La conformación de las
profesiones es fruto del
proceso histórico que ha
vivido la propia humanidad.
En este sentido, el trabajo
tiene que ver con el solventar
las diversas necesidades que
se le presentaban al ser
humano en sus primeros
tiempos, el suplir las
necesidades básicas de comer,
vestir, resguardarse, etc.
fueron llevando a los primeros
humanos sobre el planeta ha
trabajar cooperativamente.
El mismo desarrollo evolutivo de
nuestra fisiología, lleva a afirmar a
Rodríguez Lozano (1998, pág. 210) y
otros que “incluso tenemos nuestro
cuerpo en cierto modo amoldado a
tal necesidad, y sólo basta para ello
observar la mano humana, cuyo
dedo pulgar oponible tiene su claro
origen en la necesidad de asir
instrumentos para el trabajo”.
Posteriormente a la fase,
donde el trabajo sólo tenía la
función la suplir las
necesidades básicas del
hombre, éste haciendo uso de
su inteligencia, lo elevó a
mayores niveles, lo que
permitió lograr la comodidad y
el placer del hombre, poco a
poco el trabajo se fue
convirtiendo en un medio para
la autorrealización del hombre
(Rodríguez Lozano, 1998, pág.
210).
La evolución histórica de las profesiones parte
según Hortal Alonso (2002, pág. 38) de la división
de funciones del sacerdote o shamán, que las
diferentes tribus y pueblos conocieron a lo largo
de la historia. Éstos, junto a sus funciones más
específicamente religiosas, realizaban funciones
curativas o judiciales, que con el tiempo se
desprendieron convirtiéndose en nuevos roles,
desarrollados por otras personas distintas al
sacerdote o shamán. Siendo para algunos
estudiosos, el sacerdote, el médico y el jurista, los
primeros profesionales en sentido pleno.
¿Qué son las profesiones?
Etimológicamente la palabra profesión viene del latín “profess ĭo, -ōnis” que es la
acción y efecto de profesar en su primera acepción. La palabra profesar significa
“declarar o enseñar en público”.
Para Cañas Quirós (1998), La palabra "profesión" se deriva del latín, con la
preposición pro, delante de, en presencia de, en público, y con el verbo fateor,
que significa manifestar, declarar, proclamar. De estos vocablos surgen los
sustantivos professor, profesor, y professio o profesión, que remiten a la
persona que se dedica a cultivar un arte o que realiza el acto de saberse
expresar ante los demás.
Existen algunos elementos que previamente deben de estudiarse
antes de plantear una proposición de lo que puede entenderse
por profesión, estos son:
En primer lugar, la profesión tiene que ver con “una dedicación
asidua a una actividad especializada” (Hortal Alonso, 2002, pág.
36). Tal y como se ha planteado con anterioridad, principalmente
a partir de la revolución industrial, la especialización para el
trabajo cada vez ha sido más necesaria. Para dedicarse de manera
continua a una actividad particular, el nivel de especialización en
el campo debe ser amplio, tanto a nivel teórico como al alto
dominio de las habilidades y destrezas que vuelvan aplicable
dicho saber teórico.
Un segundo elemento tiene que ver con el hecho de que “perciben una retribución por el desempeño de dichas actividades y
esa retribución constituye su medio de vida” (Hortal Alonso, 2002, pág. 36). La dedicación de manera asidua a una actividad
especializada, exige además de lo anteriormente comentado, que quién se dedica a ella, perciba como usufructo de su labor,
una retribución lo suficientemente plausible que le permita vivir una vida digna junto a su núcleo familiar. Un profesional debe
ser capaz de tener un nivel de vida adecuado a partir de los ingresos que recibe en forma de salario u honorarios por el
desempeño eficiente de sus funciones.
Un tercer elemento que puede llegar a ser parte constitutiva de un renovado concepto de profesión es que el profesional es un
“experto competente” (Hortal Alonso, 2002, pág. 36) en el área de su trabajo. Por competente se puede entender el saber hacer
en un contexto determinado, es decir, el profesional está preparado para dar lo mejor de sí (realizar su trabajo al máximo de
sus competencias) en el desarrollo de las funciones que su profesión le demande.
Finalmente, se agrega el elemento de “sentido de pertenencia” (Hortal Alonso, 2002, pág. 37)
que marca la identidad del profesional, le permite identificarse con el resto de profesionales
del ramo (colegas), le impregna de un orgullo particular por el ejercicio de la profesión, le
facilita su actuación en adhesión a los principios, valores y deberes del código de ética de su
profesión. Conformar un concepto de profesión que satisfaga a todos los interesados resulta
menos que imposible, lo que se puede hacer es delinear algunos rasgos que caractericen la
profesión
Para ello se asume la propuesta de (Hortal
Alonso, 2002, pág. 51)
Profesiones son pues aquellas actividades ocupacionales: a) en las que de forma
institucionalizada se presta un servicio específico a la sociedad, b) por parte de un conjunto de
personas (los profesionales) que se dedican a ellas de forma estable, obteniendo de ellas su
medio de vida, c) formando con los otros profesionales (colegas) un colectivo que obtiene o
trata de obtener el control monopolístico sobre el ejercicio de la profesión, d) y acceden a ella
tras un largo proceso de capacitación teórica y práctica, de la cual depende la acreditación o
licencia para ejercer dicha profesión.
Características de la profesión.
Para que una profesión se conforme necesita al menos cumplir con las siguientes
características:
a. Tener funciones definidas. Una profesión debe distinguirse de otras a partir de la
separación de funciones, es posible que algunas de ellas se compartan con otro tipo de
profesiones, no obstante, la finalidad o el énfasis y los métodos y técnicas pueden ser
distintos. Por ejemplo: las funciones del educador, orientador y psicólogo educativo
pueden tener algunos puntos en común. Las funciones propias delimitan una profesión
de otra. b. Principios o deontología que orienten sus actividades. Toda profesión ha de
constituirse en torno a un conjunto de principios, normas y deberes que regule la práctica
profesional, estos norman los aspectos más comunes y básicos de la profesión, como
aquellos más singulares y significativos. Tales principios o deontología, por lo general, se
compendian en el Código de ética de la profesión.
c. Conocimientos, técnicas y actitudes identificables. Un campo específico del saber, de la
ciencia o de la tecnología debe estar reservado para cada una de las profesiones, con los
que se ha de permitir contribuir a la mejora de las condiciones de vida de la población a
la que sirve. d. Ejercicio reservado a un personal especialmente preparado. Hoy más que
nunca ha de cuidarse que las diversas profesiones solo sean ejercidas por personas
altamente preparadas, de cuya preparación pueda darse fe por medio de la acreditación
de sus títulos académicos y que sus competencias profesionales sean avaladas por la
sociedad.
e. Formación a nivel superior. No todas las personas interesadas en una profesión puede
ejercerla, sino solo aquellos que se preparen para ello, cursando estudios superiores a
nivel universitario que equilibren la carga de conocimientos teóricos con el desarrollo de
habilidades prácticas. Esto cualifica la profesión. f. Actitudes profesionales hacia los que
reciben los servicios profesionales. La formación profesional ha de procurar que quiénes
se preparan para el ejercicio de una profesión en particular, no solo posean el dominio de
los conocimientos necesarios para hacer frente a los problemas particulares que en ese
campo se le presenten a la sociedad, sino que ha de provocar la práctica de valores
específicos en la relación con los clientes o beneficiarios de sus servicios.
g. Sentido de servicio y tendencia a ser de utilidad y beneficio al grupo social. La
satisfacción de las necesidades personales a partir del ejercicio de la profesión debe
sujetarse al beneficio que la profesión ha de procurar al colectivo con el cual se convive.
Primando los beneficios a la sociedad antes que los personales.
El paradigma profesional
Concebir la profesión como se presenta en el apartado anterior, es
fundamentar un nuevo paradigma de la profesión tal y como lo propone
Fernández (1994, págs. 26-30), mismo que se sustenta en los elementos
siguientes:
a) Una profesión es ante todo, un servicio a la sociedad único, definitivo y
esencial. Único en cuanto los profesionales de una profesión reclaman
para sí mismos el derecho exclusivo de realizar las tareas propias de la
profesión. Definitivo o definido estrictamente, en cuanto el público debe
saber a qué atenerse sobre las funciones de cada grupo profesional y sobre
sus competencias. Esencial, porque se trata de un servicio que ninguna
sociedad desarrollada puede permitirse el lujo de que quede sin atender,
sin recursos, sin profesionales competentes.
b) A la profesión se le considera vocación, no en el sentido de llamamiento
superior, religioso ni, necesariamente, de adecuación personal óptima
(inteligencia, actitudes, pericia…) con las exigencias de la profesión sino por
que se piensa y espera que el profesional se dedique a su profesión de por
vida; se identifique con las pautas ideales de su profesión; se sienta en
profunda hermandad con los demás profesionales de su rama; que
dedique a su profesión y al enriquecimiento de sus conocimientos y
técnicas profesionales buena parte de su tiempo libre.
c) Toda profesión se basa predominantemente, en conocimientos y
técnicas intelectuales para la realización del servicio que presta y de la
tarea que realiza. El énfasis de las técnicas profesionales se debe a que la
clave del éxito profesional consiste en saber definir el problema, buscar los
datos importantes, formular y aplicar las soluciones posibles y más
recomendables.
aplicar las soluciones posibles y más
recomendables.
d) Este mismo domino de técnicas intelectuales exige que el profesional se
someta a un período de preparación especializada y formal,
habitualmente en instituciones educativas. Debido en parte a esta larga,
penosa y costosa preparación exigida por la profesión, los profesionales
reclaman más tarde recompensas económicas y sociales superiores a las
que se obtienen en la mayoría de las ocupaciones. e) El profesional
reclama un amplio campo de autonomía, tanto para él como para el
cuerpo al que pertenece. Se trata de una autonomía para desempeñar sus
tareas profesionales con fidelidad sólo a su propio juicio y a la experiencia,
sólo sus colegas pueden ser jueces de sus errores.
f) La contrapartida de la autonomía es la responsabilidad personal sobre
los juicios emitidos, los actos realizados y las técnicas empleadas en el
ejercicio de la profesión. g) El énfasis está puesto en el servicio prestado
más que en las ganancias obtenidas, aunque el profesional puede tener en
su vida de trabajo el mismo tipo de motivaciones o afanes materiales que
otros trabajadores. h) Existe una organización de profesionales de cada
ramo creada y autogobernada por ellos mismos, cuyas misiones son crear
criterios de admisión/exclusión, impulsar un alto nivel de competencias y
elevar el status socioeconómico de los miembros.
CAPITULO VI
NOCIONES BÁSICAS DE ÉTICA PROFESIONAL
Necesidad de una ética profesional.
En El Salvador, un significativo número de estudiantes que egresan de la Educación
Media no tienen posibilidades de continuar estudios universitarios, muchas
explicaciones existen para tal fenómeno la mayoría de ellas ligadas a la situación
económica que enfrentan las familias salvadoreñas. En este sentido, aquellos que
con poco o mucho esfuerzo acceden a los estudios universitarios, son “privilegiados”.
Ya sea que los estudios sean costeados por el mismo estudiante o con el sacrificio de
sus padres, existe un compromiso en cada uno de ellos de cara a la sociedad en la
que viven, la que espera que ellos contribuyan con sus conocimientos y desempeño
al desarrollo de toda la sociedad.
Las éticas aplicadas
La ética aplicada es la “ética centrada ya de modo explícito en campos concretos de
la actividad humana, a los que aplica su saber fundamental” (Etxeberria, 2002, pág.
189), tradicionalmente se divide en ética personal y ética social. En la ética aplicada,
el saber teórico se trasvasa a la praxis de dos modos: a través de “ámbitos o
problemas de la vida social (así aparecen la bioética, la ecoética, la ética de la
economía, de los medios de comunicación, ética aplicada a los problemas de la
multiculturalidad, etc.) y actividades profesionales (ética de cada profesión)”
(Etxeberria, 2002, pág. 192). Como se extrae de la anterior cita, la ética profesional es
una ética aplicada y le incumbe, como afirma Etxeberria (2002, pág. 192), “diseñar los
valores, principios y procedimientos que los afectados (profesionales) deberán luego
tener en cuenta en los diversos casos, desde ella no se plantearán tanto las
aplicaciones concretas cuanto el diseño del marco reflexivo para la toma concreta d
Vertiente de la deontología profesional.
Etimológicamente viene del griego, deontos, lo necesario,
lo que debe hacerse, y de, logos, tratado: tratado sobre lo
obligatorio, lo normativo, o tratado sobre los deberes de
una profesión.
En sentido más restringido, es la ética propia de una profesión liberal. En la
fundamentación de este concepto entra la tradición religiosa, sostenida sobre todo
por el calvinismo, según el cual el cumplimiento en el trabajo o en la profesión son
signo externo de la predestinación divina; la tradición romántica del idealismo, que
concibe el trabajo como desarrollo de la persona humana, de donde cobra
dignidad, y la mentalidad moderna, en buena parte desacralizada, que contempla
la necesidad de regular los derechos y deberes de aquellas profesiones basadas en
relaciones humanas no regidas por códigos generales. Estas profesiones regulan su
actuación mediante códigos deontológicos propios, éticos y legales a la vez.
(Diccionario de Filosofía Herder, 1998)
Desde el punto de vista de la deontología profesional, según
Etxeberria (2002, págs. 196-198), habrá que afrontar las
cuestiones siguientes:
• Plantear cómo se realiza y cómo se controla en la actividad
profesional la autonomía de las personas implicadas: las del
propio profesional, la de los clientes o usuarios, la de los
afectados. • Concretar como se realizan las exigencias de la
justicia desde y gracias a las actividades profesionales. •
Definir los principios y normas por los que debe regirse la
profesión.
Vertiente teleológica o de la ética
profesional
Etimológicamente viene del griego telos, teleos, fin, y lógos,
tratado. Literalmente se traduce como tratado de las
causas finales, o bien doctrina de la finalidad. Desde esta
vertiente aparecen otra serie de referentes decisivos que,
según Etxeberria (2002, págs. 198199), deben plantearse:
• Precisar cómo la actividad profesional remite al bien y
autorrealización del propio profesional. • Relacionar el
ejercicio profesional con la realización de las virtudes,
especialmente de aquellas virtudes que más conexión tienen
con cada una de las profesiones en función de sus
especificidades. • Exigencia al profesional del respeto a la
pluralidad social, entre los clientes y entre los propios
profesionales.
¿Qué es ética
profesional?
Variadas concepciones existen hoy día sobre lo que debe
entenderse por ética profesional, estas van desde la clásica:
“Ciencia normativa que estudia los deberes y los derechos de
los profesionales en cuanto tales” (Menéndez), hasta otras
más renovadas como:
• “la ética de una profesión es un conjunto de normas, en
términos de los cuales definimos como buenas o malas una
práctica y relaciones profesionales. El bien se refiere aquí a
que la profesión constituye una comunidad dirigida al logro
de una cierta finalidad: la prestación de un servicio” Villarini
(1994) • Conjunto de exigencias y leyes internas que rigen el
ejercicio de las profesiones particulares que el hombre
desarrolla en el ámbito de la organización social del trabajo
(Gatti, 1997, pág. 9). • La ética profesional se centra ante todo
en el tema del bien: qué es bueno hacer, al servicio de qué
bienes está una profesión. (Fernández – Hortal, 1994, pág.57)
Principios que
sustentan la
ética profesional
Según Hortal Alonso (2002, pág.91), la conformación actual
de la ética profesional se construye a partir de cuatro
principios fundamentales, a saber: el principio de
beneficencia, el principio de autonomía, el principio de
justicia y el principio de no maleficencia. Los tres primeros
conforman un solo cuerpo de principios, mientras que el
cuarto – independiente para algunos - se presenta como
complemento de los primeros.
Principio de
beneficencia.
Básicamente consiste en “Hacer bien una actividad y hacer
el bien a otros mediante una actividad bien hecha” (Hortal
Alonso, 2002, pág.116). El bien que se alcanza o proporciona
ejerciendo correctamente (bien) una determinada
profesión constituye el primer criterio para decir qué
actuación profesional es buena, quién es un buen
profesional, tanto en lo que se refiere a la competencia
profesional como a su ética. Así es como proponemos que
se entienda el principio de “beneficencia”. Actuar en
beneficio de los destinatarios de los servicios profesionales
consiste en realizar bien lo que busca hacer cada práctica
profesional: alcanzar el bien o los bienes constitutivos que
Principio de
autonomía
Etimológicamente, del griego, autós, sí mismo, y nómos, ley: que vive según su propia ley o se
gobierna por su propia ley. Es la capacidad de bastarse a sí mismo para preservar la propia
individualidad frente a los demás o frente a la colectividad, a los que, no obstante, necesita en buena
medida. (Diccionario de Filosofía Herder, 1998) Hay que agregar, tal como lo señala Kant citado por
Hortal Alonso (2002, pág. 133) que “la libertad y la razón son propias de todos los seres humanos. En
ellas radica y consiste su dignidad. La voluntad racional y libre de cada persona es la única fuente de la
ley moral, en esto consiste la autonomía, en esto consiste la moralidad”.
Principio de
justicia
La palabra justicia viene del latín iustitia, y significa conformidad con el derecho. En un sentido
general, se asocia a la actitud del hombre de vida moral recta, al hombre que llamamos bueno. Desde
el siglo III d.C. que Ulpiano formuló el principio formal de justicia: “dar a cada uno lo que le es debido”,
este se mantiene vigente.
Principio de
no
maleficencia
Universalmente el principio de no maleficiencia se enuncia: ante todo no hacer daño. A veces no está
claro qué es bueno hacer y sí está claro qué es malo hacer (o dejar de hacer); y que a veces no es
bueno (u obligatorio) proporcionar determinados bienes, sobre todo cuando ello supone imposiciones
paternalistas que atentan contra la autonomía personal; pero para no hacer daño, para no hacer el
mal (o para no omitir una acción a la que estamos obligados en orden a no perjudicar a otros) no
necesitamos contar con el consentimiento ajeno. El bien se puede hacer de muchas maneras entre las
que cabe optar; evitar el mal es preceptivo, obligatorio. Igualmente hay que sopesar los daños que se
siguen de lo que hacen o dejan de hacer los profesionales para la sociedad o para el bien público en
general y no quedarse en meras