Aspectos imporantes de las lecturas:
\Por qué las reflexiones éticas actuales No responden a la realidad colombiana
\Viejas y nuevas formas de la ciudadania
La ciudadanía es un concepto y una practica en mutacion
La realización de derechos económicos, sociales y culturales permite
avanzar hacia una mayor igualdad de oportunidades, tanto para
acceder al bienestar como para la afirmación de la diferencia en el
campo de la identidad.
Este desarrollo de derechos debe complementarse con nuevas formas
de ciudadanía, vinculadas con el acceso al intercambio mediático y la
mayor participación en la sociedad del conocimiento. Sólo por esta vía
parece factible proporcionar un fundamento ético a políticas sociales y
de desarrollo que han sido despojadas de fundamento ideológico.
La construcción cultural de la ciudadanía democrática, debe dar cabida a las voces de una
amplia gama de actores sociales y tener capacidad real de prescribir formas de reciprocidad
y reconocimiento, tocando ámbitos tan diversos como el acceso a la justicia, a los servicios
sociales, al debate político informado y a emitir opiniones en los medios de comunicación.
¿POR QUÉ LAS REFLEXIONES ÉTICAS ACTUALES NO
RESPONDEN A LA REALIDAD COLOMBIANA?
El objeto es establecer una relación entre: economía, identidad, ética y moral; e identificar las
posibles causas del vacío ético que atraviesa la sociedad colombiana. Además, se propone
desarrollar una reflexión acerca del principio de la comprensión en sus posibilidades de tejer
pertenencias, identidades y valores fundamentales en la convivencia de los colombianos.
Esta aproximación a la incomprensión de nuestra realidad exige analizar la problemática
desde distintos referentes: económico, ético, moral, histórico, social y cultural. Los realistas
tienen razón: violencia, corrupción, insolidaridad, poca confianza en las instituciones, cultura
mafiosa, clientelismo, desigualdad, exclusión, marginalidad, pobreza y falta de propósitos
nacionales son la consecuencia de referentes históricos, culturales y económicos.
Los optimistas también están en lo cierto: los colombianos somos emprendedores,
rebuscadores, soñadores, dispuestos a darlo todo a cambio de nada, pero en esta gran
paradoja lo más grave es que no hallamos diferencia entre lo ético y lo moral, y confundimos
los valores con los antivalores. Por eso una comprensión cabal de nuestra sociedad no puede
quedarse en lamentar el lado malo o en exaltar lo bueno de nuestra condición colombiana.
Ante todo, es trascendental que entendamos la "ética" como la reflexión de lo que se considera
válido, y "moral" como el conjunto de creencias, comportamientos y valores que gobiernan la
vida de un individuo o de una comunidad. Los valores son categorías axiológicas que nos
permiten acondicionar el mundo y hacerlo habitable, aunque puedan ser positivos o negativos.
De hecho, fueron las condiciones geográficas uno de los factores que obstaculizaron los procesos de cohesión
entre los grupos étnicos ubicados en el territorio colombiano en los tiempos precolombinos; más adelante son
las condiciones políticas impuestas por la corona española las que imposibilitan la creación de una cultura
nacional, por el cerrado centralismo que desconoció los valores propios de nuestra cultura.
El problema está en que si los colombianos no construimos fuertes referentes que permitan hilar el tejido para las
múltiples identidades, nos veremos eternizados en conflictos irresolubles como consecuencia de la incomprensión. Y
problemas como son: narcotráfico, subversión, corrupción, drogadicción, pobreza, exclusión, marginalidad no tendrán
soluciones por la falta de visión, por la no-existencia de un proyecto político nacional.