Hay que aprender a observar para evitar la venenosa belleza de las metaforas
Los lisiados por el pasado pueden darnos lecciones
El temperamento o la rebeldía de los angeles
Cuando uno esta muerto y surge el oculto tiempo de los recuerdos
La triste historia del spermatozoide Layo y el ovulo
Capitulo I: La oruga
Esta historia nos habla de un chico de 15 pelirrojo que vivía con su abuela, padre y un perro. El era el responsable del cuidado de la casa, esta solo tenia 2 cuartos, y cuando fue a ver papeles de su futuro, el perro se escapa y muere, su abuela al enterarse de esto fallece fue liberado de ataduras familiares
Esto nos habla de la residencia: hecho que supera y volverse bello pese a todo
Cuando el temperamento está bien estructurado gracias a la vinculación segura a un hogar paterno apacible, el niño, caso de verse sometido a una situación de prueba, se habrá vuelto capaz de movilizarse en busca de un sustituto eficaz. El día en que los discursos culturales dejen de seguir considerando a las víctimas como a cómplices del agresor o como a reos del destino, el sentimiento de haber sido magullado se volverá más leve.
Cuando los profesionales se vuelvan menos incrédulos, menos guasones o menos proclives a la moralización, los heridos emprenderán sus procesos de reparación con una rapidez mucho mayor a la que se observa en la actualidad.
La representación del pasado es una producción del presente. Lo que no
quiere decir que los hechos de la memoria sean falsos. Son ciertos del
mismo modo que son ciertos los cuadros realistas. El pintor, sensibilizado en
relación a determinados puntos de lo real, los reproduce sobre el lienzo y los
realza. Su representación de lo real habla de una interpretación en la que
todo es cierto y sin embargo ha sido reorganizado.
Cuando murió el padre de Richard, su madre desapareció. No se trataba de que hubiese abandonado a sus hijos, sino de que, cuando se tienen ocho, es preciso salir muy temprano por la mañana para hacer todo lo que la casa necesita, y al regresar por la noche se encuentra una agotada.
Una vez que se habían atendido los pagos mayores como el alquiler o la ropa, la cena dejaba de estar asegurada. Elaborar un proyecto para alejar el propio pasado, metamorfosear el dolor del momento para hacer de él un recuerdo glorioso o divertido, explica sin duda el trabajo de la resiliencia.Tras los dos fracasos del incesto y la guerra, fue inevitable que la jovencita pusiese en marcha algunos mecanismos de defensa: ahogar con cada paso las voces del pasado que le dan tormento, robustecer la parte de su personalidad que el entorno acepta, fortalecer su alegría, su creatividad, su pizca de locura, su generosa pizca de locura, su aptitud para provocar el amor
Hoy en día, la sombra que subraya se llama temperamento. «El temperamento es una ley de Dios grabada en el corazón de cada criatura por la mano de Dios mismo. Esta definición del temperamento fue dictada por el propio Satán, en 1909, al sugerírsela a un irónico Mark Twain. » En aquella época, las descripciones científicas planteaban el desafío ideológico de reforzar las teorías inmovilistas, que afirman que todo revierte en un bien, que cada uno ocupa el lugar que le corresponde y que reina el orden.
Cuando el es-
permatozoide de Layo penetró en el óvulo de Yocasta, era imposible que se
produjera un resultado cualquiera. Sólo podía nacer un ser humano. Desde el
principio, existe una limitación de nuestro potencial: un niño sólo puede
convertirse en un ser humano. Edipo jamás hubiera podido convertirse en
una mosca drosófila o en un macho de agachadiza.
La expresión «programa genético» que escuchamos a cada paso no es
ideológicamente neutra. Esta metáfora informática, propuesta de forma un
tanto apresurada por un gran biólogo, Ernst Mayr, 10 ya no se corresponde
con los datos actuales. Esta metáfora abusiva está siendo discretamente
sustituida por la de «alfabeto genómico», menos equívoca, pero que sigue
sin autorizarnos a pensar que pueda comprenderse la Biblia mediante el
simple expediente de realizar un censo de las letras que la componen.
Cuando murió el padre de Richard, su madre desapareció. Así que tuvo que ser la hermana mayor la que debió ocuparse de llevar la casa durante el día. La única solución que encontró esta mujercita de catorce años fue la de organizar un coro.
La coral caía simpática y los más pequeños se precipitaban para recoger las monedas que iban a permitir la cena. Los niños conservan el recuerdo de una circunstancia festiva, pero hay una hermana que, aún hoy, sufre por la humillación de haberse visto obligada a mendigar pese a que su madre se matara trabajando.
Elaborar un proyecto para alejar el propio pasado, metamorfosear el dolor del momento para hacer de él un recuerdo glorioso o divertido, explica sin duda el trabajo de la resiliencia.
Llevo en mí el vértigo de lo irremediable... El vértigo del antes y el después, de la alegría y la recaída, de una vida que apuesta a una sola carta. Un simple acontecimiento puede provocar la muerte, basta con muy poco. Pero cuando se regresa a la vida, cuando se nace una segunda vez y surge el oculto tiempo del recordar, entonces el instante fatal se vuelve sagrado. La muerte jamás es una muerte ordinaria.
Después, «cuando para mi completo asombro, la vida comenzó a alentar de nuevo en mí, me quedé muy intrigada por el divorcio entre la melancolía de mis libros y mi capacidad para la dicha». Cuando uno ha estado muerto y ve que la vida regresa, deja de saber quién es. Es preciso descubrirse y ponerse a prueba para probarse que uno tiene derecho a la vida. Cuando los niños se apagan porque ya no tienen a nadie a quien querer, cuando un significativo azar les permite encontrar a una persona -basta con una- capaz de hacer que la vida regrese a ellos, no saben ya cómo dejar que su alma se reconforte.
El autor centra este trabajo en la versión psicológica del concepto de
«resiliencia», palabra que el Espasa menciona como voz que usa la mecánica
para indi| car la «Propiedad de la materia que se opone a la rotura por el
choque o percusión», y que el Larousse define como «índice de resistencia al
choque de un material».