La profesión
Docente y la
comunidad
escolar Capitulo IV
El alumnado, o el convidado de piedra
Los alumnos son un elemento importante, son el centro
de la institución y su participación ha de tener una
dimensión formativa
Para los padres lo más importante es la mejora
de la educación, lo que equivale al bien de los
alumnos.
La participación de los estudiantes debe
servir para ellos como introducción al
funcionamiento de las instituciones
democráticas.
Delegados, pero ¿de quién?
La imagen del delegado imperante
entre la mayoría del profesorado
parece que tiene demasiado que
ver con la del “buen alumno” en
general
Los delegados se conviertan en sus colaboradores en la tarea de mantener el orden,
de decir las cosas que están bien o mal. El delegado no solo se dirige con sus
consejos sino también individualiza y señala a los causantes del desorden. Ser
delegado significa saltar al otro lado de la barricada, abandonar al colectivo para
alinearse con la institución. El delegado que no quiera romper son el grupo tendrá que
ser su cómplice y resistirse a su tarea asignada. Otras funciones del delegado son
acudir a juntas de evaluación, ejercer de mediador entre compañeros y tutores. Si no
se quiere tener enfrentamiento con los profesores deben tener cuidado.
Una democracia bajo tutela
La participación de los alumnos está
limitada porque están sometidos a la
autoridad y el poder del profesorado
Los alumnos consideran que el
contexto escolar, y en particular la
actitud de los profesores no son
favorables en la realización de sus
derechos.
Perciben que sus derechos han sido proclamados pero no están muy seguros de que
sea real la posibilidad de ejercerlos ni de cual sea la manera de hacerlo.
En el centro de la enseñanza, todos los enfoques
se dirigen hacia el profesor a consecuencia de que
se este se presenta como un juez para los
alumnos.
El contexto del consejo escolar es una parte impersonal a consecuencia de que se
tratan asuntos de manera más pública. Esto permite que los alumnos se organicen
con ayuda de los profesores, ya que ellos solo son una guía para los alumnos y no
deben repercutir de manera directa en la toma de decisiones.
La presencia paterna dentro del consejo escolar en muchos de los casos hace que
los alumnos se cohíban y no den a conocer sus ideas. Mientras que en grados más
avanzados como lo es en secundaria los padres son menos participativos
La ineficacia de Participar
La primera queja que aparece entre los
alumnos, es la escasa participación por
parte de sus compañeros.
Los alumnos piensan que su participación en el consejo escolar,
no sirve de nada o sirve de muy poco. Pues no se les toma en
cuenta del todo, al tomar decisiones.
En la toma de decisiones siempre son los mismos alumnos los que
participan, los mismos que interceden por los otros alumnos y para muchos
docentes esta ineficacia es precisamente la causa de su mal
funcionamiento, pues la tarea de tomar las decisiones sin el resto del
grupo, lleva hacia un resultado poco favorable donde no vale la pena el
esfuerzo que se realiza.
Se piensa que el consejo escolar es una tontería, pues los que tienen mayor voz y
voto son los profesores y padres de familia, dejando de lado la democracia que tienen
como derecho los alumnos para participar en las decisiones para la mejora de todos.
El peso de la experiencia cotidiana.
Los alumnos perciben bien la falta de
competencias y habilidades de los maestros,
pues no son ni ciegos ni sordos ante lo que
se les enseña y aprenden
Cuando un grupo de alumnos perciben esto,
piensan también en hacer oír su voz, e
intentar dialogar con el maestro, para que de
cierta manera los dos estén de acuerdo y
así llegar a la conclusión de cómo sería más
fácil aplicar los conocimientos para los
alumnos y facilitar más el proceso de
aprendizaje
La impresión dominante es que los profesores son personas, en ese
aspecto, inaccesibles; que incluso, aunque alguno se prestara a ese dialogo,
no podría ir muy lejos debido a la jerarquía en que está inserto.
En lo que concierne a la evaluación
Su función del
alumno ahí es
más bien
protocolaría; se
les suele
preguntar si
tienen algo que
decir y ellos
suelen contestar
que no, y si
contestan otra
cosa se les
marea o,
simplemente, no
se les hace caso
El discurso de la
autoevaluación en, cuya
práctica más que dejar
que el alumno se
evalúe por sí mismo, lo
que se hace es poner
a prueba en qué
medida ha interiorizado
los criterios del
profesor.