Segunda etapa: a partir de los siete años, el niño pasa a estar bajo la tutela del pedagogo, quien velará
por sus costumbres y lo acompañará personalmente a las diversas escuelas. En la escuela aprendía a
leer, escribir y el cálculo. La enseñanza estaba a cargo del gramatista o maestro. Era una instrucción de
tipo elemental, necesaria para desempeñarse en la vida cotidiana hasta en los niveles más humildes, no
sólo en razón de los oficios sino también en función de la participación en las instituciones políticas. En el
caso de las niñas, éstas se preparaban para ser amas de casa llenas de virtudes.
Primera etapa: el niño ateniense permanecía bajo el cuidado de su madre desde su nacimiento hasta
aproximadamente los seis años; en algunos hogares se disponía de una nodriza y de otras criadas que se
encargaban de su atención en diversos aspectos como el entretenimiento, el desarrollo de costumbres en lo
personal y en lo social y el aprendizaje del lenguaje y la correcta dicción. .
Tercera etapa: los jóvenes iban a la “palestra” y el gimnasio. En el gimnasio tiene lugar el entrenamiento militar del joven efebo: muchacho que
ha cumplido los dieciocho años, durante los dos años en el gimnasio. Aprendían a luchar, correr, nadar, y lanzar el disco o la jabalina, en otras
palabras, daban en estos lugares la preferencia a la educación física. Además de ello, prestaban un triple juramento (de obediencia a las
autoridades, de fidelidad a la religión de sus padres -que es la de la ciudad- y de lealtad para con sus camaradas en el campo de batalla, se
instruían en la formación militar propiamente tal; durante el segundo año, hacían servicio militar en las fronteras. La educación musical era
impartida por el citarista, el maestro de música, y comprendía la música vocal e instrumental. Los instrumentos ejecutados eran habitualmente
la lira, la cítara y la flauta; en cuanto al canto, permitía el contacto primero con una formación literaria.