El niño es como una esponja que absorbe y
recoge como si fuera agua todo lo sensorial
que lo rodea.
Un niño comienza a aprender
con percepciones, emociones,
sensaciones y movimiento
obtenidos del mundo sensorial.
La emoción
Es esa energía
codificada en la
actividad de ciertos
circuitos del cerebro
que nos mantiene
vivos.
Las emociones son la base más importante
sobre la cual se sustentan todos los
procesos de aprendizaje y memoria.
Indica movimiento e
interacción con el
mundo.
La emoción es un
ingrediente básico del
proceso cognitivo del
razonamiento.
Es el medio de
comunicación
más poderoso que
existe.
La atención
Es como un foco de luz que
ilumina lo que se va a
aprender y memorizar.
El mecanismo de la atención
consigue el ensamblaje funcional de
neuronas dispersas de corteza
cerebral y tálamo activando el
mecanismo de la conciencia.
Sigue la curiosidad sin
necesidad de pedírselo al
estudiante.
Después se sigue con el proceso
activo, eficiente de aprendizaje y
memoria.
La curiosidad
Es el mecanismo cerebral capaz
de detectar lo diferente en la
monotonía diaria del entorno.
La memoria
Es el proceso por el que retenemos lo
aprendido a lo largo del tiempo.
Es el vehículo por el que se
transmiten los
conocimientos y se crea
cultura.
Es evocar lo
aprendido cada vez
que queramos y hacer
uso de ello.
Memoria sensorial
Información que recogen
nuestros sentidos.
Memoria a
corto plazo
Retiene una pequeña
cantidad de
información.
Memoria a
largo plazo
Permite almacenar la información
durante un largo período de
tiempo.
El juego
Es un mecanismo emocional que permite que el niño
adquiera habilidades y capacidades que se manifiestan de
forma desenfrenada a través de la vorágine de cambios
que realiza su cerebro a grandes velocidades.
El aprendizaje del niño es más efectivo,
agradable y provechoso a través del contacto
con la naturaleza.