El nuevo empresario está sujeto a la demanda de los grupos de interés y debe desarrollar estrategias y mecanismos para conciliar sus intereses de manera integral y responsable. Debe hacerlo dentro de un marco jurídico y tributario.
LA ÉTICA Y EL JOVEN EMPRENDEDOR
EL ECOSISTEMA EMPRESARIAL: LA COMUNIDAD EMPRESARIAL Y LA EMPRESA EMERGENTE
LA PRÁCTICA DE LOS NEGOCIOS: INCOMPATIBILIDAD DE HACER NEGOCIO Y LA GESTIÓN SOCIALMENTE RESPONSABLE
LA PEQUEÑA EMPRESA Y SU CADENA DE SUMINISTRO: LA ÉTICA DE COMPRAR Y VENDER
EL EMPRENDEDOR Y SU FUNCIÓN EN LA ECONOMÍA DEL SIGLO XXI MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA PROFESIONAL
El emprendedor, quien se enfrenta por primera vez al complejo contexto empresarial, echa mano necesariamente de lo que Eduardo Schmidt (1997) denomina actitud moral fundamental, misma que se ha desarrollado consciente o inconscientemente durante su vida: todo lo que le sucede al individuo durante su vida va conformando esta actitud.
Beugelsdijk y Noorderhaven (2005) argumentan que los individuos de naturaleza emprendedora son más individualistas que los empleados y la población en general, por lo que exhiben características especiales en cuanto a responsabilidad y esfuerzo individual. Esta actitud presupone una interesante ética laboral, que incluye la firme creencia de educar a los niños en la importancia del trabajo y la superación personal para tener éxito en la vida.
La empresa emergente se encuentra inmersa en un complejo y dinámico ecosistema cuyo impacto se manifiesta en todas las dimensiones de la gestión empresarial.
Por otra parte, el pragmatismo de los negocios, la apremiante legislación en la materia, las expectativas de la sociedad respecto a la forma de administrar las empresas públicas y privadas, así como un creciente imperativo moral en el seno de las organizaciones, están provocando que se cuestione la forma tradicional de administrar una empresa, y forzando a la comunidad empresarial a entender que sí existe compatibilidad entre hacer negocio y respetar un código responsable de valores.
La conducta empresarial está normada al menos por cinco esquemas de valores de diferente nivel y alcance: estándares culturales, patrones de la industria, cultura de la empresa, estándares personales de conducta y valores que surgen de la situación específica de la toma de decisiones (Fimbel y Burstein, 1990).
Al estudiar con mayor profundidad la perspectiva de los pequeños empresarios hacia su responsabilidad social se ha encontrado que sus conductas difieren de las conductas asociadas con las empresas más grandes, mientras que el efecto de las decisiones en estas últimas es considerablemente de mayor magnitud.
En concreto, la moralidad de las decisiones depende en gran medida de si las decisiones se toman en grupo o se pretende consensuar una serie de decisiones individuales (May, 1987).
De esta manera, el empresario emergente no se encuentra de ninguna manera aislado en su proceso de toma de decisiones, ni en la resolución de los dilemas éticos que la gestión empresarial plantea.
Las empresas, como contexto social y laboral más restringido, cuentan con sistemas de valores implícitos y explícitos de características singulares, con frecuencia expresados de alguna manera en códigos de ética, conducta, responsabilidad social o conflicto de intereses.
Un acercamiento propone la superioridad de las firmas pequeñas para sobrevivir a los embates de la opinión y la demanda públicas comparativamente con las grandes corporaciones.
Como ya se argumentó (Cárdenas, 2006), la organización contemporánea debe considerar una serie de objetivos pragmáticos que atender y, de modo simultáneo, responder a imperativos éticos que le demanda la sociedad en que se desenvuelve.
En un estudio de 1 350 empresas estadounidenses, Longnecker y col. (1989) encontraron que las pequeñas son más exigentes en cuanto a su conducta ética cuando se refiere a:
*Asesoramiento cuestionable respecto a inversiones
*Favoritismo en promociones de personal
*Aceptar defectos en diseños peligrosos
*Informes financieros discutibles
*Publicidad engañosa
Vyakarnam y col. (1997) exploraron la perspectiva ética de pequeñas empresas y llegaron a importantes conclusiones. De su estudio resultaron cuatro grandes dilemas éticos, se presentó el cuestionamiento relacionado con la posibilidad de que la actividad del emprendedor sea en esencia no ética. Un segundo dilema proviene de la función social del emprendedor dentro de su esfera de influencia. Tercero, el emprendedor se ve inmerso en conflictos de intereses de varios niveles en el ejercicio de su función como administrador de negocio y por último se presenta el impacto de la personalidad del emprendedor en las decisiones de la gestión, cuyo desempeño no lo regulan con facilidad, en la práctica, los grupos de interés, como algunos afirman.
Estos empresarios mostraron mayor tolerancia con:
*Cuentas de gastos alteradas
Evasión de impuestos
*Negociaciones comerciales discutibles
*Contubernio en ofertas comerciales
*Copia de programas para las computadora
Las economías contemporáneas que toleran la corrupción en el ámbito de los negocios desalientan a los inversionistas extranjeros, quienes buscan otras opciones para sus operaciones internacionales. En el caso del soborno, que representa una de las formas más comunes de corrupción
Las estrategias y las prioridades de la organización exitosa están relacionadas de alguna manera con una excelente administración del factor humano.
En cuanto a los valores asociados con la personalidad del emprendedor, Hemingway (2005) sostiene que estos individuos son muy diferentes en cuanto a valores a los administradores en general, e inclusive manifiestan diferencias significativas que dependen del género
Un segundo campo tiene que ver con el conflicto de intereses entre los intereses relacionados con las personas y los intereses de los grupos relevantes (stakeholders). Por definición existe un conflicto de intereses entre las personas y las empresas, y algunos utilizan esta situación para obtener mejor trato o condiciones para la organización en beneficio de uno o más de los involucrados (Fassin, 2005).
En cuanto a la cadena de suministro de la pequeña empresa, existe un campo de enorme trascendencia en cuanto a las prácticas no éticas en los negocios: el abuso del poder. Estas prácticas de abuso se han incrementado en la medida en que las grandes empresas trasladan sus unidades productivas o la fuente de sus insumos de un país a otro. Otro sector en donde se han detectado problemas de esta naturaleza son las instituciones financieras.
Wated y Sánchez (2005) Con base en sus investigaciones, los autores recomiendan acciones concretas para combatir el soborno en culturas más propensas al mismo:
*Establecer políticas y reglamentos que prohíban explícitamente aceptar sobornos.
*Establecer procedimientos visibles para fortalecer las políticas y reglamentos.
*Agilizar los procedimientos y eliminar la burocracia relacionada con la aplicación de medidas disciplinarias en contra del soborno.
*Aplicar las políticas, reglamentos y procedimientos rigurosamente en todos los niveles y áreas de la organización.
La actitud del emprendedor hacia el soborno afectará la conducta de los involucrados
Buchholz y Rosenthal (2005) proponen que el emprendedor, más que limitarse a aplicar ciertos principios morales o de desarrollar determinadas virtudes, se basa en un proceso experimental y creativo para la toma de decisiones moralmente responsable.
El último tema investigado con relación a la cadena de suministro de los pequeños empresarios es el contenido de la información dirigida al mercado. En el caso del emprendedor, sobre todo en la empresa emergente, uno de los aspectos más complejos de la gestión empresarial es el mercadeo de sus productos o servicios, proceso que comprende el producto, el precio, la promoción y la forma de distribuirlo.
Las conclusiones del análisis de la conducta ética del emprendedor, la cual afecta la interacción con su cadena de suministro, se ilustran de manera simplificada en la figura
El emprendedor tiene razones económicas y de negocio para promover un ambiente ético en su esfera de influencia. Por una parte, razones legales y estratégicas son un motivador importante.
Hartman y col. (2005) concluyen que todavía existen muchas preguntas por contestar en cuanto a la relación de los emprendedores y la conducta sobresaliente en la moralidad de la gestión de negocios; La respuesta a estas interrogantes va más allá de una investigación científica: está localizada en el corazón y el espíritu de cada emprendedor, en la fuerza de su capacidad creadora, en su interés por romper con lo establecido para hacer aportaciones singulares y trascendentes a la sociedad en la que se desenvuelve.