Demuestra integridad: La
integridad de los auditores
internos establece confianza y,
consiguientemente, provee la
base para confiar en su juicio.
Demuestra competencia y debido
cuidado profesional: El auditor
Interno siempre está capacitado
para desempeñar su trabajo y
profesión de la mejor manera.
Es objetiva y se encuentra libre de
influencias (Independiente): No
debe existir coacción ni limitación
para el desarrollo de la auditoría
interna, todo con el fin de no perder
la objetividad y el enfoque adecuado
que debe tener la auditoría.
Se alinea con las estrategias, los
objetivos y los riesgos de la
organización: Todo auditor interno
se adapta a las necesidades y
politicas que posee la organización.
Está posicionada de forma
apropiada y cuenta con los recursos
adecuados: Tiene todos los recursos
necesarios, haciendo que el auditor
tenga acceso a todo lo
indispensable para desarrollar su
auditoría.
Demuestra calidad y mejora
continua: El auditor nunca se
limita así mismo, siempre
retroalimenta su aprendizaje y
constantemente busca el cambio y
la mejora interna.
Se comunica de forma efectiva: El
auditor interno tiene la habilidad y
capacidad de trabajar en equipo y
usar los medios de comunicación
acertados para desarrollar
efectivamente su auditoría.
Proporciona aseguramiento basado
en riesgos: El auditor enfoca su
trabajo en una auditoría basada en
riesgos, puesto que entiende la
importancia de auditar los procesos
enfocados a los riesgos (plan de
riesgos de la organización);
logrando así una auditoría efectiva.
Hace análisis profundos, es
proactiva y está orientada al
futuro: Siempre está a la
vanguardia, pues se sabe que un
auditor no espera a adaptarse al
cambio, sino que se anticipa al
cambio y genera el cambio,
demostrando y desarrollando su
habilidad para orientarse siempre
al futuro a través de sus análisis y
observaciones.
Promueve la mejora
organizacional: El auditor
interno es un generador de
cambio, aportando a través de su
auditoría una verdadera mejora
continua para la organización.