Creado por Beatriz Muñoz
hace más de 7 años
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El análisis de la conducta no verbal despierta cada día mayor interés en la opinión pública. La influencia del lenguaje corporal en la comunicación es indiscutible, aunque su divulgación no siempre ha contado con el rigor necesario. Estamos ante un área del conocimiento muy compleja y multidisciplinar, y esto facilita la difusión de algunos mitos y falsas creencias que nada tienen que ver con la realidad. La documentación no siempre es una tarea sencilla para los analistas de la conducta y la comunicación no verbal, porque nuestro trabajo se fundamenta en una amplia y variada gama de disciplinas, desde la psicología a la lingüística, pasando por la antropología, la neurología o la sociología, entre otras muchas. El neurofisiólogo Guillame Duchenne, y Paul Ekman fueron los primeros científicos que investigaron de forma metodológica el comportamiento no verbal.El lenguaje corporal puede revelar tanta o más información que las palabras. La conducta no verbal funciona como las cookies en internet: sin darnos cuenta, nuestro cuerpo transmite constantemente información sensible sobre nuestras intenciones, sentimientos y personalidad. Incluso cuando estamos quietos o en silencio, los gestos, las posturas, las expresiones faciales y la apariencia hablan por nosotros, y pueden resultar muy elocuentes. El lenguaje corporal cuenta quiénes somos, cómo nos sentimos o cuáles son nuestros gustos. En la interacción, la conducta no verbal informa además de nuestro grado de comprensión y nivel de acuerdo, e incluso puede desmentir lo que estamos diciendo en ese momento.Lamentablemente, en la vida real no ocurre como en la pantalla de nuestro navegador: ningún mensaje de alerta nos recuerda que las cookies aprovecharán cualquier despiste para entregar valiosa información sobre nosotros, algo que inevitablemente acabará afectando a la forma de relacionarnos con los demás. Y aunque nos lo advirtieran, probablemente actuaríamos como hacemos al navegar por la red: ignoraríamos las cookies y continuaríamos en busca de la siguiente satisfacción. Craso error. Hablar es mucho más que reunir palabras de forma más o menos afortunada; escuchar es mucho más de que oír; y comunicar es mucho más que enviar y recibir paquetes de datos. Comunicar es compartir una información racional y emocional, poniéndola realmente en común, acordando con la otra persona su significado y valoración. Y eso no se consigue plenamente sin la intervención de la conducta no verbal. Evolutivamente hablando, el lenguaje corporal nos acompaña desde mucho antes de convertirnos en humanos, está fuertemente vinculado con la parte emocional, intuitiva e instintiva de nuestro cerebro, y se desarrolla principalmente en el plano inconsciente. De ahí su importancia, y también su desconocimiento.
Y aunque la arrogancia de nuestro flamante neocórtex nos invite a pensar que la conducta no verbal es la parte más primitiva de la comunicación, en realidad es la que más experiencia evolutiva acumula y, con toda probabilidad, la más influyente en nuestra conducta. El instinto y las emociones son fieles amigos desde mucho antes de que naciera la razón. Por muy inteligentes y racionales que nos creamos, lo cierto es que la conducta no verbal, las emociones y el inconsciente manejan a su antojo nuestra forma de comunicarnos, y van por ahí contándolo todo sobre nosotros.
Convertirse en un buen comunicador no verbal requiere, por tanto, desarrollar el autoconocimiento de nuestra conducta, de la misma forma que los deportistas de élite perfeccionan la propiocepción para reconocer la posición y condiciones de su musculatura. La buena noticia es que ambas habilidades se pueden desarrollar con el entrenamiento. …no podemos saber lo que piensa una persona a través de su conducta no verbal, pero el lenguaje corporal nos permite inferir cómo se siente, qué rasgos dominan su personalidad o cuáles son sus intenciones, una información que en ocasiones resulta mucho más valiosa que las palabras. Como ocurre con la comunicación verbal, debemos ser muy precisos en la expresión de nuestro propio lenguaje corporal, y flexibles en la interpretación del ajeno, condicionado siempre por una diversidad de factores intrínsecos y ambientales que a veces escapan a nuestra capacidad de percepción.
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