaboración, siempre con la ayuda de Su Gracia. Al practicar las virtudes, facilitamos la acción de Dios en nosotros y el alma se hace más apta para sentir y seguir las sugerencias del Espíritu Santo. Tan importante es para Santa Teresa el crecimiento de las virtudes, que ha llegado a decir:"Yo no desearía otra oración, sino la que me hiciese crecer las virtudes". Y también: "Si (la oración) es con grandes tentaciones y sequedades y tribulaciones, y esto me dejase más humilde, esto tendría por buena oración". La mejor oración, entonces, será la que más cambie nuestra vida, la que más nos lleva a imitar a Cristo, la que más no haga crecer en los "frutos del Espíritu", que refiere San Pablo en su carta a los Gálatas (5, 22). 5. La oración: camino de paz Una persona totalmente entregada a la Voluntad de Dios, no puede sino vivir en paz, que es uno de los frutos del Espíritu. No importa cuál sea la situación, propia o de nuestros hijos o familiares, si estamos entregados a Dios, si estamos en Sus Manos, estaremos y viviremos en paz. La paz no se prueba estando fuera de la tormenta. La paz es, ante todo, estar en serenidad en medio de la tormenta. Y la experiencia propia y/o de otros nos muestra que vendrán ratos de tormenta. Pero si tenemos confianza en el "Amigo que nunca falla", si nuestra voluntad es una con la Suya, ¿qué podemos temer? "Señor: Tu nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas Tú" (Is.26, 12). 17/22 San Pablo corrobora esto en su "Todo lo puedo en Aquél que me conforta" (Fil.4, 13). Y Santa Teresa sintetiza la Oración como Camino de Paz en su breve poema: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta". 6. La oración: camino de servicio al prójimo Las gracias místicas, aún las más elevadas, no son un regalo de Dios sólo para que el alma las disfrute, sino que son para fortalecerla, hacerla generosa y animarla a servir a los demás. Para ayudar en el servicio al prójimo, en algún momento en la vida de oración, pueden comenzar a surgir en algunos orantes -como un auxilio especialísimo del Señor- los CARISMAS O DONES CARISMATICOS, llamados por los místicos Gracias Extraordinarias, que son dados para utilidad de la comunidad, pues su manifestación está dirigida hacia la edificación de la fe y como auxilio a la evangelización y como un servicio a los demás, tal como lo indica San Pablo: “En cada uno el Espíritu revela Su Presencia con un don que es también un servicio. A uno se le da hablar con sabiduría, por obra del Espíritu. Otro comunica enseñanzas conformes con el mismo Espíritu. Otro recibe el don de la fe, en que actúa el Espíritu. Otro recibe el don de hacer curaciones, y es el mismo Espíritu. Otro hace milagros; otro es profeta; otro conoce lo que viene del bueno o del mal espíritu; otro habla en lenguas, y otro todavía interpreta lo que se dijo en lenguas. Y todo esto es obra del mismo y único Espíritu, el cual reparte a cada uno según quiere” (1ª Cor. 12, 7). Los Carismas son, pues, dones espirituales, gratuitamente derramados, que no dependen del mérito, ni de la santidad personal, ni tampoco son necesarios para llegar a la santidad. Sin embargo, el ejercicio abnegado de ellos de hecho produce progreso en la vida espiritual por ser actos de servicio al prójimo. En cuanto a los Carismas o Gracias Extraordinarias, hay que tener muy presente otro consejo de San Pablo: 18/22 “No apaguen el Espíritu, no desprecien lo que dicen los profetas. Examínenlo todo y quédense con lo bueno” (1a. Tes. 5, 19-21). Y es así que mientras más se adelanta en la Oración, más debe acudirse a las necesidades del prójimo. La Oración que adormece, que ensimisma, no es genuina, pues la verdadera oración genera servicio a los hermanos. Para saber qué clase de oración se tiene, debemos medir cómo es nuestro compromiso con los demás, antes que apreciar cómo pasamos los ratos de oración. La vida de oración debe ser un balance entre María y Marta, las hermanas de Lázaro (cfr. Lc. 10, 38-41), entre la vida contemplativa y la activa. A las almas de oración sin obras reprende la Santa, sin dejar a un lado su humor característico: "Cuando yo veo almas muy diligentes en entender la oración que tienen y muy encapotadas cuando están en ella, ... porque no se les vaya un poquito el gusto y devoción que han tenido, háceme ver cuán poco entienden del camino por donde se alcanza la unión, y piensan que allí está todo el negocio. Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor, y si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio ... te compadezcas de ella ... no tanto por ella, como porque sabes que Tu Señor quiere aquello". Pero nuestra acción apostólica debe estar enraizada en Cristo, pues el apostolado no es labor humana, sino divina, a la cual prestamos nuestra colaboración, sólo como humildes instrumentos. Por ello el orante/apóstol debe sentir con Dios, debe poner su corazón en contacto con el de Dios, para que una vez lleno con el Amor de Dios por los hombres, se derrame en sus hermanos. Así, será el Amor de Dios y no el propio, imperfecto, el que continúe ayudando, sirviendo, actuando en el mundo. De allí que nuestro compromiso con los demás deba ser pasado por la oración, que si es genuina, es sitio desde donde se ven verdades, para evitar estar revelándonos a nosotros mismos, en vez de revelar a Aquél que es Todo Amor. La Oración, así entendida, es presencia en los hombres y en la historia, desde Dios. 19/22 ¿QUÉ ES ADORAR A DIOS? Es reconocerlo como nuestro Creador y nuestro Dueño, es reconocer en verdad lo que soy: hechura de Dios, posesión de Dios. Dios es mi Dueño.Yo le pertenezco. Adorar a Dios, entonces, es tomar conciencia de nuestra dependencia de El y de la consecuencia lógica de esa dependencia: entregarnos a El y a Su Voluntad. Tú eres mi Creador, yo, tu creatura, Tú mi Hacedor, yo, tu hechura, Tú mi Dueño, yo, tu propiedad. Aquí estoy, para hacer Tu Voluntad. COMO ADORAR Recordemos la escena de los Reyes Magos ante el Niño Jesús y la de los 24 Ancianos del Apocalipsis, los cuales se postraron y adoraron al Señor,quitándose sus coronas. Quitarnos nuestras coronas es despojarnos de nuestro yo. Despojarnos de nosotros mismos es estar frente a Dios en la verdad. “Los verdaderoadoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Jn 4, 23). Somos capaces de ser veraces prácticamente sólo cuando adoramos. La adoración es lo que nos hace estar en verdad. Y ¿cuál es nuestra verdad? Que somos directamente dependientes de Dios. No nos valemos por nosotros mismos. La adoracióne exige esa pobreza de las bienaventuranzas: ser pobre en espíritu. Es la pobreza radical de quien se sabe nada. Nada somos, nada tenemos. Equivale a: “Dios es mi Todo, y yo soy Su nada”, de Santa Catalina de Siena. Al descubrir a Dios como Creador, descubrimos inmediatamente que no somos nada y que todo lo recibimos de El. 20/22 CUANDO ADORAR Adorar siete veces al día Un Abad Cistercience de nuestra época, que había sido militar, un día sintió la llamada del Señor para hacerse trapense. El se sentía llamado a una vida contemplativa, al silencio y al recogimiento. Al principio se sintió muy bien en la Trapa, pero al cabo de unos años se dio cuenta que los monjes del convento donde estaba no eran contemplativos ¡eran trabajadores!. El seguía siendo contemplativo y orando, por instrucciones del Señor. Los Monjes rezaban el Oficio Divino juntos, estaban en Misa juntos. Pero …¿? Y un día fue nombrado Abad y pensó: “Ahora soy responsable de esta comunidad de trabajadores que debe convertirse en una comunidadcontemplativa”. Invocando al Espíritu Santo para ver cómo hacer, recibió la respuesta: “Recuérdales el deber de la adoración; ya no adoran. Intentan cantar las alabanzas de Dios, pero ya no adoran, de modo que ya no puedo hacer nada por ellos. Diles que adoren siete veces al día”. ¿Por qué siete veces al día? No sólo porque siete es el número de la plenitud, sino por la frase del Salmo: “Siete veces al día te alabo, a causa de tus justos juicios” (Salmo 119, 164). No es casualidad que la Santísima Virgen María en el mensaje en Medyugorie del 25-02-2008 dice algoparecido: “Que vuestro día esté hilvanado de pequeñas y fervientes oraciones". Notemos que la Virgen habla de pequeñas y fervientes oraciones: jaculatorias, actos de amor, de decirle algo al Señor, de tomar conciencia de Su Presencia en nosotros. No tienen que ser interrupciones largas: son pequeños momentos de contacto con el Señor, pequeños momentos de dirigir nuestra mirada al interior de nuestro corazón en actitud de adoración. Comenzando con el ofrecimiento de obras (“soy tuyo, Señor, el día es tuyo, haz conmigo lo que quieras: aquí estoy para hacer Tu Voluntad”) y terminando con el examen de conciencia en la noche (“qué he hecho hoy que Jesús no hubiera hecho … perdóname Señor, quiero ser como Tú eres y hacer lo que Tú harías”), sólo hay que hilvanar unos cuantos más a lo largo de la jornada diaria. Pero volvamos al Monasterio Trapense: al cabo de seis meses, la Trapa de trabajadores se había convertido en una Trapa de contemplativos. 21/22 ADORAR EN ESPIRITU Y EN VERDAD" “Llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Entonces serán verdaderos adoradores del Padre, tal como El mismo lo quiere.” (Jn. 4, 23-24). Y … ¿qué es adorar al Padre en espíritu y en verdad”? Es reconocer en nuestro interior lo que somos de verdad: hechura de Dios, propiedad de Dios. “Tú el Hacedor, y yo la hechura” (Santa Catalina de Siena, Diálogos: Gusté y ví). ¿Nos reconocemos así? ¿Reconocemos a Dios como nuestro Hacedor y, por tanto, nuestro Dueño? ¿Nos comportamos así como creaturas? ¿O somos los dueños de nosotros mismos y estando a tóno con el mundo del que no debemos formar parte?.“Ellos no son del mundo” (Jn. 17, 16)? Podemos ser adoradores en espíritu y en verdad en la medida en que realmente nos rindamos ante Él. Rendirse ante Él. Eso es adorar a Dios; eso es a d o r a r l o. Como los Reyes Magos al estar frente al Niño Jesús (“Vieron al Niño con María y, postrados, le adoraron” (Mt. 2, 11). Como los 24 ancianos en la Liturgia Celestial que describe el Apocalipsis, que representan al pueblo de Dios (“Se arrodillan ante el que está sentado en el trono, adoran al que vive por los siglos de los siglos y arrojan sus coronas delante del trono ”-Ap. 4, 10) Debemos inclinarnos, arrodillarnos, postrarnos ante Él, pero no sólo con el gesto físico que debemos hacer, sino verdaderamente en actitud de inferioridad absoluta ante Quien nos posee, porque nos ha creado. En actitud de quitarnos nuestras coronas del orgullo, del engreimiento, de la independencia ante Dios. Tener en nuestro corazón una actitud de dependencia ante Él y de la consecuencia lógica de esa dependencia entregarnos a Él y a su Voluntad. No tener voluntadpropia, sino adherir nuestra voluntad a la Voluntad de Dios. Tenemos libertad para escoger, pero ser libres no es hacer lo que queramos. Ser libres es escoger libremente a Dios y Su Voluntad. Ser libres es ir descubriendo la Voluntad de Dios en la oración. Es la adoración al Señor lo que nos hará libres, porque al adorar estamos en la Verdad: nos reconocemos creaturas, es decir, hechura de Dios,dependientes de Él. Reconocemos que no nos valemos por nosotros mismos (si cada latido de nuestro corazón depende de Él, ¿de qué podemos presumir?). En la adoración nos encontramos con Dios y nos reconocemos sus creaturas, dependientes de Él, nuestro Padre y Creador, nuestro principio y nuestro fin. 22/22 ACCION DEL ESPIRITU SANTO EN LA ORACION El Espíritu Santo nos conduce a la Verdad plena (cf. Jn. 16, 13) y nos recuerda en la oración todo lo que Cristo nos dejó dicho (cf. Jn. 14, 26). Pero elEspíritu Santo requiere de nuestra disposición en la oración para poder enseñarnos todo eso que Jesús nos dejó dicho y que, como los Apóstoles, no estamos listos para recibir aún (cf. Jn. 16, 12 ) y nos lo tiene que ir dando poco a poco. La oración nos va disponiendo para recibir esas enseñanzas que Jesús dejó y que el Espíritu Santo nos da. Pero el Espíritu Santo no puede enseñarnos si no oramos, si no a d o r a m o s. El Espíritu Santo no puede actuar en nosotros si no estamos en actitud de adoración, en actitud de ser creaturas dependientes de Dios y, como consecuencia abandonarnos a su Voluntad. Es cierto que el Espíritu Santo puede actuar en nosotros aunque no estemos en adoración, pues elEspíritu Santo puede actuar con fuerza o con suavidad. Cuando actúa con fuerza es cuando el Espíritu Santo nos vence … Puede hacerlo. De hecho lo hace a veces … como a San Pablo. Pero normalmente el Espíritu Santo sólo actúa en la medida en que estemos en oración, en disposición deadorar. Sobre todo actúa en la medida que se lo pidamos. Y debemos pedirle que nos transforme, que nos cambie, que nos santifique, que nos dé tal o cual gracia que necesitamos para ser más parecidos a Jesús y a su Madre. La oración de adoración nos hace receptivos y dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo. La oración nos permite escuchar la suave brisa de la cual le habló Jesús a Nicodemo (cf. Jn. 3, 8), que sopla donde quiere, pero que casi no se escucha …menos aún si no nos silenciamos. En el silencio recibimos las inspiraciones del Espíritu Santo. En la adoración nos hacemos dóciles alEspíritu Santo.

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