El ser humano tiende a relacionarse con otras personas de su misma definición
y a adoptar una actitud cautelosa o claramente hostil.
Entre los grupos no existe la confianza necesaria para cumplir compromisos de esta clase y en el
fondo, quizá sea prudente que recelen unos de otros.
El reto para los educadores es fomentar una
educación con un modelo pedagógico diseñado para
el desarrollo de este valor como actitud de vida.
Generar el respeto como un medio de vida y no como un deber
Antes que sentir odio u amor se intenta buscar la tolerancia,
el respeto por gustos o personas diferentes para la sana
convivencia.
Hacia los cinco años de vida ya se ha trazado las líneas de amistad u odio
hacia otro ser. A través de esto vemos la inclusión o exclusión entre los
mismo.
Lo más ideal sería difundir una buena tolerancia para sus congéneres en la sociedad
Tanto padres como maestros o hasta medios de comunicación podrían premiar a quienes sean
respetuosos y castigar a quienes no.
Los educadores deben desarrollar ideas innovadoras donde los estudiantes puedan integrarse y
lograr tener un mejor conocimiento entre ellos para impregnar y arraigar la idea de la tolerancia
mutua
Durante el primer año de vida ya se puede distinguir una base para el respeto a los demás.
Un ejemplo claro es en los niños cuando se
encuentran en una guardería, al oír llorar a otro niño
pueden expresarse de la misma forma , con estímulos
de compadecimiento, si una persona adulta se
mezclara como ellos se podría reducir esta
intolerancia en un mínimo.
No podemos contar con que el respeto sea impuesto sino que se logre desarrollar de manera solidaria
Es necesario que cada quien conozca sus distintos grupos, ya que el respeto va más allá de la simple tolerancia.