Se suele dividir a la posmodernidad en tres
sectores, dependiendo de su área de influencia:
como un período histórico, como una actitud
filosófica, o como un movimiento artístico.
Histórica, ideológica y metodológicamente diversos, estos sectores
comparten, sin embargo, un parecido de familia centrado en la idea de
que la renovación radical de las formas tradicionales en el arte, la cultura,
el pensamiento y la vida social impulsada por el proyecto modernista
fracasó en su intento de lograr la emancipación de la humanidad, y de
que un proyecto semejante es imposible o inalcanzable en las
condiciones actuales. Frente al compromiso riguroso con la innovación
progreso y la crítica de las vanguardias artísticas, intelectuales
y sociales, al que considera una forma refinada de teología
autoritaria, el posmodernismo defiende la hibridación, la
cultura popular, el descentramiento de la autoridad intelectual
y científica y la desconfianza ante los grandes relatos que
presenta la sociedad en la actualidad ante tal movimiento.
Dónde y cuándo surgió la posmodernidad
Si bien la acepción más frecuente de posmodernidad se popularizó a partir de la publicación de La
condición posmoderna de Jean-François Lyotard en 1979, varios autores habían empleado el término
con anterioridad.
Es muy importante destacar que no deben confundirse los términos modernidad y posmodernidad con
modernismo y posmodernismo, respectivamente. Modernidad se refiere a un periodo histórico muy
amplio que supone referirse a sus características políticas, sociales, económicas, etc.
Así podríamos, por ejemplo, hablar de la civilización o cultura moderna en un sentido muy amplio y ese
es el sentido que generalmente se le da en el ámbito de la filosofía política, la teoría sociológica y la
teoría crítica. Siguiendo el mismo ejemplo, puede hablarse de la cultura posmoderna.
Por otra parte, el par modernismo y posmodernismo se usa para referirse a una corriente estética
que emergió en primer lugar en la literatura, en las artes plásticas y luego en la arquitectura. Así, en
este segundo caso, podemos hablar de la literatura modernista o posmodernista, al igual que en el
arte. Por ejemplo, suele decirse que la Ciudad de las Vegas en EE. UU. es un caso paradigmático de
arquitectura posmodernista. La confusión entre ambos planos ha generado muchas dificultades de
comprensión y debe tenerse siempre en cuenta.
Características
Las principales características del
pensamiento posmoderno son:
Antidualista: Los postmodernos aseveran que la
filosofía occidental creó dualismos y así excluyó del
pensamiento ciertas perspectivas. Por otro lado, el
posmodernismo valora y promueve el pluralismo y la
diversidad (más que negro
contra blanco, occidente contra oriente, hombre contra
mujer). Asegura buscar los intereses de "los otros" (los
marginados y oprimidos por las ideologías modernas y las
estructuras políticas y sociales que las apoyaban).
Cuestiona los textos: Los
posmodernos también afirman que
los textos ―históricos, literarios o de
otro tipo
no tienen autoridad u objetividad inherente para
revelar la intención del autor, ni pueden decirnos
"qué sucedió en realidad". Más bien, estos textos
reflejan los prejuicios y la cultura particular del
escritor.
no tienen autoridad u objetividad inherente para
revelar la intención del autor, ni pueden decirnos "qué
sucedió en realidad". Más bien, estos textos reflejan los
prejuicios y la cultura particular del escritor.
El giro lingüístico: El posmodernismo argumenta que el lenguaje
moldea nuestro pensamiento y que no puede haber
pensamiento sin lenguaje. Así que el lenguaje crea literalmente,
realidad.
La verdad como perspectiva: Además, la verdad es cuestión de
perspectiva o contexto más que algo universal. No tenemos
acceso a la realidad, a la forma en que son las cosas, sino
solamente a lo que nos parece a nosotros.
Pensamiento Complejo
La noción de pensamiento complejo fue acuñada por el
filósofo francés Edgar Morin y refiere a la capacidad de
interconectar distintas dimensiones de lo real. Ante la
emergencia de hechos u objetos
multidimensionales, interactivos y con componentes aleatorios o
azarosos, el sujeto se ve obligado a desarrollar una estrategia de
pensamiento que no sea reductiva ni totalizante, sino reflexiva.
Morin denominó a dicha capacidad como pensamiento complejo.
Este concepto se opone a la división disciplinaria y promueve un enfoque
transdisciplinario y holístico, aunque sin abandonar la noción de las partes
constituyentes del todo. La sistémica, la cibernética y las teorías de la
información aportan sustento al pensamiento complejo.
Puede decirse que el pensamiento complejo se basa en tres
principios fundamentales: la dialogía (la coherencia del sistema
aparece con la paradoja), la recursividad (la capacidad de la
retroacción de modificar el sistema) y la hologramía (la parte en
el todo y el todo en la parte).
El pensamiento complejo, por lo tanto, es una
estrategia o forma del pensamiento que tiene una
intención globalizadora o abarcativa
de los fenómenos pero que, a la vez, reconoce la especificidad de las
partes. La clave pasa por la rearticulación de los conocimientos a
través de la aplicación de los principios mencionados.
Todo lo relacionado con el pensamiento complejo está vinculado a la
epistemología (la doctrina de los métodos del conocimiento científico). El
objeto de estudio de la epistemología o gnoseología es la producción y
validación del conocimiento científico a través del análisis de distintos
criterios.
El término complejo suele ser asociado a aquellas cosas
muy difíciles de comprender, inalcanzables para quienes
no posean una serie de terminada de destrezas o
conocimientos muy específicos.
Sin embargo, su etimología nos muestra un significado
ligeramente diferente: «lo que está tejido en conjunto». De allí
que el pensamiento complejo, en palabras del propio Morin, se
base en establecer relaciones y complementos, en el estudio del
todo mediante sus defectos y sus efectos, su movimiento y su
quietud, tomando en cuenta la reciprocidad que tiene lugar entre
éste y sus partes.
La complejidad representa al mundo como una gran
red formada de delgados hilos que se entrelazan y
relacionan todos sus componentes. El pensamiento
complejo atiende cuestiones tan profundas pero tan
cercanas como la vida, los problemas sociales y el
futuro de la especie humana
y en los últimos tiempos ha cobrado mucha importancia en el ámbito de la educación,
el foco de las relaciones interpersonales más significativo, dado que representa el
proceso de formación que nos vuelve aptos para integrarnos en la sociedad de una
forma activa y productiva.
Según Matthew Lipman, un filósofo y docente especializado
en pedagogía (1922 – 2010, Estados Unidos), todo
pensamiento considerado complejo debe presentar una
organización basada en la coherencia, estar
formado de conceptos ricos y generar un
constante movimiento, una necesidad de
investigar y explorar. Asimismo, resaltó en más de
una ocasión la importancia de inculcar a los
estudiantes este tipo de pensamiento desde la
infancia, para estimular su intelecto, su sentido
crítico y su creatividad.