El liderazgo educativo se ha ido convirtiendo, de modo creciente, en un factor clave para la mejora de la escuela. Gran parte de los países dirigen sus políticas a fortalecer la dirección escolar, no en una línea burocrática o de gestión, sino de liderazgo pedagógico. El liderazgo es una práctica, no un cargo. Como aparece en este trabajo y en experiencias recogidas, el liderazgo es algo que se ha de construir, pues ejercer una influencia para trabajar en torno a un proyecto compartido es fruto
El liderazgo es una práctica, no un cargo. Liderazgo se entiende en referencia a dos ejes: el primero,
tener un sentido de visión que marca la dirección a la organización; y, el segundo, ejercer una
influencia en otros hacia ese fin
Liderazgo «pedagógico»
Es el que se centra en la mejora de
los aprendizajes de la escuela
No es algo solo individual o formal,
sino una práctica compartida o
distribuida
Liderazgo como práctica
compartida o distribuida
Compartir el liderazgo
implica que tanto los
líderes formalmente
identificados como los
informales logren la
organización.
Distribuir el liderazgo entre
su personal y comunidad, y
que comparten
responsabilidades; se trata
de articular una capacidad
colectiva
Un liderazgo para el
aprendizaje
Si la escuela como
institución es la unidad
básica de análisis de la
mejora educativa el equipo
directivo debe ser el
responsable último del
incremento en los
aprendizajes de los
estudiantes.
Las tareas de la dirección deberían concentrarse
en todo aquello que favorece una mejor
enseñanza y aprendizaje de su profesorado
Un liderazgo en una organización que aprende
Si una escuela funciona bien, no lo será por
el solo efecto de una persona, sino porque
ésta ha sabido desarrollar la propia
capacidad de liderazgo de los demás