Es una intervención con un estilo directivo en la que el terapeuta, a
través de refuerzos selectivos, trata de guiar a la persona hacia la
resolución de la ambivalencia y hacia la motivación al cambio.
Su objetivo es promover una motivación intrínseca al cambio. Es decir,
aumentar la motivación intrínseca del cliente de manera que el cambio surja de
dentro y no se imponga desde fuera.
ÁMBITOS DE ACTUACIÓN
Ámbito clínico: Tratamiento de problemas mentales.
Ámbito de la salud: Promoción de hábitos de vida saludables.
USUARIOS
Personas con escasa predisposición a cambiar por diferentes
motivos.
Personas que requieren ayuda para iniciar un proceso
terapéutico y adherirse a él.
HERRAMIENTAS MÁS ÚTILES
COMUNICACIÓN: Técnicas de escucha activa y estilo directivo (preguntas abiertas,
reflejo, paráfrasis, resumen, confrontación y afirmación de capacidad).
INTERACCIÓN: Basada en la empatía, la aceptación
y la validación y, por tanto, evitando los intentos
de corregir, solucionar, convencer o discutir con la
persona (especialmente si la persona está en
resistencia).
PROCESO: No hay ninguna consideración especial, el propio desarrollo de la motivación será el
que indicará las pautas a seguir en la fase media (la motivación de los pacientes puede variar
incluso dentro de una misma sesión)