Berzelius hizo suya la idea de que los radicales
podían ser las unidades a partir de las cuales se
construyesen las moléculas orgánicas.
Cada molécula, pues, debía
contener una parte positiva y
una parte negativa, ya que
sólo existía atracción entre
los elementos de cargas
opuestas.
VALENCIA
La teoría de los tipos impresionó a algunos químicos
por el hecho de que el átomo de oxígeno se combinaba
siempre con otros dos átomos o radicales.
En 1852 Frankland propuso lo que después llegaría a conocerse como teoría de la valencia (de la palabra
latina que significa «poder»): cada átomo tiene un poder de combinación fijo.
Fórmulas estructurales
Kekulé aplicó la noción de
valencia con especial
interés a la estructura de
las moléculas orgánicas.
Empezó con la sugerencia de que el
carbono tiene una valencia de 4, y
procedió en 1858 a elaborar sobre
esta base la estructura de las
moléculas orgánicas más simples, así
como la de los radicales.
Isómeros ópticos
Pese a su utilidad, las
fórmulas estructurales de
Kekulé no terminaban de
explicar un tipo de
isomería particularmente
sutil, en la que intervenía
la luz.
El primer indicio de comprensión de la
actividad óptica apareció en 1848, cuando
el químico francés Louis Pasteur
(1822-95) empezó a trabajar con cristales
de tartrato amónico sódico.
Los átomos jamás habían sido vistos, y su verdadera
existencia podía ser simplemente una ficción convenida,
utilizada para explicar las reacciones químicas.