En la actualidad los Chimila no conforman una un grupo
que tenga una integración sociopolítica definida, una
cultura, una lengua y un territorio característicos. Los
distintos estudios demuestran que su antigua
organización social es difícil de reconstruir, quizás
porque nunca han sido un grupo definido. Los estudios
de Reichel - Dolmatoff hablan de asentamientos
dispersos, con muy poca interacción entre unos y otros,
y muchas veces enfrentados entre ellos mismos.
COSTUMBRES
En la tradición religiosa de los chimila el sueño
tiene una gran importancia como anuncio de lo
que sucederá en el futuro. Aunque los rituales
que se celebran son escasos y esporádicos, se
conservan tradiciones funerarias como la
posición del difunto y a la prohibición de
repetir su nombre.
VULNERABILIDADES
La imposibilidad de control territorial sobre su
territorio ancestral ha significado que muchos de
sus sitios sagrados (dejados por el dios "Narayaao"
que cuida y protege la tierra y el pensamiento de
los Ette Ennaka) sean de difícil o imposible acceso,
lo que ha representado un reto para la pervivencia
física y cultural del pueblo, puesto que estos
constituyen la base de la relación con el entorno
natural y el sustento de las relaciones de
reciprocidad bajo la que se estructura el quehacer
cultural
RIESGOS
La mayoría de los 2.097 miembros de la
comunidad no están vacunados y, de acuerdo con
los informes oficiales, viven hacinados en chozas
de pocos metros, divididas en dos habitaciones,
en las que duermen, en promedio, 10 personas. El
agua que utilizan, además, sale casi siempre de un
pozo profundo que las mismas familias cavan en
sus predios, y cuando llueve, la entrada al
resguardo se inunda, lo que da pie a la
proliferación de zancudos y roedores, que
incrementan el riesgo de enfermedades como el
dengue.