La puso a la cabeza de su sistema
filosófico como materia indispensable
para cualquier otra ciencia.
Aristóteles
Era bastante rígida
y estrecha de
miras.
casi inalterada,
hasta el siglo XVI.
En el siglo
XVI.
A partir de aquí
La física aristotélica fue cambiada por
la nueva física de Galileo y Newton.
La lógica simplemente
fue ignorada.
Se mantuvo,
Pero en manos de filósofos y en
parte de los matemáticos con
inclinaciones filosóficas.
Sin jugar ningún papel relevante
en el desarrollo de las ciencias.
Aun así
Gottfried
Leibniz
Le dio cierto impulso,
pero sin abandonar una
postura conservadora.
Siglo XIX
A principios del siglo
XIX
Los trabajos de Boole y algunos otros
empezaron a relacionarla más
directamente con la matemática
Pero sin obtener nada que la
hiciera especialmente relevante
A Mediados del siglo
XIX,
La lógica era poco más que una curiosidad
que interesaba a quienes sentían alguna
inquietud por la filosofía de la matemática o
del pensamiento en general.
La lógica como hoy la entendemos
surgió básicamente con los trabajos
de Frege y Peano.
En principio
Eran al igual que los anteriores
Nuevos ensayos sobre el razonamiento, si
bien más complejos y ambiciosos.
Lo que les dio importancia fue que
no aparecieron como productos
de mentes inquietas.
Sino como culminación del proceso de formalización
que la matemática venía experimentando desde los
tiempos de Newton y Leibniz.
El cálculo infinitesimal que éstos trazaron con tanta
imaginación y que después desarrollaron Cauchy, Gauss y
otros.
Tuvo que ser precisado a medida que se manejaban
conceptos más generales y abstractos.
Dedekind, Riemann, Weierstrass, fueron
sistematizando la matemática hasta el punto
de dejarla construida esencialmente a partir
de los números naturales y de las propiedades
elementales sobre los conjuntos.
La obra de Frege y de Peano pretendía
ser el último eslabón de esta cadena.
Trataron de dar reglas precisas que determinaran
completamente la labor del matemático, explicitando los puntos
de partida que había que suponer así como los métodos usados
para deducir nuevos resultados a partir de ellos.
A finales del siglo XIX,
Georg
Cantor
Creó y desarrolló la parte más general y más abstracta de la
matemática moderna:
La teoría de conjuntos.
No pasó mucho tiempo sin que el propio Cantor, junto con otros muchos,
descubriera descaradas contradicciones en la teoría
Es decir
se obtenían demostraciones de ciertos hechos y de
sus contrarios
El ejemplo más simple de estos resultados fue
descubierto por Bertrand Russell al despojar de
contenido matemático a otro debido a Cantor:
En la teoría cantoriana se puede hablar de cualquier
conjunto de objetos con tal de que se especifiquen sus
elementos sin ambigüedad alguna.
En particular podemos considerar el conjunto R
cuyos elementos son exactamente aquellos
conjuntos que no son elementos de sí mismos.
Es fácil ver que si R es un elemento de sí mismo, entonces por
definición no debería serlo, y viceversa.
En definitiva resulta que R no puede ni pertenecerse como
elemento ni no hacerlo.
Esto contradice a la lógica más elemental.
La primera muestra de la importancia de la lógica fue un
estrepitoso fracaso.
Frege había creado un sistema que pretendía regular todo
el razonamiento matemático
De manera que cualquier resultado que un matemático
pudiera demostrar, debería poder demostrarse siguiendo
las reglas que con tanto detalle había descrito.
Russell observó que la paradoja antes citada podía
probarse en el sistema de Frege y que, a consecuencia
de esto, cualquier afirmación, fuera la que fuera, podía
ser demostrada según estas reglas, que se volvían,
por tanto, completamente inútiles.
Este desastre, no obstante, mostraba que la laboriosa
tarea de Frege no era en modo alguno trivial, y urgía
encontrar una sustituta a su fallida teoría.
Con el tiempo surgieron
varias opciones.
La primera fueron los Principia Mathematica de
Whitehead y Russell, de una terrible complejidad
lógica, a la que siguieron muchas teorías bastante
más simples aunque quizá menos naturales.
Destacan entre ellas las teorías de conjuntos de
Zermelo-Fraenkel (ZF) y de von
Neumann-Bernays-Gödel (NBG).
Ambas constan de unos principios básicos (axiomas) y unas reglas precisas
de demostración que permiten deducir de ellos todos los teoremas
matemáticos y hasta donde hoy se sabe ninguna contradicción.
De esta forma la lógica ha probado ser indispensable a la hora de trabajar en
teoría de conjuntos, hasta el punto de que es inconcebible el estudio de ésta
sin un buen conocimiento de aquélla.
El matemático demuestra, el lógico
estudia lo que hace el
matemático cuando demuestra.
Tradicionalmente se ha
dicho que la lógica se
ocupa del estudio del
razonamiento.
El matemático se las arregla para reconocer la validez
de un argumento o sus defectos posibles de una
forma improvisada pero, al menos en principio, de
total fiabilidad.
No necesita para su tarea contar
con un concepto preciso de
demostración
Un matemático competente distingue sin dificultad
una demostración correcta de una incorrecta, o
mejor dicho, una demostración de otra cosa que
aparenta serlo pero que no lo es.
¿Qué hace ahí el lógico?
La mejor forma de justificar el
estudio de la lógica sea dar
visión aunque sea breve.
El contenido de la
lógica matemática
Las funciones principales de la lógica matemática:
Servir de fundamento al razonamiento matemático, evitando
ambigüedades y contradicciones mediante la determinación
absolutamente precisa y rigurosa de lo que es un
razonamiento matemático válido.
Pero cuando la necesidad obliga al estudio de
un determinado campo, el esfuerzo pronto es
premiado con nuevos resultados inesperados.
Igualmente, el tener una noción precisa de demostración
nos permite comprender y resolver problemas que de
otro modo serían inabordables
Cuando un matemático hace una conjetura, puede meditar
sobre ella y, si tiene suerte, la demostrará o la refutará.
Pero también puede ser que no tenga
suerte y no consiga ni lo uno ni lo otro.
puede significar dos cosas: que no es lo
suficientemente buen matemático o que pretendía
un imposible.