La voluntad es la capacidad de querer hacer o no
hacer algo; la capacidad de elegir lo que queremos
hacer. Pero lo cierto es que no podemos hacer todo
lo que queremos. Esto es lo que se llama
determinismo —y, aunque no son exactamente lo
mismo, a veces se conoce como fatalismo o
predestinación—.
Los determinismos
Determinismo Sobrenatural
En las mitologías griega y romana, ni
los dioses ni los humanos eran
realmente dueños de sus actos,
pues su vida estaba regida y
determinada por una fuerza
sobrenatural, el destino, contra la
que nada podían hacer. El
calvinismo, por ejemplo, sostiene
que Dios ya ha elegido a quiénes
salvará y a quiénes condenará, de
manera que lo que hagan durante
su vida no influirá para nada en lo
ya decidido. En la mitología griega,
las Moiras, hilanderas hijas de
Ananké tejían, medían y cortaban el
hilo de la vida.
Determinismo Natural
el determinismo físico sostiene que toda la realidad,
incluida la vida de los humanos, está determinada por
las leyes universales de la materia, de manera que si
pudiésemos conocer todos los estados de la materia y
todas las leyes de la naturaleza se podría conocer con
exactitud qué ocurrirá en el futuro, al igual que la física
puede prever con precisión dónde caerá un objeto
lanzado. La Teoría analítica de las probabilidades que
en 1812 publicó Pierre-Simon Laplace es un buen
ejemplo de este tipo de determinismo. La física
cuántica, sin embargo, lo que sostiene es precisamente
la indeterminación y la incertidumbre, al menos a
niveles subatómicos. El etólogo Richard Dawkins, en El
gen egoísta, entiende que los seres vivos somos
«máquinas de supervivencia» de nuestros genes. Los
individuos concretos tenemos una vida corta, mientras
que los genes sobreviven pasando de un individuo a
otro, somos la estrategia de nuestros genes para
sobrevivir y perpetuarse..
Determinismo Social
El determinismo económico, en cambio,
no se refiere a los individuos concretos,
sino a las condiciones de vida de los
grupos sociales, que estarían
determinadas por la estructura
económica, esto es, por la forma en que
están organizados el capital y los
medios de producción. El marxismo,
como teoría político-económica,
sostiene que en cada tiempo histórico
las estructuras sociales están
determinadas por la estructura
económica imperante, de forma que un
cambio en la estructura económica
inevitablemente provoca un cambio en
todo lo demás, pero no a la inversa.
La libertad
Para comprender la libertad en toda su extensión y con
mayor precisión, en la reflexión filosófica se han
distinguido varios tipos y se han hecho diversas
clasificaciones. Es clásica la que diferencia entre libertad
interna y libertad externa. Más moderna y aceptada es
la que distingue entre libertad positiva y libertad
negativa, que se complementa actualmente con la
libertad como no dominación.
Libertad interna y externa
La libertad interna o libre albedrío es la libertad de elección propia, no sometida
a causas ajenas y, por ello, autónoma, autodeterminada. Si esa elección se hace
siguiendo el criterio propio y no se ve forzada por ninguna causa externa, se
puede decir que la decisión ha sido libre y tanto más libre cuantas más opciones
tenga. Aceptar que existe el libre albedrío tiene consecuencias morales, políticas
y psicológicas importantes porque hace que las acciones sean nuestras y, por
tanto, que se nos pueda atribuir la responsabilidad de ellas. La libertad externa
es la libertad de acción y se refiere a la ausencia de impedimentos para hacer lo
que queremos hacer. Por eso normalmente se identifica con la libertad política o
social. Todas las sociedades establecen normas y leyes para regular la vida en
común, con el fin de evitar daños, abusos o perjuicios de unos sobre otros. En las
dictaduras, sin embargo, las restricciones a la libertad vienen impuestas por un
poder ajeno a los ciudadanos.
Libertad Negativa y Positiva
En 1958, el filósofo y politólogo Isaiah Berlin expuso dos conceptos de libertad, lo que se
conoce como libertad negativa y libertad positiva. La libertad negativa, o libertad «de»,
está relacionada con la no interferencia, con la ausencia de obstáculos para realizar lo
que queremos. Así entendida, la libertad negativa se refiere a lo que en su vida privada
podría hacer alguien sin ser molestado. En los sistemas democráticos la libertad
negativa se concreta en libertades individuales protegidas por los derechos civiles o
políticos. La libertad positiva, o libertad «para», está relacionada con la autonomía de la
persona, esto es, con el ser dueño de sí mismo para organizar su vida como quiera,
tomar decisiones propias y ser responsable de sus actos. Así entendida, la libertad
positiva se opone a lo que Berlin llama paternalismo, esto es, a la intromisión de la
sociedad, el Estado o quien sea censurando un determinado modo de vida y queriendo
imponer otro distinto al elegido.
Libertad como no dominación
La relación entre ambos tipos de libertad ha llevado en
los últimos años a una nueva forma de entender la
libertad que de alguna forma las complementa. Es la
libertad entendida como no dominación . Este concepto
fue propuesto por el politólogo Philip Pettit, y pretende
completar los sentidos tradicionales de libertad negativa
y positiva.