La relación entre hombres y mujeres ha estado marcada tradicionalmente por las diferencias biológicas, y a menudo traducidas en desigualdades que tornan a la mujer vulnerable a la exclusión social.
Durante mucho tiempo la perspectiva de género como factor de una posible exclusión social no se había tomado en cuenta hasta recientes estudios que empezaban a afrontar como los roles, estereotipos y la identidad de género, podían formar parte de aquellos factores sensibles hacia una exclusión social.
A raíz de este punto es que nacen las reivindicaciones feministas para la liberación femenina, la lucha por el acceso a la educación, la igualdad laboral, entre otras que nos han permitido avanzar hacia una mayor igualdad de género.