Las primeras organizaciones de mujeres del Chile republicano fueron algunas
mutuales y, luego, sociedades en resistencia, con el objetivo de obtener
mejoras en sus condiciones de vida y laborales.
Desde fines del mismo siglo y a principios del XX estas organizaciones y
otras nuevas comenzaron a bregar por la educación y la emancipación
sociocultural de la mujer.
Por su parte, la Federación Obrera de
Chile incluyó en 1917 un Consejo Federal
Femenino.
Comenzó un largo recorrido por alcanzar la
plenitud de derechos jurídicos y políticos.
Amanda Labarca creó en 1919 el Consejo Nacional de
Mujeres, en 1920 se fundó la Gran Federación Femenina de
Chile y en 1922 el Comité Pro Derechos de la Mujer y el
Partido Cívico Femenino.
Esta lucha comenzó a rendir frutos en 1925, cuando se promulgó el 'Decreto Maza'
Ideales, modas y juventud
Las mujeres decentes
debían tener marido e hijos
a quienes cuidar.
La revista 'Fémina' dictaba las
características que debía
poseer una mujer, lo que
provocó muestras de
disconformidad.
Muchas mujeres empezaron a usar
maquillaje, fumar tabaco y mostrar las
piernas
El ideal de hermosura también fue influido por la
moda extranjera, principalmente estadounidense,
imponiendo figuras y estereotipos.
La maternidad.
A inicios del sigo XX, las mujeres que vivían en el
campo y muchas que lo hacían en la ciudad daban a luz
en sus hogares con ayuda de parteras, en condiciones
de higiene bastante deplorables.
Nota:
Partera: Persona que tiene por oficio asistir a la mujer en el parto.
Aunque en las urbes la mayoría acudía a los hospitales, la
presencia de médicos o matronas en el nacimiento era una
excepción en el caso de las clases popilares.
Si la mujer se encontraba en ausencia de un hombre
responsable del bebé o no contaba con redes familiares,
debía trabajar inmediatamente tras el parto, lo que ponía
en riesgo la vida de la propia y la del recién nacido.
En la medida en que transcurrió el s. XX, se generaron
políticas públicas orientadas a disminuir la mortalidad infantil
y materna, a través de la asistencia a las madres tanto en el
cuidado de su embarazo y del parto como al recién nacido.
La protección entre los sectores populares consistía en facilitar recintos
para parturientas por unos días, difundir consejos para dar a luz al recién
nacido en casa y ser persuadidas por una visitadora social para que la
madre no abandonara al bebé, entre otros auxilios.
La institución del matrimonio
Para la élite la unión de pareja se legitimaba
a través del matrimonio religioso, convenido
de antemano entre los padres de los novios.
La violencia conyugal era frecuente,
evidenciada en los numerosos crímenes
justificados por malos tratos y celos.
La sociedad de la época era vigilante
con el matrimonio y tanto la iglesia
católica como el Estado supervisaban
los acontecimientos cotidianos.
Esto no impedía los encuentros
clandestinos que permitían a los cónyuges
insatisfechos generar espacios para una
mayor libertad.
Los sectores populares debieron llevar
relaciones de pareja condicionadas por el
hacinamiento de sus viviendas,