En un artículo escrito hace cincuenta años por el historiador Juan Hernández Luna (el álter ego de mi
compadre), analizaba el mundo intelectual de Miguel Hidalgo
LA CONSPIRACIÓN
IMPOSIBLE
De aquellos torrenciales meses de agosto de 1810, cuando el ciclón golpeó las costas y destruyó las
casas de Acapulco y las embarcaciones en Veracruz, nos queda la lujuriosa
prosa de los soplones y los traidores, las historias entredichas en las denuncias anónimas o
firmadas, y muy pocas remembranzas de los supervivientes. Pero sobre todo queda el rumor.
Detrás del rumor estaba una conspiración que
tenía un millar de afiliados.
Era un grupo de hombres y mujeres con pocas artes en el asunto de conspirar, un grupo de
confabulados amateurs
De su paso por el mundo académico Miguel Hidalgo había sacado quizá lo más importante: el
conocimiento y la capacidad de leer y escribir en italiano, francés, español y latín,